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El testimonio de un astrofísico: “La ciencia y el Big Bang me llevaron a Dios”

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Redacción de Aleteia - publicado el 14/09/18

"La Biblia es el único libro sagrado que habla del comienzo del espacio-tiempo, cuando el universo fue creado, y del universo en constante expansión"

El Dr. Hugh Ross es un astrofísico norteamericano que, después de llegar a Dios por medio de la ciencia, fundó la organización internacional Reasons to Believe (Razones para Creer), dedicada a demostrar la compatibilidad entre la razón y la fe y, más específicamente, entre la ciencia y la Biblia. En palabras del fundador, se trata de un “ministerio de investigación y apologética de la ciencia y de la fe, que fundé para demostrar que los descubrimientos científicos confirman la verdad del cristianismo”, principalmente “a partir de los registros de la naturaleza”.

No es una organización católica – pero es significativo observar que, aunque se aparta de la Iglesia católica en lo tocante a la totalidad de la Revelación, la perspectiva protestante mantiene las constataciones fundamentales del catolicismo sobre la demostrabilidad científica de la relación entre la creación y el Creador.

Aquí el testimonio del Dr. Hugh Ross:

Yo no crecí en un ambiente cristiano. Nací, crecí y fui educado en Canadá, un país ampliamente laico. Mis padres apreciaban los valores morales, pero sólo íbamos a la Iglesia de vez en cuando. Entré en contacto con la astronomía a los 7 años, intentando descubrir por qué las estrellas son calientes. A los 8, ya sabía que la astrofísica sería mi futura carrera. Empezaría entonces a estudiar una disciplina en particular a cada año con alguna profundidad. A los 16, me dediqué a la cosmología, al surgimiento y a la estructura del universo, y fue cuando percibí que las evidencias favorecían fuertemente la cosmología del “Big Bang”, según el cual el universo tiene un inicio. Por tanto, tiene que haber algún iniciador. A partir de los 16 años, entonces, ya no dudaba de la existencia de Dios, pero seguía escéptico. Si había un Dios que creó este vasto universo, ¿Él se comunicaría con esos seres de una pequeña partícula que llamamos Planeta Tierra? Fuera como fuese, por cuestión de honradez intelectual, pasé a estudiar los libros sagrados de las religiones del mundo. Llegué a reconocer que sólo había uno que consistentemente preveía la ciencia y la historia futura. Y así, a los 19 años, marqué mi nombre en el reverso de una Biblia de los Gedeones, comprometiendo mi vida con Cristo. Tardé más de ocho años hasta que volviese a establecer mayor contacto con los cristianos, cuando llegué al campus de la Universidad Caltech, en Califórnia, donde me impliqué en investigaciones de astrofísica. Allí estuve estudiando en la época en que algunos científicos británicos, como Stephen Hawking, desarrollaban el primero de los teoremas del espacio-tiempo. Ellos afirman que el universo entero es rastreable hasta un comienzo real en el espacio y en el tiempo, con un agente causal que está más allá del espacio y del tiempo y que trajo este universo a la existencia.



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La ciencia y la Biblia

Prosigue Ross:

Cuando estudié las religiones orientales, vi que hablan del espacio y del tiempo como eternos, no creados. La Biblia es el único libro sagrado que habla del comienzo del espacio-tiempo real, cuando el universo fue creado. Es también el único libro sagrado que habla del universo en constante expansión. Yo sabía lo suficiente sobre la historia de la astronomía para darme cuenta de que eso no se registró en ningún otro lugar hasta el siglo XX. Hay once pasajes diferentes que hablan sobre Dios “extendiendo los cielos”, en una variedad de formas verbales hebreas, lo que significa que la Biblia está hablando literalmente, y no figurativamente, sobre Dios que expande el universo. El hecho de que la Biblia predijo el corazón de la cosmología del Big Bang miles de años antes que cualquier astrónomo siquiera hubiese soñado con ese concepto fue una de las evidencias que me dijeron: “Este libro tiene poder predictivo”.



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Percibí que tenía el mismo poder predictivo en relación a la historia humana, anticipando eventos históricos futuros. Me di cuenta de que esto solo era posible si hubiese sido inspirado por quien realmente creó el universo y conoce el futuro.

Los descubrimientos científicos confirman a verdade do cristianismo

Lo que realmente me impresionó en la Biblia, en comparación con los demás libros sagrados, es que es la única que prevé tests objetivos: “Examinen todo; quédense con lo bueno”, dice Pablo en la 1ª carta a los Tesalonicenses 5,21. Y, de hecho, la Biblia no sólo nos dice que examinemos, sino que nos muestra cómo hacerlo. Cuando me confronto con los “Richards Dawkinses” del mundo, digo: “¿Usted es consciente de que el método científico viene de las páginas de la Biblia?”.

Ross afirma al respecto:

“No es casual que la revolución científica haya surgido a partir de la Reforma”.

Cabe puntuar: cronológicamente, es cierto que la revolución científica del siglo XVI tuvo lugar en la época de la Reforma protestante, pero no es históricamente correto afirmar que haya nacido de la Reforma. Basta recordar las contribuciones a la ciencia hechas por la propia Iglesia y por renombrados sacerdotes científicos anteriores a esa época y contemporáneos a ella, algunos de los cuales recogemos en este artículo:




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