Está circulando una teoría nueva interesante pero… ¿profundiza lo suficiente?
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No hay duda en que la tasa de depresión está aumentando entre adolescentes y milenials. En tres años, entre 2013 y 2016, los casos diagnosticados han repuntado un 63 por ciento en adolescentes (12-17 años) y un 47 por ciento en milenials (18-34 años), según datos de Estados Unidos.
Investigadores han presentado varias teorías sobre por qué la depresión está aumentando en EE.UU., valorando todo desde la presión de llegar a ser adulto en una economía estancada y maniatados por la deuda estudiantil, hasta la disminución del estigma social en torno a las enfermedades mentales.
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Ha habido poca disponibilidad de teorías sobre cómo solucionar o siquiera aliviar la epidemia de depresión.
Esto se debe en parte a que el exorbitante precio de los seguros médicos coloca el tratamiento de la salud mental fuera del alcance de muchos, y en parte porque sin un consenso sobre la causa de la depresión, los expertos no pueden elaborar adecuadamente una respuesta efectiva.
Sin embargo, en la revista Salon, Mel Schwartz, psicoterapeuta y autor de El principio de posibilidad, planteó que gran parte de la depresión actual es más circunstancial que clínica y asegura que lo que necesitamos es una revolución cultural.
“Obviamente, hay muchos casos de personas que están clínicamente deprimidas”, comentó Schwartz, “pero la mayoría de la depresión es situacional: es no ver salida al endeudamiento, vivir en una cultura de intensa competitividad donde se te dice que si no triunfas, eres un perdedor”.
Schwartz añadió que la depresión situacional gira también en torno a una pérdida de significado y propósito, que puede verse facilitada por una cultura capitalista. “El enfoque desmedido sobre el éxito y la victoria impulsa mucho de este desastre emocional y psicológico”, afirmó.
“Creo que la solución es aprender a pensar de forma diferente, lo cual incluye ser capaz de abrazar la incertidumbre”, expresó.
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“Aceptar la incertidumbre crea posibilidades y cuando tenemos posibilidades no nos sentimos deprimidos, así que lo que nos permite ver las posibilidades es adentrarnos en la incertidumbre, abrazarla y aceptar el flujo de la vida”.
Yo, de hecho, coincido con esta hipótesis, en teoría. Sentirte atrapado en una cultura hostil que no parece importarle si triunfas o fracasas —y que, ciertamente, parece deleitarse significativamente en señalar el fracaso—, puede sin duda crear depresión situacional. Sin embargo, cuando la realidad se alinea con la mentalidad, ya no es un caso de pensar cómo puedes salir de la depresión aceptando las incertidumbres.
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Miremos el ejemplo del endeudamiento estudiantil en EE.UU. Se anima fuertemente a los milenials a asumir deudas enormes con altas tasas de interés sobre la premisa de que es la única forma de conseguir un trabajo y de que el trabajo que tengan con su titulación será más que adecuado para devolver los préstamos.
Sin embargo, lo que sucede en realidad es que los milenials asumen de dos a tres trabajos a tiempo parcial y viven en casa de sus padres solamente para poder pagar el préstamo estudiantil, que es más alto que los pagos del coche y, en muchos casos, más que una hipoteca. ¿Cómo aceptar las posibilidades en esa situación?
Aunque nuestra epidemia de depresión sea probablemente situacional, deberíamos tener cuidado con plantear remedios que ignoran la realidad concreta de esas situaciones. Sí necesitamos una revolución cultural y quizás debería empezar por aceptar la incertidumbre, pero no puede terminar ahí. Es necesario profundizar más.
Tenemos que empezar a ver a nuestros compatriotas como seres humanos con problemas que podemos, y deberíamos, preocuparnos de ayudarles a resolverlos, independientemente de cómo surgieron esos problemas en primer lugar.
La revolución cultural que necesitamos debe abrazar mucho más que la incertidumbre, tenemos que encontrar el camino para volver a ser una cultura de compasión, misericordia, generosidad y humanidad.