Medias y bóxers es lo primero que adquieren quienes logran huir de la crisis. Tras comprar alimentos o pagar deudas; ropa y zapatos son sus primeras alegrías. La felicidad que se adivina en sus comentarios y gestos de gratitud son verdaderamente conmovedores
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Pintorescas, divertidas y conmovedoras. Así son las respuestas de quienes desde su nuevo hogar escriben, tras huir de la crisis humanitaria que afronta Venezuela en la trágica era Nicolás Maduro.
Y es que en medio de las dificultades y los retos que representa el adaptarse a una realidad diferente, en otro país, los venezolanos nunca pierden su buen humor, al tiempo que alimentan con esperanza en Dios la posibilidad de construir un destino mejor.
Medias y bóxers es lo primero que adquieren, pero no lo único, con su primer salario. Aunque buena parte usa los primeros ingresos para comenzar a pagar la deuda contraída para poder pagar el boleto que les permitió salir de la nación sudamericana.
Ropa interior rota, zapatos desgastados; así como jeans (vaqueros) raídos y decolorados forman parte de la gama de situaciones en las que menos invierten en Venezuela quienes sobreviven con un salario inferior a los 3 dólares por mes.
Y más por necesidad que por vanidad, al tener la posibilidad de adquirir algunos bienes, efectivamente es una de sus preocupaciones suplir todo aquello que antes les resultaba un lujo.
Mucho más que vanidad…
“Venezolanos en el exterior: ¿Qué fue lo primero que compraron (vanidosamente hablando) cuando cobraron su primer sueldo?”, preguntó Jorge Cabrera, un venezolano en Perú, desde su cuenta en Twitter en lo que parecía un post inocente.
Su pregunta, sin tener rigurosidad científica, se convirtió rápidamente en una suerte de experimento social al despertar la reacción de varias decenas de compatriotas. En sus mensajes, reflejan con impactante realismo cuanto pasa por las mentes y los corazones de no pocos venezolanos que se ven obligados a huir de la crisis.
“Yo compré bóxers y medias”, trinó un muchacho. Y casi de inmediato recibió por respuesta: “Te juro que hice exactamente lo mismo: 3 pares de bóxer y 5 pares de medias. Y no gasté ni el 10% de mi salario. ¡Increíble que a eso le llamemos vanidad!”.
“Horribles los bóxers míos, todos estirados”, apuntó otro joven, quien entre risas comentó sobre la coincidencia en su preocupación.
“Yo conservo los mismos estirados que me traje de Venezuela, para nunca olvidar de dónde vengo”, replicó un usuario en el mismo hilo de la conversación. Y a renglón seguido le contestó otro: “Pues, mi novia me compró bóxers. Los tenía todos tiroteados. Salí de Venezuela golpeado”.
Yo compré “vulgares y cochinas cantidades de Nutella”, dijo alguien más refiriéndose al famoso chocolate, todo un lujo imposible de adquirir en el alguna vez rico país petrolero. “Comí manzanas y peras”, añadió en su post una chica. Algo tan costoso y exclusivo como el pollo y la carne que sólo puede consumir un muy reducido porcentaje de la población venezolana.
Mezcla de sentimientos
Cada respuesta -algunas publicadas con emoticonos, caritas y sonrisas- se sumaron a una interminable lista de comentarios, algunos cargados también de lágrimas. Respuestas que denotan una pequeña parte de la compleja realidad de los más de 4,5 millones de venezolanos que han tenido que huir en masa del país.
“Hice mercado y compré cama”.
“Yo compré un carro; lo compré fiado, pero fue un carro”.
“Creo que igual que la mayoría, yo adquirí medias y unas calzas para el frío. También pude comprar crema Nivea y champú, más enjuague Pantene. La verdad es que ¡volví a vivir!”.
“¡Compré ropa!. De pronto descubrí que mi vestimenta era bastante ‘campestre’ para esta ciudad”.
“Busqué comida como cerdo… Y no he parado de dar gracias a Dios al poder hacerlo”.
“Me compré un teléfono con sistema operativo Android, porque salí de Venezuela con un BlackBerry xD”
“Fui a la tienda y busqué ropa. También un teléfono. ¡Pero, oh sorpresa, aún así me quedó la mitad del sueldo!”
“¡Por Dios! Yo también bóxers y medias, jajaja”.
“Hice mi primer mercado”.
La verdad es que no compré casi nada, porque debía el dinero. Cuando llegué a Chile, tardé más de un mes en conseguir un trabajo. Como sabrán, pues me endeudé, jajaja. Pero, bueno, ya cuando me pude comprar algo: pues sí, compré medias. Y un forro para mi teléfono, cables de carga ‘chimbos’. Luego compré uno mejor”.
“Aparte de hacer un mercado donde al carrito no le cabía más nada, compré ropa… Ya no tenía”.
“Una nevera”.
“Por fin un jean que no estuviera roto, y un par de zapatos con la suela completica…”
“Un teléfono nuevo, comida en el supermercado y ropa. Quedé limpio (sin dinero) pero muy feliz y agradecido…”
“Un televisor”.
“Con mi primer sueldo me fui a comprar ropa. Lo más resaltante: unos (jeans) Levi’s…”.
“Yo le compré un collar a mi perro, jajaja…”
“Lo celebré comiéndome una hamburguesa”, algo que cuesta el equivalente a un salario mínimo en Venezuela.
“Obtuve medias y jeans”.
“Adquirí mi primer smartphone (…)”.
“Jajaja, igual pero pantis y medias…”.
“Yo debí ahorrar para rentar”.
“Creo que le regalé unos zapatos a mi primer sobrino”.
“No fue con mi primer sueldo, pero compré un Xbox, a cuotas, jajaja”.
“Dos almohadas y medias y unos zapatos… ¡Qué bendición!”
“Bóxers también, jajaja”.
“Una tostadora”.
“Comí chocolate. Y una pizza de tamaño gigante… pasé cómo 2 días en digerirlo, jajaja”.
“Compré cama, ropa de cama, almohada y esas cosas”.
“Bueno… Comida de la calle. Y aquí en Lima (Perú) ¡hay de todo tipo!”.
“No he parado de ¡comer como loco!”.
“Unos zapatos, porque los únicos que tenía ya estaban muy rotos”.
“Después de años… papas fritas de McDonalds”
“Un teléfono… que no tenía, porque el que me traje se me cayó y estaba con la pantalla muy rota”.
La larga y emotiva lista concluyó con el particular mensaje de una usuaria: “¡Qué bonito leer esto con sentimientos encontrados! ¡Dios les cuide donde quiera que estén y vayan!”