A menudo oímos a la gente quejarse de que ya no tiene tiempo para nada. A todos nos es familiar esta sensación de tener problemas para gestionar la vida diaria y de que le faltan horas al día. ¿Y si hubiera algunos trucos para ayudarte a organizarte y no sentirte más así?Ritmos frenéticos, días demasiado cortos, agendas sobrecargadas… Nuestra vida cotidiana es a veces muy difícil de gestionar. Con frecuencia pensamos que es por falta de tiempo, pero a menudo es más una cuestión de organización y de saber priorizar. Hay soluciones que pueden aliviar nuestra rutina.
Aunque no sea eliminando la cantidad de tareas, al menos podremos eliminar esa sensación de estar desbordada. Porque lo más penoso no es tener muchas cosas que hacer o en las que pensar, sino esa impresión de que no saber dónde se tiene la cabeza.
Aquí tenéis algunos trucos que no os convertirán en profesionales de la organización, pero sí os permitirán encontrar algo de alivio y disfrutar mejor del día a día, incluso cuando sigue cargado de actividades.
1. Hacer una lista de prioridades
Cuando hablamos de prioridades, a menudo pensamos en clasificar por orden de urgencia. Sin embargo, algunos psicólogos señalan que las tareas pueden priorizarse por tamaño. Ciertamente, las tareas más pequeñas son a menudo menos desalentadoras y, una vez que se han completado, se nos quitan de la cabeza y nos despejan la mente. Fragmenta tus actividades, clasifícalas no solo por su necesidad de ser completadas rápidamente, sino también por su rapidez de ejecución.
Cada vez que termines algo y aparezca en tu cabeza la casilla marcada como “hecho”, te aliviará, por poco que sea. Así liberarás espacio para pensar mejor y hacer otras cosas que requieran más tiempo y energía.
2. Extender el pensamiento
Stanislas Mahieux, coach profesional de desarrollo personal, recomienda la noción de “extensión del pensamiento”. ¿Qué es eso? Todos tenemos sueños y proyectos. La idea de “extensión del pensamiento” es la de dar oxígeno al cerebro. ¿Cómo? Dando profundidad a nuestra visión de vida.
Imagina todo lo que te gustaría hacer en la vida y planifícalo para una semana. No sería realista, ¿verdad? Sin embargo, a veces muchos creemos que nuestro futuro depende de organizar ese poco tiempo…
Ahora, imagina lo mismo pero cambia el parámetro de “tiempo”, visualiza que esta “línea de tiempo” se alarga 20 años ante ti. ¿No parece más realista? Del estado de estrés, pasamos a la calma interior en pocos segundos, algo que será beneficioso para dar claridad a los pensamientos y, por lo tanto, a la organización de la vida, día a día, sintiendo menos presión.
Stanislas Mahieux también recomienda no posponer o dejar atrás cosas que luego se acumularán y que serán aún más dolorosas de hacer después, una vez que se hayan sumado a otros deberes. En otras palabras, no añadas más cosas a tu banco de tiempo psicológico pensando que dominas hábilmente el reloj, que es el que marca y el que concreta el tiempo de verdad.
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Deja la procrastinación para después
De hecho, nuestro cerebro es como un ordenador: si dejas un número excesivo de documentos en el escritorio del ordenador, ¿qué pasa? Que se queda colgado. Este “escritorio” es el equivalente a lo que se llama “tiempo psicológico”. Eso equivale a dejar las tareas e ideas en ese entorno, es decir, en suspenso. Sin embargo, en tu ordenador, cuando almacenas los documentos en el disco duro, recupera memoria RAM. Por lo tanto, hay que dar prioridad al tratamiento y almacenamiento instantáneo de tareas e información y evitar procrastinar.
Como herramienta de apoyo, Mahieux menciona también la utilidad de llevar un diario tipo “bullet journal”, un nuevo útil de organización de las ideas, como una agenda personalizada, en una libreta, que permite poner los pensamientos por escrito o en dibujos. Así podrás visualizar mejor el día a día y el futuro, de forma, además, lúdica e incluso relajante.
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3. No querer controlarlo todo
Otra fuente de este malestar abrumador es el deseo de controlarlo todo, precisamente una trampa de la que es mejor salir. Tener un poco de flexibilidad y desorganización ayuda a disminuir la sensación de desbordamiento. El interés está precisamente en anticipar lo máximo posible pero dejando espacio para imprevistos. Al aceptar que las cosas no suceden exactamente como se habían previsto o deseado, podrás acomodarte mejor a estas vicisitudes sin sentirte abrumada.
4. Saber decir no
¡Cuando es demasiado, es demasiado! Y hay que saber reconocerlo. Aprende a decir no a una invitación, a una tarea más, a diferentes exigencias… ¡y sin sentirte culpable! Es primordial que conozcas tus propias limitaciones y que escuches tu voz interior. Si deseas disfrutar de tu fin de semana familiar en casa en lugar de aceptar una invitación, aprende a decir no.
No te sientas egoísta, porque pensar en ti también significa pensar en los demás: al escucharte, también estarás más disponible y escucharás a los demás.
5. Delegar
Por último, la regla básica que complementa a no querer controlarlo todo es la idea de delegar tareas que puedan delegarse. Una herramienta práctica, dentro de una familia, puede ser la implementación de un programa de tareas o un tablón de recordatorios. Además de aliviarte a ti, permitirá que cada miembro de la familia se responsabilice de su parte. Podrás confiar en el trabajo en equipo para ciertas tareas, así sentirás la tranquilidad de tener menos cosas que hacer y, con ello, aliviarás el sentimiento de desbordamiento.