Venezuela, Cuba, Brasil, e incluso la “laicista” Uruguay… la santería, el vudú y el candomblé, cada vez más poderosos
Cada vez es más común ver artículos de prensa y estudios académicos sobre la creciente influencia del cristianismo evangélico –especialmente el complejo mundo del pentecostalismo y sus derivaciones– en la política de muchos países de Iberoamérica. Pero pocas veces se alude a la importancia que tienen también los cultos afroamericanos, aquellas cosmovisiones que hacen un sincretismo de la fe católica con creencias religiosas de origen africano: vudú, santería, umbanda, candomblé…
Y es que su implantación es muy importante en algunos países, como sucede con la umbanda en Argentina y, sobre todo, en Uruguay, donde cientos de miles de habitantes participan en algunos de sus ritos. En Brasil se cuentan por millares los lugares de culto, y algunos han llegado a afirmar que la santería sería la religión más practicada en Cuba. Veamos ahora varios escenarios diferentes de la relación de estos cultos con el poder civil.
Brasil: controversia evangélica
En este país, la creciente influencia política de los sectores evangélicos y neopentecostales –sobre todo de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), secta fundada precisamente en Brasil y liderada por el magnate Edir Macedo– ha llevado a una situación de tensión entre estos sectores y los cultos afroamericanos.
Los representantes evangélicos afirman públicamente que los orixás o entidades espirituales veneradas por los umbandistas son demonios, y por eso las personas que los “incorporan” no serían otra cosa que poseídos que deberían ser exorcizados. Así, junto a la teología de la prosperidad, que es el elemento doctrinal principal en la IURD y otros grupos neopentecostales, se encuentra un importante componente de lucha espiritual, dirigida contra estos cultos.
Lo que supone una posición religiosa ante otra creencia, sobrepasa los umbrales confesionales al contar estos grupos evangélicos con una importante bancada en los órganos legislativos, lo que supone una consideración negativa de los cultos afroamericanos. Algo que ha aumentado con la elección de Jair Bolsonaro, aupado en gran medida a la presidencia por la IURD y sus medios de comunicación.
Han sido notorios en Río de Janeiro, por ejemplo, los actos protagonizados por grupos umbanda para protestar por la postura intransigente del prefecto de la ciudad, Marcelo Crivella, perteneciente a la IURD, de la que fue “obispo”. En noviembre de 2017, el Movimiento Umbanda de Amanhã protagonizó un gesto de repudio en una plaza, afirmando que el gobierno del prefecto “puede generar una gran guerra civil religiosa. ¿Vamos a cruzarnos de brazos?”.
Uruguay: presencia en el pluralismo
Uruguay, paradigma de laicismo de Estado en Iberoamérica, es un país con una presencia muy significativa del culto umbanda, que ha ido más allá de su implantación en las clases populares, al alcanzar una cierta importancia en la esfera política.
Por ejemplo, la llamada Mai Teta de Oshalá (Hipólita Osorio Lima), una figura fundamental en Montevideo entre los años 60 y su muerte en 1998, “se vanagloriaba de que diversos políticos, que ocuparon posiciones de importancia en Brasil y Uruguay, hubieran ido a consultarla; mencionaba a legisladores, ministros e intendentes”, según el antropólogo Renzo Pi Hugarte.
El evento que da mayor visibilidad social a la umbanda en el país es la celebración en honor de Yemanyá el 2 de febrero, que empezó a imponerse tras la dictadura, y que reúne cada año a decenas de miles de uruguayos en algunas de las playas más importantes. Además, en 1994 se inauguró un monumento a esta diosa, una escultura que fue aprobada por la Junta Departamental de Montevideo sin discusiones –a diferencia de lo controvertida que fue la aprobación de la cruz de Juan Pablo II cuando se tramitó en el Parlamento Nacional–.
Actualmente hay una figura ciertamente destacada en el panorama político, y la más relevante a nivel continental si nos referimos a la presencia de un representante de los cultos afroamericanos en el entorno político. Se trata de la Mae Susana de Oxum (Susana Andrade), diputada nacional por el Frente Amplio desde el año 2015.
Si ya antes era sobradamente conocida en el país por su defensa de los derechos de las minorías religiosas y de la práctica de una “laicidad inclusiva”, subrayando especialmente lo relativo a su propia comunidad, la umbanda, ahora ha pasado a una actividad legislativa en este sentido, dando más visibilidad aún a los seguidores de los cultos afroamericanos.
Cuba: cuasi religión oficial
Cuba, un Estado oficialmente laico, con una consideración más abierta del hecho religioso desde hace unas décadas, donde hay libertad de creencia e igualdad de todas las confesiones, cuenta curiosamente con una importante presencia de la santería no sólo a nivel social, sino también a nivel de vida institucional y política. Algo que pudo verse, por ejemplo, en los funerales de Fidel Castro.
La institución principal a este respecto es la Asociación Cultural Yoruba de Cuba, cuyo presidente forma parte de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el parlamento del país, y así podemos ver al babalawo al lado de los representantes de las principales confesiones cristianas de Cuba.
Esta institución es la encargada de publicar cada año, en los primeros días de enero, la denominada “Letra del Año”, un documento donde los babalawos más importantes revelan las predicciones de Ifá, un oráculo que orientará el nuevo año en los más diversos campos de la vida social, incluida la política, según los dictados de los orishás.
Por ejemplo, la última de las recomendaciones dadas por el oráculo para el año 2018 señalaba, después de muchos consejos personales, familiares y morales, “revisar el sistema educacional”. Algo que, ciertamente, va más allá de lo que está al alcance de los ciudadanos a título particular.
Pero hay otra agrupación afroamericana diferente. En su último informe anual sobre la libertad religiosa en Cuba, la ONG británica Christian Solidarity Worldwide (CSW) afirma que, aunque para cualquier confesión religiosa es obligatorio estar registrada en el Ministerio de Justicia para poder actuar legalmente, la Asociación de Yorubas Libres de Cuba no se ha registrado, con el fin de permanecer independiente de cualquier injerencia o control estatal.
Es curioso que esta Asociación de Yorubas Libres de Cuba ejerce una serie de oposición a la Asociación Cultural Yoruba de Cuba, antes citada, la oficialista. De modo que, tras la publicación de la Letra del Año, ya es normal que reaccione el segundo grupo criticando el documento. Este año, por ejemplo, han denunciado la que consideran “una Letra del Año totalmente manipulada y a tono con los intereses de la tiranía ateo materialista”, añadiendo que los que la elaboran “carecen de autoridad moral religiosa para hablar en nombre de los yorubas y publicar predicciones que afectan al presente y futuro” del país.
Venezuela: santería de Estado
Y terminamos con Venezuela, un país cuya vinculación política de estos últimos años con el régimen cubano también ha traído consigo una influencia religiosa muy peculiar. Algo que ha sido puesto de relieve, más allá de los rumores y noticias difundidas por Internet, por un libro de estilo periodístico publicado en 2015 por David Placer, titulado Los brujos de Chávez. La magia como prolongación de la política, como resultado de un trabajo intensivo de investigación de campo y de decenas de entrevistas a personas muy cercanas al anterior mandatario venezolano.
El libro no sólo repasa la importancia de la religiosidad esotérica en la figura de Hugo Chávez, en un sincretismo que aunaba elementos cristianos católicos, afroamericanos, adivinatorios y espiritistas, pero que al fin y al cabo serían las creencias personalísimas de un hombre concreto. La investigación de Placer demuestra la influencia social y política de las convicciones del que fue presidente de la República Bolivariana desde 1999 hasta su muerte en 2013.
Si bien es cierto que casi todos los antecesores en el cargo contaron con videntes o brujos como “ayuda” para el gobierno, lo que más destacó en Chávez fue el grado que alcanzaron las creencias afroamericanas en la toma de decisiones políticas y, como consecuencia, en lo que influyó lo esotérico en la élite social, política y militar del país.
Placer demuestra en su libro que los más altos oficiales del ejército viajaban con frecuencia a Cuba para iniciarse en la santería (con el rito denominado “hacerse el santo”). Otra muestra muy significativa es que hubo ritos “oficiales”, como una ceremonia nocturna de Palo (un tipo especial que necesita usar restos humanos) ante los restos de Simón Bolívar, oficiada por babalawos cubanos.
También se sabe que en la sede del Gobierno venezolano, el Palacio de Miraflores, hay una sala dedicada a estos ritos. Allí hizo llevar Hugo Chávez la espada de Bolívar, para que la tan venerada arma acompañe una serie de objetos mágicos como calaveras, amuletos, velas y otras ofrendas.
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