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Las “Huellas” de San Ignacio: Escuela de Líderes para el Servicio

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Macky Arenas - Aleteia Venezuela - publicado el 31/07/19
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El movimiento juvenil que animan los jesuitas y que más jóvenes mueve en Venezuela

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San Ignacio falleció el 31 de julio de 1556.  Fue beatificado en 1609 y 1622. Fundó la orden religiosa de los jesuitas. En América han pisado fuerte con tal cantidad de obras que cuesta resumirlas. Los primeros misioneros jesuitas en el continente llegaron a Brasil en 1549 y a Venezuela en 1628.

Su historia es tan épica como la del fundador. Expulsados y regresados a nuestras tierras venezolanas, hoy desarrollan iniciativas que han sobrevivido  a la tremenda crisis que vive Venezuela a partir del liderazgo que sus miembros ejercen en la sociedad venezolana y el mundo académico e intelectual.

Los jesuitas, a través de sus colegios y universidades han formado élites de líderes muy destacadas a lo largo de generaciones. También se internaron en las zonas más necesitadas para las escuelas populares “Fe y Alegría”, un proyecto educativo que ofrece educación gratuita en primaria y secundaria y que hoy se extiende a las redes sociales con emisoras radiales propias. Fe y Alegría se ha esparcido por el mundo entero. Todo lo hacen “A la mayor gloria de Dios”.

No cabe duda de que la presencia jesuita en Venezuela ha dejado una profunda huella. Y es justamente esa “pisada” la que han logrado marcar en la población joven de este país, que tanto sufre la situación de incertidumbre y falta de oportunidades. Es el sector que mayormente quiere abandonar el país, sin importar la extracción social, en busca de horizontes, de oportunidades para crecer y progresar que hoy Venezuela no les ofrece.

 

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El “magis” ignaciano

El Movimiento Juvenil Huellas llegó para infundir esperanza y potenciar las posibilidades de la Venezuela joven para incidir en sus comunidades como agente de cambio como la apuesta de pastoral juvenil de la Provincia de Venezuela.  

Esta obra fue fundada por el padre Miguel Matos SJ el 9 noviembre de 1989, con el objetivo de construir una plataforma común de trabajo con jóvenes de sectores populares en todo el país. A lo largo de estos años ha brindado diversos programas y servicios que responden a las necesidades de esta población.

El Grupo Juvenil Huellas es el programa que mayor impacto tiene en la población joven. Cuenta actualmente con la participación de miles de adolescentes venezolanos y con el trabajo voluntario de cientos asesores, quienes se reúnen semanalmente en sus respectivos colegios y parroquias para participar en un proceso de formación que incluye valores la fe, el magis ignaciano, la solidaridad, la paz, la familia, la ciudadanía, la ecología, la sexualidad y la justicia.

Escuela de Líderes para el Servicio

A través de itinerarios de formación grupal, acompañamiento personal y experiencias significativas de acción social, forman personas capaces de servir y solidarizarse con los más necesitados.

Trabajan con una metodología propia que consiste en:

_Formación regular y sistemática en valores humano-cristianos

_ Pedagogía experiencial, contextual y participativa

_ Trabajo personal y grupal, reflexión teórica, acción comprometida y evaluación permanente

Están presentes en todas las zonas del país, incluido el eje fronterizo, hoy tan problemático. Huellas tiene presencia en 47 ciudades y 19 estados del país, atiende cerca de 8.500 niños, adolescentes y jóvenes en sus diversos programas, con un grupo voluntario de 325 personas que acompañan la formación semanal y la acción social de los Huellistas a nivel nacional. El equipo de oficina que gestiona y acompaña las diversas Áreas, Zonas y Programas de la Asociación Civil es de 30 personas.

En realidad, es una “Escuela de Líderes para el Servicio”, tal y como se definen, dedicada a la formación de liderazgo en valores humanos-cristianos, desde la inspiración ignaciana, comprometida con la realidad global y la promoción de la dignidad humana.

Desarrolla su misión a través de tres grandes programas: Grupo Juvenil, Casa de los Muchachos y Comunidad de Universitarios Padre Alberto Hurtado (CUPAH); y dos Servicios: Centro de Formación San Luis Gonzaga y Comunidad Laical Ignaciana (CLI).

 

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“No se vale simplemente sobrevivir”

Huellas ha conectado con la natural rebeldía de los jóvenes y su inagotable energía dispuesta a transformar y nunca conformarse. El movimiento forma parte de la Red de Acción Social de la Iglesia Católica que este año arribó al décimo aniversario de Constructores de Paz, un espacio en el que se dan cita miembros de 15 organizaciones de base para compartir sus experiencias de ayuda humanitaria, desarrollo comunitario y promoción humana. Este año, la reflexión estuvo centrada en la dignidad humana, que en medio del grave contexto político, económico y social del país, se ha visto seriamente afectada por un comportamiento social generalizado que promueve el atropello y la violencia.

Ante más de 500 activistas comunitarios, reunidos en el Aula Magna de la Universidad Católica Andrés Bello, el padre José Virtuoso SJ, Rector de la UCAB, inauguró el encuentro afirmando que en Venezuela vivir con dignidad significa “defender, exigir y luchar por nuestra dignidad. Una dignidad que nos ha sido arrebatada y no nos las van a regalar”. De acuerdo al criterio del P. Virtuoso, ante las estrategias de control social y dependencia ejercidas contra la población del país, las organizaciones sociales de la iglesia deben convertir la dignidad en una bandera de lucha no sólo en la exigencia de derechos esenciales a la salud, la alimentación, a la educación sino en “despertar la conciencia de que cada uno somos personas, que tenemos derecho a exigir nuestros derechos fundamentales y a ser dueños de sueños y de la esperanza”.

Perfilan una “Iglesia relacional”

El equipo de huellas considera que “si el diálogo es sensato, no hay imposición de ideas ni de experiencias ni de prácticas, sino construcción crítica de significados. Consiste en el “nosotros” eclesial del cual emanan nuevos caminos de comunión y evangelización. Refiere a jóvenes y adultos creando alternativas pastorales eclesiales dirigidas a cualquier público destinatario. Ese “nosotros” resultante, con la vitalidad y audacia juvenil, representa “un nuevo rostro eclesial, una iglesia de nativos digitales, que la acerca existencialmente a todas las personas abiertas a vivir desde la creatividad, verdad, libertad y fraternidad”.

Aspiran a que los jóvenes,  nativos digitales, puedan ser parte de diagnósticos, proyecciones, evaluaciones e instancias de toma de decisión sobre la misión. Pero además que tengan apoyo eclesial para crear y liderar procesos de evangelización en los cuales los adultos sean un soporte significativo y no un obstáculo que dificulta y mata iniciativas juveniles. Desean reducir la distancia que la separa del mundo juvenil debido a la incomprensión mutua, pedagogías y prácticas pastorales anacrónicas y modos de gestión autoritarios y excluyentes.

“Nos toca –dicen- abrir más espacios y caminos de protagonismo juvenil venciendo liderazgos adultocéntricos. La Iglesia Local Sinodal representa una prioridad para implicar a los nativos digitales, de la condición que sean, creyentes y de buena voluntad, con mayor fuerza en procesos de diálogo, espiritualidad y discernimiento”.

 

Conflictividad y “Zonas de Paz”

En la conflictividad política venezolana de este último período han sido asesinados, aproximadamente, 55 jóvenes, según el Observatorio de Conflictividad Social. Se trata de 55 trayectorias de vida que enlutan a toda la colectividad venezolana. Junto a cada familia víctima de la violencia política, se entremezclan otras familias que también han padecido el desgarro de la muerte.

“En Huellas apostamos –señalan- por el liderazgo juvenil, por lo tanto acompañamos a los jóvenes a descubrir y capacitar sus capacidades ciudadanas por medio de experiencias de acción social, mientras esperamos que el Estado y su institucionalidad sea un aliado significativo para que los jóvenes efectivamente encuentren su lugar en la historia desde donde contribuir con el desarrollo sustentable del país”.

Aspiran a desarrollar políticas públicas y mecanismos de participación juvenil tendientes a construir ambientes pacíficos y de armonía social, en los que los jóvenes desarrollan potencialidades diversas al ser tratados como ciudadanos y no como criminales. “En tal sentido –puntualizaron-  rechazamos las “Zonas de Paz”, los Operativos de seguridad llamados OLP y las acciones de los cuerpos de seguridad del Estado que tratan a los jóvenes en las protestas pacíficas como si fueran criminales”.

30 años de trabajo y convivencia

Huellas enfila hacia su aniversario número 30 y los huellistas, como se llama a sus miembros, saben que ser joven en este momento en Venezuela, año 2019, no es fácil, porque hay muchas condiciones contextuales (conflictividad política, crisis económica y emergencia humanitaria compleja) que adversan uno de los rasgos fundamentales de la juventud, la capacidad de soñar. El deseo de quienes activan en “Huellas” es legítimo: “comer, que su familia progrese y supere la crisis, graduarse, conseguir un buen trabajo, vivir en una mejor Venezuela”.-

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