Cada vez que hay un tiroteo, cada vez que hay muertes en un colegio se abre el debate sobre el acceso a las armas para los menores de edad en Estados Unidos. Otro debate, quizá de mayor importancia social, ha quedado en claro tras un recuento hecho de los 27 tiradores masivos más mortíferos en la historia de este país realizado por CNN y un análisis realizado por la especialista en temas de familia Suzanne Venker sobre Fox News.
El recuento de CNN y el análisis de Venker coinciden con un Tweet del actor y comediante Michael Ian Black, quien invitó a una “conversación” en Twitter que comenzó con la siguiente declaración: “Más profundo incluso que el problema de las armas es este: los niños (estadounidenses) están rotos”.
“Esta es una afirmación absolutamente cien por ciento verdadera”, escribió en su análisis Venker. Y añadió: “Black tiene razón en que los niños están rotos. Pero no se rompen como resultado de ser hombres de las cavernas que no han ‘evolucionado’ de la misma manera que las mujeres. Están rotos por otra razón. Ellos son huérfanos”.
En efecto: de los 27 tiradores masivos más sangrientos, solamente uno, el tirador de Virginia Tech, Seung-Hui Cho, fue criado por su padre biológico durante toda la infancia.
“Las casas inestables producen niños inestables”, escribió Peter Hasson en The Federalist. Siete de los tiroteos masivos desde 2005 han sido cometidos por jóvenes, casi adolescentes. Hijos, todos, de un hogar sin padre, o con padre absolutamente ausente.
La vida de Nikolas Cruz –de 19 años, quien mató el 14 de febrero a 17 personas en Parkland– no fue diferente. Su padre adoptivo murió cuando Cruz era muy joven, y su madre adoptiva tuvo dificultades para criarlo. De hecho, Cruz se encontraba en una fuerte depresión, pues
“Los muchachos de Estados Unidos están en serios problemas. Como explica el nuevo libro de Warren Farrell, The Boy Crisis (La Crisis de los Niños), los niños (en Estados Unidos) están experimentando una crisis de educación, una crisis de salud mental (como en el caso de Nikolas Cruz), una crisis de propósito. Y en la raíz de todo esto está la falta de padre”, subrayó Venker.
De hecho, según Venker y Farrell, sí existe existe una correlación directa entre los niños que crecen con padres ausentes y los niños que abandonan la escuela, que beben, que consumen drogas, que se convierten en delincuentes y que terminan en la cárcel. “Y que matan a sus compañeros de clase”.
“Sin papás como modelos a seguir, la testosterona de los niños no está bien canalizada. El niño experimenta una sensación de falta de sentido, falta de control de límites, de timón, y a menudo, se retira a los videojuegos y al video porno. En el peor de los casos, cuando la testosterona de los niños no es bien canalizada por un padre involucrado, los niños se convierten en una de las fuerzas más destructivas del mundo. Cuando la testosterona de los niños es bien canalizada por un padre involucrado, los niños se convierten en una de las fuerzas más constructivas del mundo”, dijo en su análisis Farrell.
En muchos sitios culpan a la masculinidad de los ataques. Todos los tiradores masivos son hombres. También a la Asociación Nacional del Rifle y a su empeño por armar (en aras del negocio) hasta los dientes a los estadounidenses.
Pero hay ese otro elemento incontestable: la falta de padre, las familias rotas. Aquello que une a los tiradores masivos más mortíferos de los Estados Unidos.