Tú permitirás, Dios Todopoderoso, que me dirija a Ti,
y que te hable con total libertad; yo, que sólo soy tierra y polvo,
y sin embargo estoy encadenado por Tu amor.
Antes de conocerte, no existía, era infeliz,
el sentido de la vida era desconocido para mí y en mi ignorancia
mi ser profundo me escapaba.
Gracias a Tu misericordia, comencé a existir:
ahora sé, sin ambigüedad, que tuve la existencia por Tu bondad.
Sé que Tú, que no necesitabas que yo existiese,
no me diste la vida para ser desgraciado.
Concédeme que te adore, nuestro Padre y a tu Hijo contigo;
para ser digno del Espíritu Santo que procede de Ti
por el único Hijo.
Amén
El autor, un hombre agradecido
Estas bellas palabras al Creador son de san Hilario de Poitiers, un hombre que, ya en la edad adulta y con una hija, conoció el cristianismo y llegó a convertirse en obispo y Padre de la Iglesia. ¿Conoces su historia?
Nació en Poitiers (Francia) a comienzos del siglo IV en el seno de una familia pagana, pero su inquietud intelectual lo llevó a estudiar filosofía y leer la Biblia. Se convirtió al cristianismo de adulto, casado y con una hija, Abra.
Poco después la ciudad lo aclamó obispo, siendo ya un casado padre de familia. Siete años después, el emperador Constancio II, aliado de los arrianos, lo desterró cinco años a Frigia (en la actual Turquía).
Sin embargo, allí, aprendió griego y el contacto con la teología cristiana oriental hizo fructificar su pensamiento.
El "Atanasio occidental"
Así, escribió el tratado Sobre la Trinidad, que sería esencial en la lucha contra la herejía arriana. En Oriente, sería el contemporáneo san Atanasio quien acometería esta batalla.
Regresó a su diócesis en el año 361 y fue protector de un joven Martín de Tours.
San Hilario de Poitiers fue declarado Doctor de la Iglesia por el papa Pío IX en 1851 por su aportación al dogma trinitario.
Es patrono de Poitiers, en Francia. En España hay un único municipio del que es patrón: Comares, en la provincia de Málaga.