Por qué tiene tan mala fama el tercer lunes de enero y cómo darle la vuelta
Confieso que cuando la editora de Estilo de Vida de Aleteia me propuso hablar del Blue Monday, mi fiera anticonsumista lanzó un rugido desde lo más hondo de mi interior. «Otro invento más de las redes sociales», «un operativo de marketing para que hablemos de ello, como los challenges o los virales de gatitos»…
Me irrita que me quieran controlar la vida, porque creo que suficientemente controlada está por Google, WhatsApp, Tripadvisor, Facebook, el GPS y mi compañía de teléfonos. Ni mi madre se atreve a preguntarme tanto dónde he estado, pero sí lo hacen Google y TripAdvisor y ¡además me piden que dé mi opinión sobre el lugar!
El último tsunami consumista comenzó con el Black Friday, le siguió el Cyber Monday y la inundación se ha producido con las rebajas postnavideñas. ¿Qué es el Blue Monday? Algo que, visto en cadena, se podría equiparar a los restos del naufragio. Veamos.
Se llama Blue…
Porque responde a las largas noches de invierno, las que en el mes de enero siguen a la primera semana navideña. No son negras, sino de un azul oscuro.
En esto ya no estoy conforme. Para mí un día triste debería pintarse de marrón o gris, que son colores poco agraciados. Pero es que sé que este gusto no es universal. Si el marrón fuera un color horrible, Burberry no estaría de moda. Y Audrey Hepburn en «Breakfast at Tiffany'» decía que tenía «un día rojo» cuando era un día malo. Así que la cosa no está clara.
Se llama Monday…
Porque es el tercer lunes de enero, que suele coincidir con los días en que llega a nuestra cuenta corriente el pago de los gastos navideños hechos con tarjeta de crédito. ¿Encargaste un crucero? ¿Compraste el último iPhone? Olvida las promesas del muchacho que te atendió tan amablemente. Ahora solo sois dos frente a frente: tú y tu bolsillo.

¿Es cierto que es «El Día más Triste del Año»?
Si eres pesimista, desde luego. Y además te han avisado. Si eres determinista, el peso implacable de la desgracia caerá sobre ti (según dicen). Pero si quieres saber por qué a este pobre lunes de enero le ha caído tan mala fama, solo tienes que leer a qué responde este sambenito del Blue Monday.

Todo comenzó como una campaña publicitaria
En 2005, la compañía Sky Travel ideó una campaña publicitaria en la que se decía que un investigador de la Universidad de Cardiff (Reino Unido) llamado Cliff Arnall había llegado a la conclusión, mediante una fórmula científica, de que este lunes era «el día más deprimente del año» y le llamarías Blue Monday.
¿Existe en verdad este científico?
Las ganas de destruir el Blue Monday me pueden, así que clico en Google el nombre de Cliff Arnall. Menuda sorpresa. Es psicólogo y, por lo que veo en las fotos de LinkedIn, se presenta como autor del Día más deprimente del año. No le ha ido mal dando conferencias y talleres sobre este asunto, a juzgar por una imagen de él (intuyo) paseando por la playa al atardecer y una avioneta que como mínimo te lleva a las Seychelles.
«El Día más deprimente del año» o día más triste del año, como quieran llamarlo, surge de la siguiente fórmula:
1/8C+(D-d) 3/8xTI MxNA
Tanta ciencia me aturde. Traducida al lenguaje de los mortales, descodificamos y la línea significa:
‘C’ es el valor que se atribuye al clima (indudablemente no es lo mismo andar ese lunes por una playa de República Dominicana que estar hasta las orejas de nieve en el Pirineo aragonés).
‘D’ son las deudas que nos han dejado los gastos de Navidad. Diría que ese es el valor más real y cuantificable de toda la fórmula.
‘d’ es el dinero cobrado con el sueldo de diciembre. Otra cifra irremediablemente cierta. Abro la app del banco para ver si ha crecido pero no: es la que es. Y me temo que lo de la minúscula en comparación con la D ya es por algo.
‘T’ el tiempo transcurrido desde el final de la Navidad.
‘I’ es el tiempo transcurrido desde que hicimos un propósito de Año Nuevo (dejar de fumar, ir al gimnasio, perder peso).
‘M’ son los niveles de motivación de cada persona.
Finalmente, ‘NA’ corresponde a la necesidad de actuar para dar un nuevo rumbo a mi vida (a mejor, se entiende).
Más de un científico se echa a llorar (de risa) cuando ve la fórmula. Las variables son arbitrarias y, además, ¿cómo se miden cuestiones como la motivación personal? Aún así, ya que nos hablamos del dichoso Blue Monday, vale la pena aceptar el reto y pasearse por la fórmula.