Intervención del secretario general de la Conferencia Episcopal española, el obispo Luis Argüello
Ante el cambio del clima, la propuesta de la Iglesia es una “propuesta integral” que conjugue y contemple “la dignidad de cada persona, hombre y mujer, y una el clamor de la tierra y de los pobres con el fin de dejar a las futuras generaciones una humanidad más justa”, en el camino de una conversión ecológica, económica y en la educación.
Así lo ha dicho el secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, el obispo Luis Argüello, dentro del foro “La cumbre del cambio climático y el cuidado de la Casa Común”, glosando la encíclica del papa Francisco, “Laudato sí”.
El foro ha sido organizado por la Fundación Pablo VI y quiere participar dentro de la cumbre mundial sobre el clima, COP25, que se celebra en Madrid.
Para ello hay que abandonar lo que llamó “el riesgo del capitalismo verde”, entendido como el aprovechamiento que puede hacer el sistema económico dominante de las buenas intenciones, con el fin de “manipularlas y convertirlas en otro capitalismo”, donde los seres humanos más débiles van al descarte y achique a los seres humanos para sentar cada vez a menos personas en la mesa.
Este “capitalismo verde” viene a ser un nuevo maltusianismo.
El capitalismo ecológico contempla que “la especie humana es el problema y ante la dificultad de poder perder nuestra posición en el mundo, lo mejor es reducir el número de humanos”.
Para evitar esto, el papa Francisco ha convocado, en Asís, un encuentro sobre la Economía de Francisco de Asís, con el fin de reflexionar sobre una economía nueva que mueva a los jóvenes a pensar en una alternativa al capitalismo global “llamado ahora capitalismo verde”, y relacionándolo con el Pacto Mundial por la Educación.
Desde la perspectiva católica, ha dicho el obispo Argüello, se concreta todo ello “cuando damos importancia a lo pequeño, a las pequeñas cosas de cada día.
Porque en nuestra decisión a la hora de ir al mercado, a la hora de la compra, es donde se van jugando nuestros caminos. Son compromisos cotidianos que relacionan la dignidad de cada uno con el sentido de trascendencia”.
“Que la propuesta del papa Francisco –ha dicho Argüello—desde la fraternidad que compartimos, sea una manera de arrimar el hombro en esta ciudadanía común que compartimos, para avanzar en favor de la dignidad humana, del bien común y del cuidado de la Creación”.
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