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El emocionante discurso de Ginóbili a su familia

GINOBILI
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Esteban Pittaro - publicado el 29/03/19
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La despedida de uno de los mejores atletas argentinos de todos los tiempos, leyenda del deporte.

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La ceremonia del retiro de la camiseta número 20 con la que vistió por 16 años a los San Antonio Spurs fue una suerte de última función de Emanuel Ginóbili en los courts de baloncesto. Y tuvo todo lo que la maravillosa obra de teatro que fue su vida tenía que tener: un tributo a su talento deportivo, a su laboriosidad, a lo que significó para la Argentina, a su amistad y a su familia.

Y fueron justamente los momentos dedicados a su familia los que más conmovieron y emocionaron al que probablemente sea el mejor atleta argentino de todos los tiempos, uno de los más destacados que jamás hayan nacido en tierra latinoamericana.

Minutos antes de que se devele en lo alto del estadio su camiseta, en un extenso discurso de agradecimiento, Manu reservó los últimos minutos para su familia. Primero buscó con la mirada a sus padres Jorge y Raquel, que no logró hallar en el medio de los miles que colmaban el AT&T Center. Mejor, como expresó, porque no hubiese contenido el llanto.

“A ellos, gracias por darnos todo lo que necesitábamos, aunque a mamá mucho no le gustó al principio que querías un hijo doctor, abogado, contador o lo que sea, pero siempre la libertad total de elegir. Papá, siendo un fanático total del básquet, jamás interferiste en nada con mis compañeros, entrenadores, clubes, con nadie pero siempre te sentí al lado pegadito apoyándome, eso vale más que cualquier consejo”, aseguró sobre sus padres.

Al referirse a sus niños, en el court central con él, recuperó el humor, y se río con el estadio de la incomprensión de los tres, a los que les aclaró que su papá no estaba triste, sino muy contento, y que su llanto era de felicidad. “Todo lo que hacemos con mamá es por el bien de ustedes”, les recordó.


MANU GINOBILI
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Y ante su esposa Marianela, en una suerte de renovación de votos matrimoniales, Manu dijo mirándola los ojos que el evento tendría que durar dos o tres horas para agradecerle. Y siempre al borde del llanto hilvanó unas tiernas palabras que conmovieron a todos:

“Gracias por aguantar mis obsesiones por veintipico de años…. que la siesta tiene que ser a esta hora, que el silencio tiene que ser total, que la comida tiene que ser esto, que no puedo salir que mañana juego, pero jugué ayer, mañana…. Gracias por bancarte eso y que todo esto sea más fácil y que solo tenga que pensar en jugar. Gracias por bancarte veranos y veranos que tendrían que haber sido nuestro momento familiar, disfrutando en una playa descansando, permitiendo que me vaya a jugar todos los veranos o muchos veranos con los chicos (compañeros de selección) a Londres, Japón, China, Mar del Plata, lo que sea, y vos sintiéndote orgullosa de que hiciera lo que a mi me gustaba y estuviera con ellos. Muchísimas gracias porque sé que te robé un montón de tiempo. Gracias por tu compañía, gracias tu amistad, gracias por tu amor incondicional, gracias por hacerme quien soy. Gracias por tantas veces relegar tanto de vos para ponerme como prioridad a mí y a tus hijos. Voy a estar en deuda para siempre pero calculo y estimo que tengo 40 o 50 años por delante para retribuirte y haré todo lo que pueda para hacerlo”

 

 

Nunca la casaca de un sudamericano había sido retirada en la NBA. Nunca en un estadio de esta liga se había entonado el himno argentino. Nunca el mensaje de un presidente argentino, como ocurrió con el de Mauricio Macri, había sido transmitido en una de sus pantallas. Nunca un entretiempo había sido destinado a las estrellas de una selección foránea como se hizo con la generación dorada en la mesa redonda del entretiempo. Y más allá de virtudes que Manu no mencionó, pero que sus compañeros y admiradores se ocuparon de hacer al resaltar su vocación al trabajo y al esfuerzo, Ginóbili reconoció detrás de su gran trayectoria a su familia. La familia en la que nació, la familia que lo acompañó, la familia a la que hora promete entregarse por entero.

Ginóbili ya es leyenda del deporte. Gracias a él. Gracias a su familia. Gracias Manu.

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