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Cáritas Venezuela: 48% de las embarazadas evaluadas presentan “desnutrición aguda”

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Carlos Zapata - Aleteia Venezuela - publicado el 25/10/18
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La Iglesia católica reitera que las principales víctimas del hambre en Venezuela son los niños, las mujeres embarazadas y los adultos mayores. Tras denunciar que “dependemos de otros para comer”, renuevan su pedido de ayuda a la comunidad internacional

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Las cifras son claras: 86% de quienes pasan hambre en América Latina son venezolanos y en esa nación “no tenemos, por nuestros propios medios, cómo alimentarnos”. El 21% de las embarazadas sufre desnutrición aguda y uno de cada cuatro niños de 0 a 5 años de edad está desnutrido.

Solucionar el problema tampoco es fácil, en medio de un situación estructural donde pese al esfuerzo de la Iglesia Católica con sus redes de acción social, escasamente se logra atender a cerca del 15% de la población afectada.

Las más recientes cifras de Cáritas en la nación sudamericana, a tono con las no menos reveladoras estadísticas de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, 2018), son tan graves como dramáticas.

El informe de la organización caritativa eclesial analizado por su directora Janeth Márquez con Aleteia ratifica el incremento de la crisis humanitaria global que afrontan los venezolanos, de donde huye un número cada vez más grande de personas.

La amplia mayoría sale por Colombia, tras cruzar el puente internacional Simón Bolívar desde Táchira. A diario “más de 3 mil personas ingresan por zona de frontera” y utilizan el país cafetero “como país de tránsito”, de acuerdo con la autoridades migratorias neogranadinas.

Y es que desde mediados de 2017 y hasta octubre 2018, “el Puente Internacional de Rumichaca ha registrado la salida de más de 368 mil ciudadanos venezolanos”, un 60% más que el año 2017, según cifras del director de Migración Colombia, Christian Krüger Sarmiento.

Frente al departamento de Nariño, que tendría casi 40 mil venezolanos en su territorio, la cifra obedece a que “más del 60% de los venezolanos que están entrando por frontera, abandonan el país por esa región, para dirigirse, principalmente a Ecuador, Perú, Chile y Argentina”. Aunque Estados Unidos y España también forman parte de los destinos elegidos pos los venezolanos.

Un ejército de voluntarios en todo el país articula excepcionales esfuerzos desde 2016 desde los centros de atención de Cáritas para brindar ayuda, pero siempre resulta insuficiente. Adicionalmente, el éxodo de talento humano especialmente formado se suma a las complicaciones que afronta la Iglesia en la alguna vez rica nación petrolera.

El Sistema de Alerta, Monitoreo y Atención en Nutrición (SAMAN) por ella desarrollado en el país ha permitido una documentación precisa y la mejora exponencial de su respuesta en las parroquias más pobres del país, “asoladas por la miseria que ha afectado la salud física, emocional y espiritual de quienes no tienen un diario y digno sustento”.

Cuesta 50 euros salvar un niño

No obstante, superar el hambre es costoso en todos los aspectos. En el económico, brindarle nutrientes a un niño de 0 a dos años de edad para evitar que muera, cuesta más de 50 euros, según los cálculos de Cáritas con Aleteia, con base en el aporte que se realiza durante cerca de dos meses para “graduar a los niños” en sus “viveros” alimenticios.

El nuevo reporte de la Iglesia, correspondiente a octubre de 2018,  reitera que “crece la situación de dependencia, sumisión y disimulo” sobre la crisis alimentaria en el país. “Después de 5 anos de crisis, nos estamos resignando a una alimentación escasa, deficiente y costosa”.

Señala además que “los venezolanos dependemos de otros para poder comer: dependemos, bien sea del Estado, a través de alimentos importados y distribuidos a la población; bien sea de las remesas que llegan del exterior para ayudar a los que se han quedado a subsistir, o bien de las actividades y programas de asistencia que gracias a la cooperación internacional ha sido posible ejecutar en el país”.

La frase es tan clara como demoledora y no tiene matices: “¡No tenemos, por nuestros propios medios capacidad de alimentarnos suficientemente!”.

Al panorama se suman la incapacidad local para el abastecimiento, que afecta de manera directa sobre el 16% de 50 rubros considerados básicos. “El quiebre de las capacidades locales de cosecha del campo y del procesamiento industrial de alimentos, sumado al proceso de hiperinflación ha dejado a los venezolanos sin posibilidades de elegir lo que se come”.

 

CARITAS

Caritas Venezuela

El 53% come de la basura

Además, Cáritas de Venezuela ha encontrado en sus estudios que “el 85% de los hogares en algunas de las parroquias más pobres consumen una dieta inadecuada en nutrientes”, y el 53% de los hogares “recurren a lugares no convencionales para adquirir alimentos, como contenedores de basura y mendicidad”.

De hecho, el 72% de los hogares había deteriorado su alimentación, 63% han tenido que pasar por alguna privación alimentaria, 39% han tenido que liquidar algún activo familiar para poder comer y 36% se ha visto en la necesidad de desincorporar a algún miembro familiar para rendir la comida.

La Iglesia advierte que tras un lustro de profundo deterioro del acceso de la alimentación para la población venezolana, “el tema del hambre ya no puede tratarse como una desgracia circunstancial sino como un problema estructural”.

Las principales víctimas del hambre en Venezuela son niños, mujeres embarazadas y ancianos, que “sufrirán daños irreversibles a su salud y desarrollo”.

Al respecto, el reporte señala que ya “en julio de 2018, el 48% de las mujeres embarazadas evaluadas por Cáritas de Venezuela en algunas de las parroquias más pobres del país, mostraban desnutrición aguda”. Mientras que el 21% de estas mujeres embarazadas “tenían desnutrición severa”.

“¡La prioridad es salvarlos!”

Si sobrevive, un niño con desnutrición aguda en su primera infancia “corre un alto riesgo de pasar a su adolescencia y adultez con rezagos educativos, sociales y afectivos”. Por esa razón, los niños “son nuestra prioridad”.

“El compromiso con la generación de relevo de nuestro país y el resguardo y recuperación de quienes están en mayor grado de indefensión nos obligan a solicitar” ayuda, clama el organismo de la Iglesia.

“Es nuestro deber como ciudadanos y como católicos comprometidos con la acción humanitaria trabajar por una agenda de atención de la crisis que convoque a todos, de manera fraterna, a actuar para aliviar el sufrimiento de nuestros hermanos”.


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