Los llamamientos a la reforman indican fuertes sentimientos contra el estricto estilo de vida islamista
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Las recientes protestas callejeras en Irán están relacionadas tanto con la represión religiosa que sienten muchos iraníes como con las injusticias económicas que afrontan.
Así opina John J. Davenport, el director del Programa de Estudios de Justicia y Paz de la Universidad de Fordham, Nueva York. Davenport, que también es profesor de Filosofía en Fordham, reflexionó sobre el significado de las protestas que empezaron a finales de diciembre y han desencadenado cientos de arrestos y casi dos docenas de muertes. El movimiento en ciernes, que incluye llamamientos para unas mayores libertades personales, quizás sea una grieta más en el estricto control del régimen islamista sobre la nación.
Davenport habló con Aleteia el pasado viernes 5 de enero:
– ¿Quién se está manifestando?
En su mayoría, parecen ser jóvenes de pequeñas ciudades de todo Irán, no tanto en la capital Teherán. Y ese es un punto importante, porque en Teherán está el centro de poder y allí se reunieron cientos de miles de manifestantes en 2009 protestando contra la reelección de Mahmud Ahmadineyad [rígido antiguo presidente de Irán].
Esto parece haber sido más espontáneo, más en los pueblos periféricos y en las pequeñas ciudades. (…)
Al parecer hubo una publicación por finales de diciembre, una fotografía de una mujer quitándose su velo. (…) Fue publicado en Instagram por una periodista iraní con base en Estados Unidos y desde allí despegó. Inició un movimiento de mujeres que vestían de blanco los miércoles y que se quitaban sus velos (…), así que se ha convertido en una especie de pequeño movimiento social en sí, la Protesta del Velo Blanco. (…)
Parece que las protestas han disminuido un poco, aunque ya veremos qué sucede el próximo miércoles. El Gobierno ha organizado contraprotestas masivas en favor del Gobierno. Después de permitir su actividad durante unos cuantos días, la Guardia Republicana, que responde ante el Líder Supremo [ayatolá Sayyid Alí Hoseini Jamenei], ha salido para suprimirla por la fuerza. Cientos de personas han sido arrestadas y unas 21, 22 o más personas han resultado muertas.
– ¿Por qué se manifiestan? ¿Qué quieren?
La mayoría de analistas señala a razones económicas y yo creo que es en parte correcto. Pero mi percepción, basada en el factor velo, es que en realidad una parte de esto es cultural. Ha habido un aumento de personas de la clase media iraní —donde hay más personas con estudios— y esto se aplica fuera de la capital; tampoco es que todos los pueblos pequeños o las comunidades rurales sean analfabetas, en absoluto; Irán es un país altamente formado.
Pero muchas de estas personas de la clase media no están contentas tampoco con la represión religiosa. Algo más del 40-45 por ciento de la comunidad iraní se compone de grupos minoritarios, de muchas índoles diferentes, que no comulgan necesariamente con la muy estricta ortodoxia islámica chií del Líder Supremo, su círculo de allegados y sus agentes de la Guardia Republicana.
Así que pienso que eso desempeña sin duda un papel principal. Sin embargo, probablemente el malestar económico explica, hasta cierto punto, por qué ha habido tantísimo apoyo espontáneo entre los jóvenes. El desempleo es enorme en la juventud de Irán.
Ha subido el precio de todo. Irán ha experimentado una inflación de entre el 10 y el 20 por ciento en los últimos 15 años. (…) Las estadísticas muestran que ha disminuido el consumo de carne y pan y de prácticamente todo lo demás. La inflación ha seguido creciendo hasta los últimos cuatro o cinco años.
El levantamiento de la mayoría de las sanciones económicas no ha corregido realmente el grueso del problema.
– ¿Amenaza al régimen este movimiento? ¿Es posible que esto conduzca a un cambio radical en el gobierno de Irán?
Dudo que esto vaya a plantear ninguna amenaza existencial inmediata al régimen. El presidente actual fue elegido hace no mucho y parece que sigue teniendo un extendido apoyo popular porque negoció aquel acuerdo [nuclear] con Estados Unidos.
Parece que su mayor impacto es en incrementar la presión sobre el ala más conservadora del Gobierno de Irán, para dar al presidente Hasán Rohaní, un presidente reformista más moderado, una posible mayor libertad de actuación. Si se produce alguna concesión a los manifestantes, será la de una mayor flexibilidad a Rohaní para implementar algunas de las reformas económicas que quiere.
Parte del problema, como con muchas otras naciones en desarrollo, es que las industrias del petróleo y del gas sirven a los intereses de una pequeña élite. Sus beneficios han regresado con el levantamiento de las sanciones, pero eso no se filtra al resto de la sociedad. Así que quizás se vean algunas reformas económicas internas, pero no veo ninguna amenaza inmediata al dominio de esa facción mucho más conservadora que ha estado en el poder desde los días del presidente Carter.
No obstante, es un indicador, como lo han sido las dos últimas elecciones presidenciales en Irán, de que están creciendo la insatisfacción, el descontento y el malestar dentro del país. Ha habido muchos líderes iraníes en el círculo interno centrándose en las relaciones exteriores, tratando de extender su poder, de aumentar la esfera de influencia iraní.
Ahora controlan gran parte de Irak, por ejemplo, porque Irak está liderado por un gobierno chií que se alinea con ellos y que fue puesto en el poder por el círculo interno del régimen iraní. Y básicamente fueron ellos, junto con Rusia, los que mantuvieron en el poder a Bachar el Asad en Siria. De modo que han creado este arco de poder a lo largo del norte de Oriente Medio. También han estado financiando al grupo rebelde de la guerra civil en Yemen.
Así que están dedicando mucho tiempo, recursos y esfuerzos en estas cruzadas extranjeras. Y al igual que las personas aquí [en EE.UU.] se cansaron de que el Gobierno no prestara atención a los problemas internos, creo que se produce algo análogo en Irán. Quizás esto provoque que el círculo interno próximo al ayatolá se replantee algunas de sus estrategias de política exterior. Quizás, si son listos, se dejen aconsejar y piensen más en lo que sucede en casa y dejen de enviar a tantísimos jóvenes y paramilitares a Siria, Irak o Yemen. Se han metido hasta tal punto que casi están en guerra directa con Arabia Saudí, Jordania y otros países de dominio suní en Oriente Medio.
La cuestión que controla toda la región es este enfrentamiento entre suní y chií. Esto es algo que ha empeorado en gran parte por la acción de este círculo de Teherán.
– ¿Qué posición tienen las minorías religiosas de Irán, como los cristianos, por ejemplo, y cómo podrían verse afectadas?
Allí los cristianos son una minoría muy pequeña. Los cristianos y otros grupos minoritarios —hay unos pocos suníes, personas que hablan turco, muchos grupos minoritarios pequeños— sí apoyan, en su mayoría, a los candidatos políticos reformistas. Así que en realidad podrían verse reanimados.
Pero tenemos que darnos cuenta de que con este régimen iraní, hablando del ayatolá y su círculo interno más que de las personas alrededor de la administración civil del presidente Rohaní —es un país con prácticamente dos Gobiernos—, esos grupos minoritarios han sido fuertemente oprimidos, en especial en lo referente a los grupos no islámicos, como los cristianos, un puñado de judíos que siguen allí, los zoroastrianos o los seguidores de la fe baha’i. Ahora son unos grupos muy pequeños: muchas de estas personas han abandonado Irán durante las últimas tres décadas. Sin embargo, también hay minorías que son islámicas pero no siguen la ideología del régimen.
Una percepción habitual entre muchos observadores es que estos grupos que están como más fuera del centro de poder, viviendo fuera de la capital, más rurales, tienden a ser más conservadores y quizás se alían con el ayatolá. No es cierto. Los registros muestran que tienden a votar más por los candidatos reformistas, como el presidente Rohaní. Tenemos que recordar que el presidente dirige la administración civil, no la parte militar ni de política exterior. Eso es del “otro” Gobierno.
Rohaní fue el menos preferido de los candidatos escogidos a dedo. El ayatolá y su círculo escogen personalmente a los candidatos y les permiten continuar con su candidatura. Permitieron competir a Rohaní pensando que iba a perder. Y ganó. Y esto muestra que los grupos minoritarios dentro del país en efecto tienen cierto poder político. Ellos, junto con los moderados de mentalidad más reformista de la capital, fueron capaces de elegir a este hombre. (…)
Desde mi punto de vista, parte de esto es una expresión de frustración de las mujeres de clase media educadas, entre otros grupos de jóvenes en Irán, que no tienen nada parecido a las libertades civiles que desearían. Vemos al régimen en Arabia Saudí liberalizando sus normas y nada parecido, ninguna concesión próxima, por parte del Gobierno en Irán. Ese tipo de cosas se controlan desde el círculo interno, desde el clero. Un cambio en el código de vestimenta y cuestiones así serían un auténtico signo de debilitamiento de su poder. (…)
Creo que el actual es un signo de lentos cambios tectónicos, valga la analogía, en Irán que, con el tiempo, fortalecerán cada vez más el ala reformista. Quizás les ayude a ganar las próximas elecciones presidenciales y así progresivamente. Si va a suceder algún cambio real profundo, será probablemente con el sucesor del ayatolá, cuando el actual se retire o fallezca, si hay una figura más moderada en el puesto de Líder Supremo. (…)
El ayatolá es bastante anciano, pero está rodeado de un círculo de otros clérigos radicales y generales de corte muy duro que controlan la Guardia Republicana. A no ser que haya alguna forma que las naciones occidentales no han encontrado todavía para incentivar a estas personas a la liberalización, parece que este círculo está tan comprometido con su ideología religiosa que no hay manera de crear un cambio.