Los artefactos de guerra entregados por esta guerrilla fueron fundidos y hacen parte de una impactante obra de arte extendida en el piso de una vieja casa de Bogotá
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Para la escultora Doris Salcedo, lo más importante de la obra que elaboró con el arsenal de siete toneladas entregado por las FARC a la ONU, no era “otorgarles belleza a las armas ni glorificar la violencia”. Por eso descartó el concepto de “monumentalizarlas” y decidió ubicarlas equitativamente —extendidas y articuladas en el suelo— para invertir la relación de poder e intimidación que ejercían sobre la población civil.
Al explicar por qué su obra Fragmentos es un contramonumento, la artista bogotana precisó que los monumentos tradicionales son “jerárquicos, verticales y totalitarios” que la gente olvida pronto o no sabe por qué se pusieron o a quienes corresponde. Además, dijo a los periodistas que su obra no es para admirar, sino para que los colombianos recuerden que la guerra no debe regresar al país.
El proceso de elaboración del contramonumento empezó en septiembre de 2017 cuando la Misión de la ONU en Colombia recibió las armas de fuego que las Farc decían haber tendido en su poder. En total eran más de 9.000, entre las cuales había fusiles, ametralladoras, subametralladoras, morteros, revólveres, pistolas, lanzacohetes, lanzagranadas, granadas, minas antipersonales y más de 1.700.000 municiones de diferentes calibres. Todo ese arsenal, sin contar la inmensa cantidad de explosivos y otros peligrosos elementos de guerra, sumaron 37 toneladas de metal que fueron fundidas.
El material fundido fue utilizado por Doris para elaborar con sumo cuidado 1.300 placas metálicas que fueron trabajadas a martillazos por 17 mujeres víctimas de violencia sexual por parte de los protagonistas del conflicto armado: guerrilleros, paramilitares y agentes del Estado. El resultado es una inmensa superficie metálica de color grisáceo, de 800 metros cuadrados, en la que se evidencian líneas irregulares, protuberancias indefinidas y relieves alargados que semejan las cicatrices dejadas por la violencia y la muerte.
Salcedo lo recalcó al presentar sus Fragmentos: “Es extraordinario tener la posibilidad de fundir armas que generaron dolor y construir con esas armas una posibilidad de vida, porque el arte permite la continuación de la vida”.
Al comentar el trabajo de las mujeres que participaron en la elaboración de una obra que considera colectiva, la artista señaló que “es el momento de no centrarnos en los actores del conflicto y empezar a conocer el papel de millones de víctimas y que sean ellas quienes narren sus historias. Por eso el contramonumento es por y para las víctimas.”.
La obra está ubicada en Arte y Memoria, una casa en ruinas del barrio La Candelaria, en el centro histórico de Bogotá, a pocos metros de la Casa de Nariño, sede de la Presidencia de Colombia. Allí, según algunos asistentes, se compaginan con acierto el concepto de una creación futurista que rechaza el pasado y los despojos de un hermoso lugar que se niega a morir. En efecto, para visitantes como Daniela Sierra, la superficie da la sensación de una violencia aplastada para siempre por la fuerza de la razón, mientras que a Víctor Morales le parece que los gruesos paredones a punto de derrumbarse representan el pasado de una sociedad que quiere resurgir de entre las cenizas.
Más imágenes aquí (hacer clic):
El concepto de las FARC
El antiguo movimiento guerrrillero, convertido hoy en un partido político legal con asiento en el Congreso de la República, ha expresado su desacuerdo con el contramonumento. Según el portal Kyen y Ke, el jefe negociador de las FARC con el gobierno de Juan Manuel Santos, Iván Márquez, nunca entendió la idea de la escultora de transformar las armas en mosaicos para formar con ellos una superficie en la que la gente pudiera pararse. La publicación agrega que para los exguerrilleros sus armas “tenían otro significado” ya que pensaban en “un monumento glorioso, un símbolo monumental de una guerra que termina”.
Para Carlos Lozada, excomandante de las Farc que hoy ocupa una curul en el Senado de la República, la desilusión también fue enorme al ver sus armas fundidas e inservibles en el suelo. Allegados a esa organización dijeron a Aleteia que para el partido Farc fue difícil asimilar el concepto artístico porque sus miembros tienen una percepción triunfalista del conflicto.
Arte y Memoria estará abierto durante 53 años, justamente el mismo número de años que duró la confrontación entre el Estado y las Farc. Durante este largo período, dos o más artistas construirán anualmente narrativas que mostrarán el conflicto a través de sus obras.
Doris Salcedo, famosa por sus retadoras exposiciones en museos como el George Pompidou (París), Reina Sofía (Madrid) y el MoMA (Nueva York), sostiene que sus Fragmentos deben ayudar a reflexionar sobre el drama padecido por Colombia y para que “seamos nosotros los que nos paremos sobre las armas que antes pasaron por encima nuestro”.
Te puede interesar:
El adiós a las últimas armas de las FARC; una nueva fase en marcha