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Cristianos de Oriente: “Jesús me llama a destruir los obstáculos del odio y la discriminación”

MARWAN AKOURY
Aleteia Team - publicado el 30/03/18

La historia del padre Marwan Akoury, sacerdote libanés de la diócesis maronita de Beirut El padre Marwan Akoury ha entregado toda su vida a Cristo; su pasado, su presente y su futuro.

Una vida marcada por la historia de su país, una historia de guerra y persecución religiosa. Nació en el Líbano el 29 de septiembre de 1980. La guerra había comenzado 5 años antes y caracterizó no solo su niñez, también su adolescencia y juventud.

Es el mayor de tres hermanos, el único varón de una familia a la que le agradece ser quien es. Y es que  desde su niñez, ha amado al Señor y fue consciente de que el Señor le ama. “Y eso gracias a mi familia que me ha enseñado el amor de Dios y ha contribuido al desarrollo de mi vocación en la parroquia de Santa Tecla, donde yo vivía. Todo eso ha animado mi deseo de consagrar mi vida al Señor”, explica a Aleteia este sacerdote libanés de la diócesis maronita de Beirut.

Reconoce que “no fue fácil tomar una decisión como ésta, sobre todo porque soy el hijo mayor y se contaba conmigo para agrandar la familia. Pero la llamada de Dios supera todos los obstáculos y sostiene nuestras decisiones para que Su Voluntad se cumpla”.

Él mismo ha comprobado cómo su familia, amigos y compatriotas han superado los duros obstáculos provocados por la guerra pues, a pesar de los grandes destrozos, la vida cristiana en Líbano y el compromiso de la Iglesia en la sociedad libanesa seguían siendo una característica de su país.

Aún así,  las cicatrices de la guerra no pueden borrarse fácilmente y aún hoy persisten las heridas y en el dolor en la vida de los libaneses. A eso hay que añadir el sectarismo y el rechazo de todo lo que es diferente, especialmente por parte del musulmán.


POPE FRANCIS
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En este duro escenario vital, recibió la llamada de Cristo:  “Jesús me ha invitado a dar testimonio de su Salvación y de su Amor a todo el mundo, para destruir los obstáculos del odio y de la discriminación”.

Tras años al servicio de su parroquia y buscando otras formas para calmar su ardiente deseo de misión en los medios, en la catequesis, en campos misioneros y en otras actividades espirituales, llegó el tiempo donde tomó la decisión de dejarlo todo para servir al Señor  en la vida sacerdotal..

Tras pasar por la universidad, a los 27 años ingresó en el seminario diocesano de Beirut Saint Augustin donde se formó para ordenarse como sacerdote el 19 de mayo 2013, domingo de Pentecostés.

“Como el Señor envió a sus discípulos para enseñar y bautizar, me envió a la misión con todas las diversidades que hay al interior de la Iglesia de Beirut, o sea en la parroquia de Saint Michel y también en el Collège de la Sagesse, donde yo fui director del liceo. 

Durante aquellos tres años, he aprendido de sacerdocio, he aprendido que un cura, para cumplir su ministerio, necesita estar siempre en comunión con su Maestro y siempre escuchar su Palabra, comenta el padre Marwan Akoury .



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Comunicación, su respuesta a la llamada del Señor

Sembrar el espíritu de Cristo y crear puentes de paz y de diálogo es algo que exige una buena comunicación, sobre todo en un país que es un ejemplo concreto de la diversidad y de la coexistencia con el otro, que sea cristiano o musulmán.

Y una vez más fue la llamada del Señor, a través de mi obispo Monseñor Paul Matar que le propuso de estudiar Comunicación en Roma, para responder a las exigencias de la Iglesia del Líbano, ese país “Mensaje”, como el Papa Juan Pablo II lo ha llamado.

Desde septiembre 2016 estudia Comunicación Social de la Iglesia en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz de Roma.  “Aquí he descubierto lo que yo buscaba, y vivo con alegría e ilusión mi nueva misión en el corazón de la Iglesia”, concluye este sacerdote que hoy se encuentra lejos del país de los cedros donde ha dejado parte de su corazón.

Ha podido hacerlo gracias al CENTRO ACADÉMICO ROMANO FUNDACIÓN  una fundación que contribuye económicamente para que sacerdotes y seminaristas de todo el mundo reciban una sólida preparación tanto teológica, como humana y espiritual. 

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