La pérdida de un ser querido es uno de los cambios más dolorosos y traumáticos para la vida de las personas. Sufrimos una ausencia que nunca más volverá a ser restablecida. Nadie puede sustituir a nadie. Todos jugamos un papel irreemplazable.Especialmente en los periodos vacacionales (verano, Navidad, etc.), las personas notan de forma más acusada la ausencia de los seres queridos que han perdido: en las fotos ya no están, su asiento está vacío en las comidas, sus bromas ya no se escuchan…
Frases que se repiten en tu cabeza como un mantra provocan un dolor aun mayor de forma inconsciente: “se acabó, ya nada será igual”, “el tiempo más feliz de mi vida terminó”; “sin él/ella, nunca más me sentiré feliz”.
En este proceso, cualquier emoción: tristeza, rabia, miedo, culpa…, es natural y válida. Si se reprimen terminan exteriorizándose en forma de enfermedad física (dolores de cabeza, acidez en el estómago…) o de manera desproporcionada ante situaciones que no tienen mayor relevancia objetiva.
La muerte y el dolor son inevitables pero el sufrimiento se puede atravesar de otra manera.
Claves para atravesar la pérdida de un ser querido
- Acoge tu emoción: es posible que, incluso años después, tengas momentos de tristeza por el recuerdo de la persona que ya no está a tu lado. Si sientes la necesidad de expresar tu dolor, acógete, eso significa que todavía necesitas sacar más.
- Haz un buen duelo: habla de él/ella, mira de vez en cuando sus objetos personales si lo necesitas. No conviertas a esa persona en una innombrable, o la herida no cicatrizará bien. Es bueno que incluso los niños puedan despedirse de la persona, siendo muy conscientes de que no volverán a verla. Con las palabras apropiadas, los niños asimilan muy bien los cambios si se les acompaña y los adultos pueden cerrar mejor el ciclo de vida que ha terminado.
- Celebra su vida: puedes pasar el resto de tu vida lamentando la pérdida, o –tras un periodo de tristeza natural- dejar paso a la fase del agradecimiento. Frases como: “qué suerte tengo de haberte conocido”, “doy gracias por los años contigo”, “el tiempo a tu lado me hizo mejor persona”, te ayudarán a sentirte mejor y enfocar tu mente en lo positivo. Recuerda que todo lo vivido con esa persona forma parte de tu vida.
- Date el derecho a recuperar la sonrisa: recuerda que la persona que has perdido deseaba que fueras feliz. Él/ella no querría verte así durante años. Cuando te sientas con fuerza, recupera tus hábitos y permítete adquirir algunos nuevos.
- Deja paso a lo nuevo: mantener sus cosas en el armario o su cama tal y como la dejó por última vez no hará que vuelva. Haz hueco para otras cosas. Permite que otras personas utilicen su cama. Eso no te convierte en una persona insensible ni hace que quieras menos a la persona que has perdido. Dar un uso nuevo a las cosas hará que pierdan la sombra de tristeza que pudo quedar en ellas.
- Mantén la esperanza: es cierto, ya nada será igual. Pero no tiene por qué ser peor. Todavía puedes divertirte, aprender y vivir nuevas experiencias que te hagan crecer.
- No dejes de amar: el dolor por una pérdida puede producir rechazo a mantener nuevas relaciones de amistad por miedo a sufrir una posible pérdida futura. Sin embargo, sigue valiendo la pena amar por encima de todo.
Convierte lo que te queda de vida en un homenaje para los que se han marchado antes que tú.
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