¿Cuáles son las razones por la que habéis decidido casaros? Amar va más allá de sentir; es querer comprometerme contigo y con tu historia…Cuando nos casamos todos buscamos ser felices y lo que nos mueve a querer compartir nuestra vida con alguien es el amor. Lo triste es que pocos tenemos claro lo que es el amor y a lo que nos comprometemos cuando nos casamos.
¿Entonces? ¿El amor no todo lo puede? Idealizar es poner en peligro el amor. Siendo muy honestos casi todos nos casamos algo ciegos. Más que con la realidad, llenos de fantasías, de sueños. Creemos que el amor que hoy sentimos nos va a alcanzar “para toda la vida” y que se seguirá dando en automático. Sabemos que no… Pero luego, cuando logramos comprender lo qué es el amor y cómo hacer para embellecerlo a diario, este se transforma en fuente inagotable de alegrías y satisfacciones.
Jóvenes, es importante que sepan lo que amar significa: no es solo sentir.
Amar es una decisión.
También es importante que se den cuenta de con quién se están casando y, sobre todo, para qué.
Es decir, amen a su pareja de forma inteligente: enamórense no solo del exterior, aún más importante, de su interior.
Vean sus mutuas realidades desapasionadamente, con el corazón abierto y con los ojos aún más abiertos.
Que la palabra compromiso para ambos signifique lo mismo y que sea para toda la vida.
Que la palabra divorcio no sea opción para ninguno.
Tengan un proyecto de vida en común, no solo gustos, sino que sea un unir de dos voluntades hacia un mismo fin.
Tengan claro que amar es ante todo servir, darse con gratuidad: entregarse uno al otro para siempre.
Que su sistema de ideas y creencias sea afín y trascendental.
¿Y para qué se casan? Entre muchos otros fines, para complementarse, para ambos ayudarse a alcanzar la plenitud, a perfeccionarse y hacerse felices mutuamente. Si se casan pensando que el matrimonio es mientras dure el amor, háganos un favor a todos y ¡no se casen!
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Ustedes, futuras parejas, le pueden dar la vuelta a esta ideología de divorcio que hoy se vive si se esmeran por trabajar dos aspectos importantes:
- sanar sus heridas emocionales personales antes de casarse
- y hacer todo por presentarse y conocerse tal y como son. Es decir, sean pareja, más de sofá -mucha platicadita- y nada de colchón.
Sí, la química es muy importante, pero la belleza pasará y lo que quedará será la persona, su dignidad, sus valores, creencias, etc. La belleza interior es la que traspasará el tiempo y les hará mantenerse fieles a ese amor.
Muchachos, atrévanse a ver más allá. Apuéstenla a un amor recio, compacto, duradero, indestructible, sin fecha de caducidad.
¡Sí, existen los amores así! Pero para lograr este amor sólido no se queden solo en lo superficial, en lo efímero y pasajero. Vean el interior de la persona de quien hoy “sienten” estar enamorados y cultiven ese amor hasta al grado de pensar y sentir “no entiendo la vida sin ti; eres parte fundamental de mi proyecto” (Enrique Rojas).
Para llegar a esto, a un amor puro y verdadero ámense desde adentro esperando a compartir lo de afuera hasta que llegue el mágico momento -la boda-. Es decir, no permitan que sus hormonas maten sus neuronas y los cieguen para ver cosas que son importantísimas de la realidad y de la personalidad de cada uno.
No se casen enamorados, sino cuando ya estén amando.
Esto es, cuando ese amar haya surgido de las facultades que configuran estrictamente al hombre como hombre, como persona: inteligencia y voluntad. Solo así, amando inteligentemente podrán elegir compartir sus vidas enteras y para siempre por las causas correctas.
Cásense por amor y no por una necesidad personal porque cuando esa necesidad sea satisfecha o se acabe, ¿qué pasará con la relación?
Dense cuenta de qué sí y qué no son capaces de tolerar porque en el matrimonio no es verdad que “con mi amor lo voy a cambiar”. Sean conscientes de que cuando se casan lo hacen con la persona y su historia completa, pasada, presente y futura.
Recuerden que antes de casar los cuerpos es mejor casar las almas. Desnúdense sí, pero su esencia, su corazón, no sus cuerpos, sin miedo para que con toda honestidad se den cuenta si son capaces de entrarle o no a ese compromiso que es “para toda la vida”.