Uno de los aspectos más oscuros de la actualidad de El Salvador es el enorme hacinamiento que existe en sus cárceles. El año pasado, había 38,724 internos en las cárceles salvadoreñas, cuya capacidad es de 14,300, según cifras de la Dirección de Centros Penales.
Ello sin contar los aproximadamente 5,000 reos que se encuentran recluidos en los llamados calabozos o bartolinas de la policía, que esperan la sentencia o, simplemente, la depuración de su proceso.
El hacinamiento y las malas condiciones que prevalecen en las cárceles salvadoreñas ha sido denunciado ya en varias ocasiones por la propia Comisión de Derechos Humanos de El Salvador.
El otro grave problema que enfrentan los reos cuando obtienen su libertad en El Salvador, como en muchos otros países de América Latina, es el de su reinserción social. Pocas veces se tiene esto en consideración y los resultados suelen ser la recaída de la persona en los propios reclusorios.
Un modelo de gestión novedoso y eficaz
Sin embargo, existe un programa que se está poniendo en práctica la Dirección de Centros Penales de El Salvador desde 2014 y que se ha convertido en el modelo de gestión penitenciaria de ese país.
Este proyecto, además de despresurizar las cárceles, permite a los privados de libertad obtener herramientas y conocimientos que faciliten su reinserción a la sociedad.
Se trata del programa “Yo Cambio”; que este año 2018 comenzó con la participación de 1,200 reos considerados de baja peligrosidad apenas el lunes pasado en el Municipio de Sonzacate, a 60 kilómetros de San Salvador.
El objetivo anual de “Yo Cambio” es que estos reos hagan trabajo comunitario y ayuden a reparar al menos mil escuelas públicas en todo el territorio salvadoreño durante este 2018.
A través de este modelo de trabajo comunitario, el gobierno salvadoreño brinda a los reos oportunidades reales de aprender herramientas que les permitan reinsertarse más fácilmente a la sociedad, a través del otorgamiento de ciertos beneficios amparados por la ley.
Muchos de ellos aprenden habilidades de albañilería, carpintería, etcétera, que les descubren caminos de trabajo una vez que cumplan su condena. Además, existe el canje de un día de trabajo por dos días de pena conmutada, lo cual es otro incentivo para que los reos pongan la mano de obra en labores comunitarias.
El programa también contempla la formación de los reos para poder desenvolverse en la sociedad al recuperar su libertad, instruyéndolos en cómo elaborar su hoja de vida, actuar en una entrevista de trabajo, así como proporcionándoles herramientas técnicas para que puedan desarrollar su vida laboral de forma exitosa.
Ya hubo un Festival
Los resultados están a la vista. El pasado mes de diciembre de 2017 se llevó a cabo en San Salvador, el Primer Festival del programa “Yo Cambio”, en el pabellón siete del Centro de Ferias y Convenciones.
El Festival tuvo una duración de tres días, y donde se pudo disfrutar de productos elaborados por los reos. Además, lo asistentes pudieron comprar algunos productos que han sido elaborados con materiales como madera, hilo, cerámica, bambú, entre otros.
Los centros penitenciarios que participaron en dicho festival son los de San Miguel, San Vicente, Apanteos, Sensuntepeque, Metapán, Usulután, Sonsonate, Penitenciaria Occidental y Central La Esperanza y el Centro de Readaptación de Mujeres de Ilopango, que son, hasta el momento, los 13 centros penitenciarios del programa “Yo Cambio”.
Hoy celebramos a...