Dicen que luego de la tempestad viene la calma. Una calma que el país anhela. No es la paz de los sepulcros, como la que pretenden los gobiernos de fuerza. Pero la verdadera y duradera hay que conquistarla porque nadie la regala. En ese proceso está Venezuela, que esta mañana despertó con una terrible noticia: la policía política se presentó de madrugada en la residencia de Enrique Aristeguieta Gramcko, respetado opositor de 87 años de edad.
Aristeguieta es un símbolo de lucha por la libertad. Dirigente político y miembro de la Junta Patriotica que luchó contra Pérez Jiménez en 1958, es el único vivo de aquella generación de venezolanos que derribó al régimen militar que por 10 años oprimió al país. Es abogado, historiador. Ha sido embajador en el Caribe, Vice Ministro de Relaciones Interiores, Gobernador encargado del estado Nueva Esparta y director del Consejo Supremo Electoral. Hoy, integra plataformas políticas críticas del gobierno de Nicolás Maduro.
Su trabajo opositor es orientador, fustiga con sus tuits, concientiza y moviliza con sus mensajes y reflexiones, molesta profundamente al gobierno por sus posturas sólidas y su intransigencia con el abuso y la injusticia y las violaciones a la Constitución.
Hoy, esa figura histórica y respetada de la sociedad venezolana ha sido arbitrariamente arrestada. Fue secuestrada en su casa de Caracas por el Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional). A las 3 de la madrugada escribió en su cuenta de tuiter: “El Sebin está en mi casa buscándome”.
Hay varios temas aquí: el 23 de Enero es una fecha que el régimen siempre teme porque recuerda a los venezolanos que de las dictaduras es posible liberarse. Aristeguieta es el único icono presente de aquella gesta, un gran animador de la resistencia actual y un referente indiscutible para las generaciones por su incansable defensa de los derechos humanos, políticos y civiles. Es un demócrata a carta cabal, que no deja transcurrir un solo día sin promover la organización de la sociedad civil en busca de salidas a la crisis.
Hasta hace pocas horas se desconocía su paradero pero trascendió que se encuentra en El Helicoide, una estructura circular en pleno corazón de Caracas, que sirve de sede a la policía política, por cuyos calabozos ha pasado medio país.
De la dictadura que Aristeguieta y sus compañeros combatieron y abatieron queda una lección: cuando un gobierno pierde la razón porque siente el sol en sus espaldas comienza a cometer toda clase de excesos, a detener a diestra y siniestra y a dar palos de ciego. Cuando el turno llega a intelectuales, sacerdotes, a la gente emblemática y admirada, es que el final está cerca.
Ayer, en vísperas de su partida para una gira por el sur del continente, el Secretario de Estado Norteamericano Rex Tillerson, en una sesión de preguntas y respuestas tras pronunciar un discurso sobre América Latina en la sede de University of Texas en la ciudad de Austin, manifestó creer que habrá un cambio de gobierno en Venezuela y expresó su expectativa de que ocurra de manera pacífica. “Yo creo que sí va habrá un cambio…queremos que sea un cambio pacífico […] un cambio de régimen pacífico siempre es mejor que la alternativa, un cambio violento”.
El funcionario estadounidense sugirió la posibilidad de que Nicolás Maduro abandone la presidencia de Venezuela y se exilie en Cuba si la situación continúa deteriorándose en la nación sudamericana. “Si la cocina se calienta demasiado para él, estoy seguro de que tiene algunos amigos en Cuba que le pueden dar una linda hacienda sobre la playa y él puede tener una vida agradable allá”. Y ratificó: “El mundo está despertando al llamado de emergencia del pueblo venezolano. Venezolanos mueren de hambre, el saqueo es común y los enfermos no reciben la atención médica que necesitan”.
El gobierno, en su laberinto, ha reaccionado hoy contra Enrique Aristeguieta Gramko quien, rozando ya los 90 años, su lucidez y coraje están fuera de lote. Por vía paterna su árbol genealógico asciende hasta la familia Bolívar. Sus antepasadas, las hermosas damas mantuanas Jerez de Aristeguieta, eran primas de Simón Bolívar. En el ADN de Enrique Aristeguieta está el gen libertario.
La reacción en cadena repudiando su detención es de las más impresionantes y unánimes que se hayan visto. “El cielo encapotado anuncia tempestad”, era el estribillo del himno de la Federación, la guerra intestina que sufrió el país conocida como “Guerra Federal” (1859 al 1863) y cuyas estampas heroicas antioligarquía gustaba tanto a Hugo Chávez rememorar.
“El cielo encapotado
anuncia tempestad,
y el sol tras de las nubes
pierde su claridad
¡Oligarcas temblad
Viva la libertad!”
Antes, los oligarcas eran los conservadores; hoy, si tenemos por bueno el concepto de oligarquía como una combinación de poder y dinero, ellos están en el gobierno, desde donde esos dos factores han conspirado para arruinar al país. Parece que son los destinatarios naturales del alerta por tempestad que anuncia este cielo encapotado
Hoy celebramos a...