La ciudad italiana también fue nombrada capital cultural europea de 2019 En un rincón al sur de Italia se encuentra esta ciudad de piedra. Quienes la han visitado, dicen que se parece a Belén, sobre todo de noche, cuando las pequeñas luces iluminan la piedra y, a lo lejos, la montaña parece un gran pesebre.
Varios directores de cine han pensado lo mismo. Pier Paolo Pasolini filmó ahí parte de “El Evangelio según Mateo“, Mel Gibson “La Pasión de Cristo” y, más recientemente, Cyrus Nowrasteh la usó como escenario de “Cristo el Señor: salida de Egipto”.
En el 2014, Matera fue nombrada capital cultural europea para este 2019 junto a la ciudad de Plovdiv, en Bulgaria. Hoy todavía muchos no se lo creen. En la década de 1950, Matera también era noticia, pero por la precarias condiciones en las que vivían sus habitantes en los llamados Sassi, unas grutas excavadas dentro de la montaña que incluso fueron llamadas “vergüenza nacional” por falta de higiene.
La gente fue obligada a salir de allí y las re-establecieron en el lado moderno. Algunos se negaron, otros las convirtieron en restaurantes u hoteles, pero como reza la guía inglesa Fodor’s: “Matera es el único lugar del mundo donde la gente puede presumir de estar viviendo aún en las mismas casas que sus antepasados de hace 9.000 años”.
Por eso los Sassi siguen siendo el mayor atractivo turístico; incluso, fueron nombrados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1993 por representar un sistema de vida milenario que, además, muestra un equilibrio con la naturaleza sin dañarla. Según la propia página de la organización, “este sitio posee el más extraordinario y mejor conservado conjunto de viviendas trogloditas de la cuenca del Mediterráneo, perfectamente adaptadas a la morfología del terreno y el ecosistema de la zona. Los sucesivos asentamientos del hombre en este sitio, desde los tiempos del Paleolítico, ilustran toda una serie de etapas importantes de la historia de la humanidad”.
Pero hay muchísimos otros lugares de interés en esta ciudad italiana, sobre todo de índole religioso. También son Patrimonio de la Unesco un conjunto de iglesias rupestres moldeadas en roca y decoradas con frescos tan antiguos como hermosos (son más de cien). El tipo de roca que rodea Matera se llama calcarenita, aunque la gente del pueblo le dice “tufo”, y se caracteriza justamente por ser maleable.
En lo más alto de la ciudad, se encuentra la catedral, construida entre 1268 y 1270 y con unas vistas espectaculares. Fue dedicada a Santa Maria della Bruna desde 1389, a quien podemos ver en la puerta principal junto a San Pedro y San Pablo. Con un estilo arquitectónico románico-apuliano, destaca su campanario de 52 metros de alto. Su interior es mayoritariamente barroco, aunque se han encontrado también pinturas de la época bizantina, como un fresco con la escena del Juicio Final. La catedral tuvo daños severos tras pequeños colapsos en el 2003, pero luego de años de restauración, abrió sus puertas nuevamente en el 2016 y no sólo recobró todo su esplendor, sino que descubrieron frescos que probablemente habían sido cubiertos en una remodelación de principios del siglo XVI.
Otros lugares de interés son el Museo Nacional de Arte Medieval y Moderno de Basilicata y la Plaza Vittorio (debajo de ella está el Palombaro, una enorme cisterna antigua que se utilizaba para recoger agua potable).
Para este año, planean diferentes actividades por ser la cultural europea de 2019, desde visitas guiadas a los sitios más emblemáticos hasta recorridos vinícolas o la primera investigación significativa sobre la historia de su arquitectura rocosa.
Sin duda, es una ciudad que está hecha para recorrerla a pie, poco a poco, disfrutando de las maravillas del paisaje, de la melancolía de sus atardeceres, de su gastronomía (no dejen de probar su pan tradicional y algunos de sus vinos) y de la ancestral e interesante historia que está labrada en su roca.