10 reflexiones para que entiendas que no estás haciendo nada malo – basta saber cómo llevarlo
Yo me sentía así, cansada y estresada de tanto cuidar de mis hijas. Quería ser la mejor madre del mundo, creía que me podía dedicar a mí misma, a mi trabajo y a mis hijas sin cansarme, como resultado me volví extremamente cansada y estresada. Empecé a preguntarme si estaba siendo una mala madre. Y descubrí que las cosas no son así. Aquí te doy algunos de los motivos por los que no debes echarte la culpa por sentirte así:
1. La maternidad es algo difícil
Este es el trabajo más difícil que hayas tenido. Es el paraíso y el infierno al mismo tempo. Hay que hacer muchas cosas, no tienes ningún control sobre tu agenda, no existen vacaciones, pueden tener lugar varias crisis emocionales, y, sobre todo, muchas noches de insomnio.
2. No siempre estamos preparadas
Es como si tuvieses un empleo en el que no tienes experiencia previa alguna, y tienes que hacerlo todo bien todos los días, pues la vida y el bienestar de alguien dependen de ti.
3. No tienes que hacerlo todo sola
Hoy en día criamos a nuestros niños como queremos, pero en las antiguas sociedades tradicionales, como en algunas aldeas, toda la comunidad se implicaba en el proceso. A veces me sentía totalmente cansada, era orgullosa y no quería dar mi brazo a torcer, pero hoy veo que es mejor pedir ayuda cuando me siento muy cansada.
4. Siempre nos colocamos en último lugar
¿Cuidar de una misma? ¿Qué es eso? Yo no he dejado de lado mis necesidades, estas sencillamente han desaparecido de mi conciencia. Es como si yo estuviera siguiendo una receta perfecta para agobiarme. Recuerda que para conseguir cuidar de tus hijos, antes de nada, tienes que cuidar primero de ti misma.
5. Tenemos una tendencia al negativismo
Como psicóloga, ya lo sabía, pero me di cuenta durante mi maternidad. En la época de los hombres de las cavernas, estábamos todo el tiempo preocupados con los animales salvajes que podrían atacarnos y vivíamos con esa preocupación. Hoy en día, en la sociedad moderna, estamos seguros, pero nuestro cerebro aún amplía los problemas más fácilmente de lo que son en sí. De esa forma perdemos las cosas buenas de la vida, como la sonrisa de nuestro bebé, la sensación buena de sentir el sol en nuestra piel, etc. Tenemos que aprender a mirar esos momentos felices para que la balanza se equilibre.
6. Nos criticamos demasiado
Yo ponía muchas expectativas en mi misma y me quedaba frustrada cuando no lograba mis metas. Era muy dura conmigo misma, y cuando era una buena chica, mi Capitán de Guerra interior ordenaba que siguiera así. Tomar una pausa para mi misma es una cosa que he comenzado hace poco y que me ha ayudado mucho.
7. No paramos un minuto
Es bueno preocuparse por nuestros hijos, pero cuando ese cuidado es excesivo, acaba perjudicando tanto a los niños como a nosotras mismas. Cuidamos tanto de ellos que nos olvidamos de nosotras mismas. Si despegamos un poco esa preocupación de ellos y la dirigimos a nosotras mismas, nos sentiremos amadas, revitalizadas y podremos cuidar mejor de nuestros hijos.
8. A veces perdemos un poco de lo que somos
La maternidad consumió mi vida. Paré voluntariamente de trabajar y abracé la maternidad de todo corazón. Pero acabé sintiéndome perdida profesional, financiera y conyugalmente. Sentía que ya no tenía más valor para la sociedad, porque sólo contribuía para mi familia. Me llevó cierto tiempo recuperar el sentido de quien era yo. Sé que a veces parece imposible hacer cualquier otra cosa además de la maternidad, pero es importante continuar haciendo las cosas que te gustan y buscar tiempo para ti y para tu pareja.
9. Estamos casi siempre agotadas
A lo largo del tiempo, las madres se vuelven física, emocional y mentalmente agotadas: la fuerza y la vitalidad se desvanecen. El psicólogo Rick Hanson acuñó la expresión “síndrome de la madre agotada”, enfatiza que es extremamente importante que recuperemos las fuerzas para que podamos administrar bien nuestro papel como madre.
10. El cansancio nos sume en una espiral de negatividad
La maternidad, en la mayoría de los casos, trae una inevitable sensación de cansancio y un empeoramiento de la salud física. Pero siempre hay un lado positivo, y somos nosotras las responsables del primer paso, que servirá tanto para nuestro bien, como para el bien de nuestros niños. Ellos necesitan de padres afectuosos y cuidadosos, así que es bueno que cuidemos de nosotras mismas, para poder cuidar mejor de ellos.
Tenemos que alejarse de las prisas del día a día y de la presión de hacerlo todo en seguida, pues al final, ¿qué es más importante, tu bienestar, o tu lista de tareas? Esa es una decisión que tenemos de tomar diariamente. Cuando percibí que estaba esforzándose demasiado, que estaba demasiado exhausta y que eso no me hacía bien ni a mi ni a mis niños, busqué ayuda, y poco a poco la alegría fue volviendo. Hoy ya no me siento tan afectada por toda esa presión de la maternidad.
(Fuente: PsychCentral, traducido y adaptado por Psiconlinews/Raquel Lopes)