Albert Llovera es un ejemplo de superación y de entusiasmo. Debo decir que conocí su caso porque en 1984 me operaron de apendicitis en la Clínica Sagrada Familia de Barcelona. Una operación de lo más sencillo.
Aquel accidente de los Juegos Olímpicos
En un momento en que mi padre había salido de mi habitación, encontró en las escaleras a Marcel, uno de sus mejores amigos de toda la vida. Le comunicó el mazazo: uno de sus sobrinos, Albert, acababa de tener un accidente de esquí en Sarajevo.
Albert tenía 17 años. Nos llevamos una semana. Era una joven promesa del esquí y competía en los XIV Juegos Olímpicos de Invierno representando a su país, Andorra. Sufrió una mala caída y lo habían trasladado a España de urgencia en un avión medicalizado.
El muchacho estaba postrado en cama y la lesión lo iba a dejar parapléjico. Sus padres estaban destrozados. Recuerdo haber visto a Albert inmovilizado en la cama del hospital, en silencio, con calmantes y en la penumbra. Todo era muy triste.
Un luchador infatigable
Pero Albert no se conformó. Sus padres pusieron todos los medios para que se rehabilitara y la familia le apoyó unida como una piña. Han sido muchos años de trabajo intenso en el hospital Vall d'Hebron, en el Reino Unido, en Estados Unidos, en el Instituto Guttmann de Barcelona... y en ellos surgió con más fuerza un Albert batallador, infatigable y con un gran sentido del humor.
Albert va con silla de ruedas a todas partes, y cuando digo todas partes eso incluye Dakar. Nada menos que el rally Dakar 2020. Y no como espectador sino como conductor de un camión Iveco.
Tres años después del grave accidente, se decidió por el automovilismo y desde entonces no ha dejado de prepararse física y mentalmente.
"La distancia entre el sueño y la realidad es la actitud que tenemos", afirmó en 2017, al recibir el premio Nombre del Motor. Anima a todos a luchar por nuestros sueños.
En 2007 comenzó a competir en el Rally Dakar al volante de un automóvil. En 2014 volvió a hacerlo en América del Sur y en 2015 repitió, esta vez pilotando un buggy. Al año siguiente se decidió por un camión, un Tatra con el que volvería a competir en 2017.
En el desierto de Arabia
Ahora, tras 3 años de ausencia, reaparece en el equipo de pilotos de un camión Iveco, en un Dakar que esta vez se celebra en Arabia Saudí.
Trabaja por mejorar cada día como deportista -tiene el mismo entrenador desde hace 20 años- y como persona, con una familia que le apoya al cien por cien.
Es embajador de Unicef y participa activamente en proyectos de ayuda a la infancia y a personas con discapacidad. Su libro "No limits", en el que cuenta su experiencia, ha ayudado a muchas personas a superar una situación difícil.
Capacidad de adaptación
Le interesa aprender siempre. En el caso de los vehículos de motor, "si me dan cualquier botijo, me subo, lo adaptamos y empezamos a hacer cosas", explicaba en una entrevista al diario As hace pocos días entre risas.
Este año la expectación es mayor, debido a que el piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso se ha incorporado a la competición. Albert opina que esto da alas al reto. Tiene 53 años y piensa dar mucha guerra: "Mientras los dedos, las manos y el cuerpo vayan aguantando y los patrocinadores estén ahí, creo que voy a seguir dando gas. Ahora me siento muy apoyado y eso me hace sentir muy bien". No hay que perderse su cuenta de Instagram y de Twitter: @albertllovera.