24 equipos de hombres y mujeres disputarán en Bogotá la segunda versión de un torneo inspirado en los mensajes del papa Francisco: “hacer lío” y “no ser jóvenes de sofá”En 2016, después de asistir a la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Cracovia, a Carlos Meléndez se le ocurrió que los jóvenes colombianos debían promover algún evento o actividad creativa que sirviera para “callejear la fe”, tal como lo había dicho coloquialmente el pontífice en esa ciudad polaca.
Las frases “hacer lío” y “no ser jóvenes de sofá”, también le habían quedado dando vueltas en su cabeza, pero fue el padre Carlos Iván Martínez, director del Instituto Jesús Adolescente, quien apoyó su idea de organizar un campeonato de fútbol entre 32 parroquias de Bogotá. A la idea de Carlos se unieron otros peregrinos que estuvieron en Cracovia, entre ellos Sarah Jiménez y Juan Carlos Valencia, quienes hablaron con la arquidiócesis, parroquias, grupos juveniles, entidades provida y pusieron en marcha la I Copa Católica.
“La respuesta de los jóvenes y las parroquias, a través de las redes sociales y amigos fue extraordinaria”, recuerda con alegría Sarah, una ingeniera de alimentos que se desempeña como coordinadora general de la Copa, cuya primera versión se efectuó en 2018 aprovechando la fiebre futbolera generada por el Campeonato Mundial celebrado en Rusia. Los 32 equipos inscritos se dividieron en ocho grupos que luego, como en el Mundial de la Fifa, fueron superando las diferentes rondas hasta tener un campeón.
“Pensamos en un torneo de fútbol 5 de tinte católico que les permitiera a las parroquias, las comunidades religiosas, los colegios católicos, grupos artísticos y jóvenes con trayectoria dentro de la Iglesia, evangelizar a través del deporte y crear valores desde la competencia”, explicó Meléndez a Aleteia. Para él, la participación de equipos mixtos sirvió para descartar la rivalidad y competencia que priman en el mundo moderno y les dio sentido a conceptos como participación, amistad, tranquilidad y cuidado del otro. “Esas circunstancias obligaron a que los hombres tuvieran en cuenta la delicadeza de las mujeres en el juego al manejar el balón o cuando disparaban al arco”, señaló este administrador de empresas.
En la primera Copa participaron más de 350 deportistas mayores de 16 años que fueron avalados por sus párrocos. Los equipos —de solo cinco jugadores—debían incluir a mujeres en sus nóminas y en la cancha era obligatoria la presencia de al menos una de ellas. Cada partido duraba una hora que se dividía en tiempos de 30 minutos y su arbitraje estuvo a cargo de jueces afiliados a la liga de Bogotá. Como norma obligatoria se dispuso que antes de empezar los encuentros los capitanes, acompañados por todos los jugadores, hacían una oración en la mitad del terreno de juego.
El campeonato lo ganó Santa María de la Esperanza, una parroquia del barrio Santa Librada, sector de estratos populares ubicado en el sur de Bogotá. El subcampeonato fue para la Sociedad de San Pablo, un equipo conformado por sacerdotes y seminaristas, y el tercer lugar lo obtuvo Madre y Reina del Carmelo, parroquia del barrio Marsella, en el occidente de la capital colombiana.
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Mundial a la vista
El balance de este primer “lío” futbolero fue muy satisfactorio y dejó sembrada la semilla para “callejear la fe” y extender la evangelización deportiva a otras disciplinas como baloncesto, voleibol y ultimate. En los cuatro deportes intervendrán equipos mixtos.
En esta versión 2019 el número de equipos se limitará a 24, los partidos serán de 90 minutos, ya no se jugará en canchas para fútbol 5 sino en terrenos de juego reglamentarios, de césped, para once jugadores. Para recalcar el concepto de inclusión, será obligatoria la inscripción en planilla de cuatro mujeres, de las cuales dos estarán en la cancha. Aunque en un principio se estableció que era un evento para jóvenes mayores de 16 años, en esta versión se ampliará la edad máxima ya que algunos sacerdotes mayores de 40 o más años solicitaron su participación.
El reglamento, según Carlos Meléndez, está ajustado a preceptos católicos que se evidenciarán en las eucaristías, el congreso técnico previo al campeonato, las reuniones de los delegados y los mismos partidos en los cuales, como en el torneo anterior, será fundamental la oración liderada por los capitanes. Los organizadores señalaron que la Copa Católica 2019 enfatizará en valores como compromiso, respeto, trabajo en equipo, solidaridad y cuidado de los demás. Esto implica que los deportistas “vean a Cristo vivo en el contrincante o el rival del momento”.
Por ahora está confirmada la participación de un buen número de parroquias bogotanas y no se descarta que se admita la inscripción de delegaciones juveniles de otras ciudades que no quieren “ser jóvenes de sofá” pero que desean “evangelizar mediante el deporte, teniendo a Cristo como centro de sus vidas”.
El comité organizador quiere llegar más lejos y para 2020 ya prepara una Copa Católica Mundial que tendrá como sede a Bogotá. Parroquias de España, Brasil, Perú, Panamá, México y Costa Rica ya expresaron su deseo de participar con equipos mixtos. Incluso, los jóvenes emprendedores colombianos y el Instituto Jesús Adolescente ven con optimismo la posible intervención de un equipo del Vaticano.
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