En las pacientes con cáncer de mama en estadios tempranos y de buen pronóstico, la realización de una prueba genética ayudará a decidir si la administración de quimioterapia es necesaria Cuando a una mujer se le diagnostica un cáncer de mama lo primero que sabe es que le espera un largo camino que recorrer.
Con bastante probabilidad todo empezará con una cirugía para extirpar el tumor. El siguiente paso, la radioterapia y la quimioterapia, antes y/o después. Y, por si fuera poco, la mayoría seguirá con un tratamiento hormonal durante al menos cinco años después del diagnóstico.
Pero un estudio revela que algunas podrán acortar el camino. ¡Eso sí es una buena noticia!
Los oncólogos insisten en que uno de sus principales retos es establecer el tratamiento más adecuado para cada paciente, intentando evitar el sobretratamiento con quimioterapia (QT). Es cierto.
Gracias a los tratamientos con quimioterapia se ha logrado reducir la recurrencia y la mortalidad en pacientes con cáncer de mama.
Sin embargo, los beneficios en pacientes con un riesgo bajo de recurrencia pueden no ser lo suficientemente importantes frente a los riesgos que conlleva.
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Cada día son más las investigaciones que demuestran que las alteraciones genéticas son las que determinarán el tratamiento personalizado a cada tipo de cáncer.
Existen múltiples subtipos de tumores caracterizados por perfiles genéticos concretos y en función de cada uno se deberá decidir cuál es el tratamiento más adecuado.
Una investigación presentada en la última reunión de la Sociedad Americana de Oncología Médica (ASCO), el estudio clínico TAILORx, llegó con buenas noticias para las mujeres que sufren cáncer de mama de mejor pronóstico:
- Es hormonodependiente
- No hay afectación ganglionar
- Negativo a la proteína HER-2.
El estudio, publicado en la New England Journal of Medicine, involucró a más de 10.000 mujeres de entre 18 y 75 años con un cáncer de mama que no se había diseminado a los ganglios linfáticos cercanos y cuyos tumores respondían a la terapia hormonal y daban negativo para el gen HER2.
Los resultados demuestran que en este grupo de pacientes, la quimioterapia no tiene sentido.
Los expertos apuntan, además, que es necesario distinguir a las pacientes que deben recibir quimioterapia para evitar recaídas de aquellas que pueden librarse del tratamiento y de sus efectos secundarios sin riesgo para su vida.
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Test genético
Los avances tecnológicos han permitido desarrollar plataformas para caracterizar a los distintos subtipos tumorales y predecir la evolución clínica con bastante precisión.
En el caso del estudio TAYLORx con cáncer de mama, los resultados identifican a las pacientes con buen pronóstico, es decir, con bajo riesgo de recurrencia, de aquellas que tienen un riesgo alto y en quienes por tanto, no aplicar un tratamiento de QT además de hormonoterapia sería una imprudencia.
Para saber qué mujeres deben o no pasar por las sesiones de QT y sus efectos secundarios -caída de cabello, náuseas, vómitos, fatiga, etc..– que pueden llegar a ser crónicos y debilitantes se utilizó una herramienta, un test de diagnóstico molecular o test genético.
Esta prueba determina la actividad tumoral de diferentes genes (según el tipo de test) y clasifica los resultados en tres grupos de riesgo de recurrencia: bajo, medio y alto.
La eficacia del test establece dos criterios: detectar el riesgo de reincidencia para determinar qué mujeres pueden librarse y cuáles seguro que no de la quimioterapia.
Según el Dr. Joan Albanell, Jefe del Servicio de Oncología del Hospital del Mar de Barcelona, “es importante evitar la quimioterapia a aquellas mujeres en las que se prevé que el beneficio sea mínimo o virtualmente inexistente, tanto por los efectos y la toxicidad de la misma, inaceptables si ésta no es útil, como por el propio coste del tratamiento“.
En este sentido, el principal objetivo de este tipo de estudios es identificar con un alto grado de precisión a las personas que realmente se beneficiarán de la QT para evitar sobretratar a aquellas que tendrían los mismos resultados sin necesidad de someterse a un tratamiento.
Gracias al test, los oncólogos disponen de una herramienta que les proporciona información adicional y muy valiosa para guiar las decisiones de tratamiento y aplicar, a cada paciente, el tratamiento más adecuado a su caso.
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