Sucesora directa de la Universidad Real de San Felipe (fundada en 1747), la nueva Casa de Estudios constaba de cinco facultades –Filosofía, Humanidades, Leyes y Ciencias Políticas, Matemáticas y Física, Medicina y Teología- además de una academia especial de Ciencias Sagradas.
Como no contaba con edificio propio, la Universidad de Chile ocupó un pabellón del Instituto Nacional hasta que, en 1872, abrió sus puertas Casa Central, ubicada en Alameda 1058, que sobrevive has hoy. La Casa Central es Monumento Histórico de Chile por Decreto del Ministerio de Educación del 7 de enero de 1974.
Don Andrés Bello, considerado como el más grande humanista de Iberoamérica, nace en Caracas el 29 de noviembre de 1781. Su vida se desarrolla en tres grandes escenarios: la Caracas de fines del siglo XVIII y principios del XIX, que fue una de las ciudades más cultas del imperio español en América; el Londres que estaba convirtiéndose en la capital de un nuevo imperio mundial, y finalmente Chile, donde realiza la parte más fecunda de su obra.
En sus años juveniles, Bello fue apreciado como poeta, dentro de los cánones del neoclasicismo en boga. Por ese tiempo inició también sus trabajos de investigación lingüística y filológica. Concluyó la primera versión de su “Análisis Ideológico de los Tiempos de la Conjugación Castellana”.
Para 1.800, a pesar de que Caracas no concentraba para la época -ni mucho menos- los recursos culturales o la acción oficial de España era una ciudad que llamaba la atención, a cualquier europeo que la visitaba, por su actividad y nivel cultural. Bello destacaba en las tertulias caraqueñas con algunos poemas, por sus redacciones en la Gazeta de Caracas, y se le conoció en alguna época con la denominación de “Cisne de Anauco”.
El 5 de julio de 1811 se declaró la Independencia de Venezuela. Bello pasa a Londres, al servicio del nuevo gobierno. Allí vivió 19 años. El primero de sus contactos fue con su coterráneo Francisco de Miranda. Bello vivió en su casa de Grafton Street hasta 1812, y trabajó en la rica biblioteca que ocupaba todo un piso de la residencia. Bello trabajó, además, en las magníficas bibliotecas públicas de la capital británica: la del British Museum y la London Library. Allí leyó los clásicos griegos y latinos, y dispuso de impresos y manuscritos de extraordinario valor para sus estudios filológicos.
En Europa, Andres Bello se preparaba para colaborar en la independencia cultural de Latinoamérica. Independencia que él sabía debía ser también, agradecida. De lo que se trataba según expresó muchas veces, era de aprovechar todo el progreso cultural y científico de los europeos y del mundo en general, para que Latinoamérica no tuviera que pasar por los mismos sufrimientos y demoras por los que pasaron los europeos para lograrlo. Latinoamérica debía actualizarse rápidamente, alcanzar el nivel cultural y científico europeo, y desde allí aportar a la humanidad.
Andrés Bello llegó a ser uno de los más eminentes juristas de toda América. Para su formación en este campo fueron fundamentales sus años londinenses. Allí profundizó en el Derecho Internacional, agregando a los conocimientos tradicionales las novedades producidas por los grandes acontecimientos de la época: las guerras napoleónicas, la Independencia de América y el Congreso de Viena.
Decisiva para su formación jurídica fue su adhesión a la escuela utilitaria de Jeremías Bentham. Las ideas de éste sobre codificación influyeron poderosamente en la monumental tarea de preparación del Código Civil de la República de Chile, que se considera uno de los más grandes aportes del sabio caraqueño.
Por otra parte, en Londres Andrés Bello redacta sus célebres Silvas Americanas, que introducen nuestra tierra y la gesta de la independencia como gran tema poético en la literatura universal.