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Normalmente, cuando se piensa en celebrar la temporada navideña, muchos se imaginan disfrutando deliciosas galletitas navideñas y tentadores postres tradicionales. Es decir, en Occidente Adviento no es tiempo de observar ayuno, hoy en día.
Sin embargo, eso no es lo que pensaban los antiguos cristianos (y tampoco muchos de los cristianos orientales modernos). De hecho, los ortodoxos siguen practicando el ayuno en Adviento.
Comenzando en el siglo VIII, los cristianos orientales doblaron sus preparativos para la Navidad.
Creían firmemente en la antigua máxima de "ayuno antes del festín" y siguieron el ejemplo de Cristo de ayunar durante 40 días en el desierto antes de empezar su ministerio público.
40 días
Para prepararse de forma apropiada para la gloriosa celebración de la Navidad el 25 de diciembre, ayunan durante 40 días, empezando el 15 de noviembre y terminando en Nochebuena.
A diferencia de la observación actual de la Cuaresma en Occidente (en la que los domingos están exentos de ayuno), el ayuno oriental incluye los domingos.
También se lo conoce como "Ayuno de San Felipe", ya que comienza en el día de san Felipe Apóstol en el calendario bizantino.
El ayuno es bastante riguroso y consiste de dos periodos principales. Una de las Iglesias ortodoxas lo explica así:
"El primer periodo es desde el 15 de noviembre al 19 de diciembre, cuando se observa la disciplina tradicional del ayuno (sin carne, lácteos, pescado, vino y aceite).
Hay una dispensa para el vino y el aceite los martes y jueves. De forma similar, el pescado, el vino y el aceite se permiten los sábados y los domingos.
El segundo periodo va del 20 al 24 de diciembre, cuando se observa la disciplina tradicional del ayuno (sin carne, lácteos, pescado, vino y aceite). Durante este periodo hay una dispensa para el vino y el aceite solamente sábado y domingo".
Cabe señalar que las reglas de ayuno tienden a variar según cada Iglesia particular.
Ayunar con sentido
El propósito de este ayuno es crear una actitud interior de oración, unida a Dios y separada de las cosas materiales.
Negar ciertos placeres corporales siempre se ha considerado esencial para el autocontrol y la disciplina incluso en un contexto secular. El objetivo de este ayuno es crear más espacio para Dios en la vida de una persona.
El ayuno prenavideño también tiene está previsto que vaya acompañado de oración y obras de caridad, y nunca tiene como objetivo dañar el cuerpo.
En definitiva, es una manera de abordar la Navidad poniendo énfasis en preparar el corazón para recibir a Jesús como el mayor regalo de todos.