Aumenta el uso del término “aporobofia”
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Muy solidarios en teoría con los pobres, pero puede ser un falso moralismo. La pobreza asusta. En 2017 la palabra del año fue “aporofobia”, según la Fundación Fundéu. Mary Tere Guzmán, mexicana afincada en España y dedicada a la cooperación internacional, cree que hay varias razones para pensar que la “aporofobia” o rechazo a la pobreza se está instalando entre nosotros y que el contexto social y económico que vivimos lo alimenta.
Tenemos miedo a perder lo que tenemos
Por ejemplo, “rechazamos a las personas pobres por miedo a la idea de que podemos perder lo que tenemos”.
Ellos representan “el fracaso palpable” del modelo económico en el que vivimos y al que nos aferramos. A un modelo de vida donde el éxito, la felicidad y la valía de las personas está centrado en lo que tenemos, en las posesiones y en el nivel de consumo.
“Cuando vemos a esas personas pobres que nada tienen, nos recuerdan la dureza de la escasez, de la precariedad y de la posibilidad de vivir sin nada, por lo tanto de ser nadie”, reconoce.
Quizá también nos pesa cada vez más la influencia de los medios de comunicación y de grupos políticos que intentan identificar a las personas pobres como “los causantes y únicos responsables de su pobreza”, también a la identificación de “pobres” con “migrantes” rde gente que viene de fuera a “quitarnos” lo que es nuestro.
La aporofobia surge como rechazo a aquello que no queremos ser
Me parece que la aporofobia surge como rechazo a aquello que no queremos ser, a aquello que nos da miedo pero especialmente a aquello que consideramos inferior, sin valor.
Creo que el rechazo a la gente pobre es más por miedo que por crueldad, creo que es más por la incapacidad de saber cómo acercarnos a esas situaciones tan complejas que no sabemos leer, que no sabemos cómo mitigar o muchas veces simplemente no queremos ver.
Es difícil ayudar y ayudarnos a cambiar la mirada, a ver y relacionarnos simplemente entre personas sin importar nuestro estatus social.
Nos cuesta cambiar de gafas
Como sociedad nos cuesta hacernos cargo de aquellas personas que las estructuras económicas y sociales han expulsado y nos cuesta enormemente cambiar de gafas (empañadas por la idea de “cuánto tienes cuánto vales”) a unas que nos permitan ver la riqueza de cada una de las personas, su dignidad y valía más allá de su nivel de vida.
Aporofobia nos interpela: no podemos dejar de luchar contra ese mal trato a quienes menos tienen porque son las víctimas de este sistema que los ha condenado no solo a la pobreza económica, sino también la rechazo y a la exclusión social.
El término de “aporofobia” me parece muy sugerente y certero para lo que pasa en muchas sociedades.
Creo que en el caso europeo, es las últimas décadas con un crecimiento económico sostenido y un desarrollo económico-social importante se ha ido instalando en la sociedad la idea de vivir en sociedades bastante igualitarias con una clase media potente que tenía posibilidades de asenso social y económico a base de esfuerzo, estudio y de grandes posibilidades que “el progreso” económico ha ofrecido. En los últimos años, especialmente a partir de la crisis, esa idea se ha puesto en cuestión.
Atención: podríamos volver a ser pobres
Ahora, especialmente los jóvenes, el futuro no parece tan certero, la incertidumbre se ha apoderado de nosotros y quizá la sociedad se ha despertado de un cierto letargo de bienestar, en el que había pasado de moda la lucha de clases o la idea de que podríamos volver a “ser pobres”.
Europa ha pasado dificultades pero parecen insolentes como “escenario futuro”
Europa ha pasado, en muchos momentos de su historia, por grandes dificultades: guerras, enfermedades, reconstrucciones, etc. Pero en los últimos años todo eso parecía lejano, improbable, casi insolente como escenario de futuro.
Por otro lado se ha empezado a hablar, también con más énfasis en los últimos años, dela creciente desigualdad económica y social. Sociedades mas igualitarias (como las europeas) empiezan a dibujar mapas más complejos de pobreza, de distribución desigual de la riqueza, de acceso al empleo o a servicios básicos de manera diferenciada, etc.
Se han generado brechas no sólo económicas sino sociales
Este es otro elemento que ha ido generando brechas no solo económicas sino sobre todo sociales. Muchas veces pensamos que la desigualdad se refiere solo al ingreso, pero el concepto es mucho más complejo porque se cruza con otros elementos como el género, el origen, la raza, etc. Que complejiza la desigualdad y agudiza la brecha entre personas y colectivos.