No importa si son cuatro días o un mes. Aquí tienes algunas claves del éxito. Y es importante que las leas hoy.
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Nota de agenda: pensar en las vacaciones. La escribimos un tiempo antes. Nos gustaría que este año fuera especial, muy especial. ¿Qué podemos hacer para conseguirlo?
Si nos preguntara un periodista por la calle qué esperamos de las vacaciones, se activaría todo nuestro cerebro: descansar, que los niños disfruten, que podamos tener momentos más íntimos con la pareja, que tengamos ocasión de encontrarnos con familiares y amigos a los que hace tiempo que no vemos, que sean unos días inolvidables, que nos den energía para trabajar con más brío a la vuelta…
Pero, ¿qué queremos decir cuando decimos que “esperamos”? Algunos piensan que “esperar” es estar de brazos cruzados y dejar que pase el tiempo hasta que llega el momento indicado de dejar caer el bolígrafo sobre la mesa, llegar a casa, hacer la maleta y plantarse en el aeropuerto. Algo así como un autómata, que actúa de forma mecánica.
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Hay gente que “espera” que en vacaciones se lo den todo hecho: que la lleven a un destino turístico, que le cocinen, le limpien la habitación, le hagan una ruta para ver cosas bonitas… Qué maravilla que te hagan todo eso cuando estás agotado y no puedes más, y vas solo; pero aspirar a unas vacaciones 10 en familia es mucho más.
“Trabajarse” la preparación de las vacaciones
En primer lugar, para que unas vacaciones resulten un éxito es importante tener una actitud proactiva. Esto implica prepararlas.
Es algo a lo que no damos importancia, sobre todo en la cultura latina y mediterránea, en la que tendemos con frecuencia a dejar las cosas para el último momento y nos gusta presumir de espontaneidad. Cierto que sabemos suplir los despistes con gracia, pero hay que reconocer que cierta preparación nos ayudará a disfrutar con plenitud.
Hay algo que los latinos podemos aprender: lo mucho que se disfruta algo cuando se prepara. Una cena se disfruta desde que pensamos el menú con que agasajaremos a unos amigos. Y unas vacaciones se disfrutan desde el instante en que decidimos qué queremos hacer en esos días.
La preparación, no lo olvidemos, forma parte del disfrute. Es ofrecer en ilusión, en esperanza, es verle aspectos positivos y tener ganas de compartir ese tiempo con quienes más queremos.
La lección de “El Principito”
En “El Principito” hay una lección magistral sobre esta cuestión. El Principito acaba de conocer al zorro y este le dice que lo mejor que puede hacer con él es domesticarle, para que así se conozcan y se necesiten, que es lo que creará vínculos entre ellos.
El zorro, además, le indica que han de verse y detalla:
“–Es mejor que vengas siempre a la misma hora –dijo el zorro–. Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde, yo desde las tres comenzaría a ser dichoso. Conforme avance la hora, más contento me sentiré. A las cuatro me sentiré agitado e inquieto, así descubriré lo que vale la felicidad.
Pero si tú vienes a cualquier hora, yo nunca sabré cuándo preparar mi corazón… “.
Eso es lo que lograremos que nos ocurra en vacaciones, que sepamos degustarlas desde el minuto uno en que hemos empezado a pensar en ellas. Y más cuando las preparamos juntos en familia.
Orientaciones
¿Y cuál es el secreto de una buena preparación de vacaciones? Aquí tienes algunas orientaciones para que todo salga bien.
- Concretar qué quieres que ocurra con esas vacaciones: hacer las paces con algún familiar, fortalecer el diálogo con el adolescente, recuperarte de una operación reciente…
- Decidir quiénes vais de vacaciones. Tenerlo en cuenta para la reserva de plazas en cada actividad. Tened en cuenta a los novios.
- Pensar el destino vacacional. Buscar opciones de precios, oferta de contenidos, rutas, lugares “fuera de circuito”…
- Deja que te ayude el experto en cada materia: el que sabe encontrar chollos en la red, la que tiene amigos por medio mundo y os pueden dar ideas sobre el lugar…
- Marcar un presupuesto de entrada. Anotar los gastos seguros.
- Tener en cuenta el clima, la época de lluvias… para la ropa a llevar.
- Revisar el calendario de vacunas y posible obligación de ponerse alguna. Tarjeta sanitaria. Recetas médicas y medicinas para todos los días.
- Comprobar las fechas de caducidad de la documentación de todos los que van a viajar.
- Pensar si algún (o algunos) miembros de la familia requieren atención especial, tanto física (celíacos o diabéticos, por ejemplo) como espiritual.
- Si sois una familia católica, localiza anticipadamente la iglesia y los horarios de Misa y confesiones. Si es Semana Santa, los horarios de los oficios y las procesiones.
Y, antes de concluir, lo importante es la actitud con que se hacen cada una de estas actividades. Prepara las cosas con alegría, colaborativamente y con cierto tiempo prudencial por si hay que acudir a renovar el pasaporte o cambiar los billetes de alguien.
Y recuerda: no cargues tú con toda la tarea. Delega y encárgate de supervisar. Porque si cargas tú con todo, ¡necesitarás otras vacaciones!
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