La primera oración dirigida a María, conocida en la actualidad, está escrita en griego y se llama Sub tuum praesidium (Bajo tu protección). En ella, a la Virgen María se le llama "theotokos", es decir, la "Dadora de nacimiento de Dios", "la Madre de Dios".
Esta oración es el texto más antiguo en el que se le llama Theotokos a la Virgen y es una referencia bastante importante desde un punto de vista histórico y teológico.
Encontrada en un fragmento de papiro
Esta oración, como se explica en Trisagion Film, fue "encontrada en un fragmento de papiro que data de aproximadamente el año 250 dC", solo un par de siglos después de la muerte y resurrección de Cristo, aproximadamente un siglo antes de Constantino y el Edicto de Milán.
Pero, lo que es aun más importante: dos siglos antes del Tercer Concilio Ecuménico, el Concilio de Éfeso, en el cual la Virgen María fue proclamada oficialmente, por primera vez, "Madre de Dios", Theotokos.
En 1917, la Biblioteca John Rylands en Manchester, Inglaterra, adquirió un gran panel de papiro egipcio, escrito en griego koiné (la lengua franca mediterránea en la que se escribieron los Evangelios) en el que se encuentra esta oración, en el fragmento etiquetado con el número 470.
Además, parece ser de una liturgia copta de Navidad (quizás Vísperas de Navidad), aunque el fragmento también podría ser una copia privada de la oración para uso personal.
Una oración que hemos heredado
Este papiro demuestra que ya existía una devoción a María desde los primero cristianos, quienes la reconocían como Madre de Dios. Actualmente, es un himno muy utilizado en la Iglesia ortodoxa y en las liturgias católicas; es especialmente rezado por los maristas y salesianos.
La oración en español es la siguiente:
Bajo tu compasión nos refugiamos oh theotokos,
nuestras peticiones no desprecies en tiempos de problemas,
sino rescátanos del peligro, tu solo santa, tu solo bendita
La versión en español de la traducción latina, que probablemente deriva del griego, data del siglo XI y es la que actualmente seguimos rezando:
Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios; no deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro, ¡Oh Virgen gloriosa y bendita!