Santa Misa del Papa en Lituania
Ante miles de fieles el Santo Padre hizo una reflexión sobre lo que significa el seguimiento a Jesús, un seguimiento que no está libre de “momentos de prueba y de dolor”. El Papa nos recuerda ésta realidad subrayando como “Jesús en tres ocasiones anunció su pasión”; y como los apóstoles “expresaron tres veces su desconcierto y resistencia”.
El Papa cercano al sufrimiento vivido en la historia del pueblo lituano recordó aquellos momentos de cruz por los que pasaron. Con cercanía hizo el siguiente subrayado: “Cuántos también habéis visto tambalear vuestra fe porque no apareció Dios para defenderos; porque el hecho de permanecer fieles no bastó para que él interviniera en vuestra historia”.
El afán de poder demuestra que no está curada la memoria de la historia
Continuando en la reflexión del Evangelio de éste Domingo, el Papa insistió en la realidad de los discípulos que no querían que Jesús les hablase de dolor y cruz y, por eso, “se interesaban por otras cosas, y volvían a casa discutiendo quién era el mayor”. El Santo Padre señaló que “el afán de poder y de gloria constituye el modo más común de comportarse de quienes no terminan de sanar la memoria de su historia”. Ante esta realidad el Papa llamó al pueblo lituano a: “No ser como esos “expertos” espirituales, que solo juzgan desde afuera y se entretienen en un continuo hablar sobre “lo que habría que hacer”.
“Un niño” como antídoto ante las luchas de poder
Ante este camino de gloria y sacrificio, el Papa destaca el antídoto que Jesús da ante las luchas de poder y ante el rechazo del sacrificio, y lo hace poniendo “a un niño en el centro”. Esos pequeños hoy dijo el Papa: “Quizás son las minorías étnicas de nuestra ciudad, o aquellos desocupados que deben emigrar, los ancianos solos, o los jóvenes que no encuentran sentido a la vida porque perdieron sus raíces”.
No tener miedo de salir y entregarse
El Papa llamó a los católicos lituanos a “ser una Iglesia “en salida”, a no tener miedo a salir y entregarse”, sabiendo que ese salir implicará momentos de sacrificio y de cruz.
El Papa Francisco terminó su homilía destacando en toda la comunidad cristiana el ansia “de recibir a Jesús: en su palabra, en la eucaristía, en los pequeños”, para que “él reconcilie nuestra memoria y nos acompañe, para que lo sigamos como discípulos… Queremos entregar la vida en el servicio y en la alegría, y así hacer saber a todos que Cristo Jesús es nuestra única esperanza”.