Augusto Alonso y Agustín Guillot comparten muchas aventuras desde que sus caminos se encontraron. Su pasión por el deporte y una verdadera perspectiva de vida es lo que les ayuda a salir adelante y ser felices en cada circunstancia que se les presenta.
Agustín es guía de montaña y hace unos años sufrió un accidente cuando estaba trabajando en el campo haciendo pasturas. Resbaló con aceite del tractor y al caer, la máquina le amputó la pierna.
“En esos treinta minutos esperando a la asistencia médica pensé que me iba a morir. Lo segundo que pensé fue que no iba a volver a caminar, que se había acabado mi carrera como guía, que no volvería a tener pareja y que iba a tener que depender de mis padres”.
Agustín dice que todas esas cosas eran las que entendía por discapacidad, pero que luego del accidente tuvo un regalo; uno de los momentos de mayor claridad en su vida. Vivió un cambio de perspectiva: “lo feliz que podía ser sin una pierna”.
Cuando la gente llegaba a verlo al hospital él sentía que venían a su velorio, pero un día recibió la visita de Augusto; un apasionado de la bicicleta que luego de ser diagnosticado y tratado por un tumor maligno le tuvieron que amputar la pierna para salvarle la vida.
Augusto comenzó a plantearse la vida desde otro punto de vista y compartió su experiencia con Agustín: “experimenté el vacío, tocar fondo y no encontrar significado a mi vida. Ese fue un momento de plena conciencia. El motor principal que me incentivó a caminar de nuevo”.
Agustín dice que la perspectiva cambia cuando la gente se da cuenta que utilizan una prótesis. “La mayor limitación con la que lidiamos no es nuestra discapacidad, sino los ojos con los que la sociedad ve la discapacidad”.
Para ellos no solo los une el hecho de tener amputada la pierna, sino la perspectiva que los llevó a trabajar y vivir experiencias juntos en un camino de crecimiento con grandes enseñanzas: empezar a vivir la vida de otra manera y ver las circunstancias con otros ojos.
Creen que si no hubiesen estado al borde de sentirse solos o cercanos a la muerte y que alguien los trate de “diferentes”, no se hubiesen planteando dónde poner la mirada y los valores que querían rescatar de la vida.
Lo que otros piensan o dicen, puede llevarnos a dejar de hacer o intentar
En un viaje que hicieron a Chile, estaban haciendo una subida en bicicleta muy pesada cuando una camioneta pasó por su lado y se detuvo. Un hombre se bajó para abrazarlos y felicitarlos. También había sido amputado y no sabía que se podía pedalear.
En otra oportunidad a Agustín le preguntaron si podía hacer escalada en sus condiciones y a Augusto si a su novia la faltaba algo. ¿Cuántas veces las cosas que los demás piensan o nos dicen hacen que dejemos de hacer cosas o que ni siquiera las intentemos?
No nacemos discriminando, eso lo aprendemos
Agustín cuenta que luego del accidente vivió un momento increíble al reencontrarse con sus hermanas más pequeñas. Diana con 2 años al ver su pierna le dijo “ah, te quedó bien cortita” y Julia con 5 años lo abrazó, lo miró y le dió un beso en el muñón; un gesto de gran ternura que nunca se hubiese imaginado.
No nacemos discriminando, eso lo aprendemos. La perspectiva no la adquirimos solos, sino que son nuestros padres quienes nos educan. Agustín dice que si los padres dejaran que los niños se acerquen, uno podría explicarles que esto puede sucederle a cualquiera, lo que se puede y no se puede hacer y qué deportes uno puede hacer con la prótesis.
Las oportunidades no llegan, hay que buscarlas
“Mi accidente y la enfermedad de Augusto nos quitaron muchas posibilidades, pero si uno tiene la conciencia y la actitud correcta puede ver en las peores crisis las oportunidades. Y esas oportunidades no surgieron porque nos faltaba la pierna, nos surgieron porque salimos a buscarlas”.
Para ellos “la vida es como un juego de cartas. No siempre nos tocan las mejores cartas, pero queda en nosotros tomar las cartas que nos tocaron y jugar el mejor juego que podamos”.
Hoy celebramos a...