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Abuso verbal: Qué es y qué hacer ante este gran problema

Verbal Abuse

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Jim Schroeder - publicado el 23/10/17

Este tipo de abuso puede no recibir mucha atención, pero, muchas veces, es el más difícil de abordar

El otro día estaba leyendo un artículo y me acordé de lo que he oído de clientes en mi consultorio de terapia a lo largo de los años.

El título del artículo era I Am Living with a Verbally Abusive Spouse, and It Is Soul Sucking” (Estoy viviendo con un cónyuge verbalmente abusivo, y eso es desagradable para el alma).

Es un artículo fuerte, lleno de confesiones de una víctima de constantes abusos verbales. Lo que lo vuelve particularmente doloroso es que no sólo tienes una sensación real de tensión e incertidumbre sobre lo que esa persona siente, sino también cómo los patrones de abuso abren “viejas cicatrices” de malos tratos desde la infancia y dejan al cónyuge con una elección difícil: ¿Me voy, entre varias incertidumbres y frustraciones, para que mi hijo y yo no tengamos que vivir así? ¿O me quedo e intento sacar lo mejor de una situación tan perjudicial?

Millones de personas enfrentan las mismas circunstancias. Sin embargo, aunque es comprensible que se le preste mucha atención al abuso físico y sexual, la realidad es que el abuso verbal crónico muchas veces tiene un efecto más duradero y también es muy difícil de abordar.

¿Qué constituye el abuso verbal, y qué no?

En general, el abuso verbal es definido por el “uso excesivo del lenguaje para minar la dignidad y la seguridad de alguien a través de insultos o humillaciones, de forma súbita o repetida”.

Puede llevarse a cabo de muchas formas, tanto por un insulto directo, comentarios groseros, palabrotas, insinuaciones negativas repetidas o algo semejante. Es cierto que categorizar algo como abuso verbal puede ser más difícil que otros tipos de abuso. Pero la clave para reconocer el abuso verbal reside en los conceptos de “debilitar la dignidad”.

Manifestaciones no ofensivas de la rabia o frustración, especialmente aquellas que empiezan con ‘yo’, normalmente no se ajustan a ese criterio. Pero si mi queja fuera que “tú eres un idiota”, entonces la afirmación se enfocaría mucho más en denigrar al otro sujeto.

Además de eso, repetidos comentarios como estos llevan a circunstancias que son duras y denigrantes. Como la autora observó en el artículo, ella vivía con “miedo”, insegura de cuándo sucederían los próximos comentarios indignos. Ya había experimentado abuso y degradación en su infancia, este ambiente sólo reforzó una “sensación miserable de sí misma” y la dejó sintiéndose distante tanto de su novio como de quien deseaba ser.

En última instancia, el abuso verbal viene de un falso sentido de privilegio o autoridad que permite que las personas traten a los demás de manera que ellas mismas no aprobarían.

Entonces, ¿qué sucede si te encuentras en una situación verbalmente abusiva, o si tú mismo eres el agresor?

Cualquier situación así es humillante e indeseable, pero hay salida. El primer paso es entender que los esfuerzos realizados para mejorar esas circunstancias son muy importantes, e incluso más importantes, como los esfuerzos por tener una casa agradable o dar a nuestros hijos todo tipo de experiencias.

Dicho de otra manera, si nosotros, como pueblo y sociedad, estamos interesados en mejorar los resultados para nosotros y nuestras comunidades, debemos invertir para acabar con la miseria psicológica, así como invertimos en enfrentar la pobreza de otros tipos. Eso es noble e importante.

Una vez que reconozcamos el valor de esa lucha, tanto los abusados como los abusadores necesitarán comprender más cómo ocurre el abuso verbal.

John Gottman ofrece una óptima visión en su libro Seven Principles for Making Marriage Work. En él se detalla lo que llama “4 Caballeros”: crítica, obstrucción, defensiva y desprecio. Aunque se considera al desprecio el peor, cada uno de ellos repetidamente carga con consecuencias amenazadoras para la relación y el individuo. El ejemplo que mencioné antes es una crítica porque degrada a la persona, no es una queja que aborda la situación. Sin embargo, lo que ocurre en cada uno de los cuatro caballeros es que, en lugar de acercarse a la situación en discusión, la persona denigra a la otra, en lugar de centrarse en el posible problema.

Estoy convencido de que pocas personas querrían vivir así. Pero lo que parece suceder es que él o ella o: a) tiene habilidades de comunicación precarias; b) lucha para manejar situaciones estresantes dentro o fuera de casa; c) falla en admitir el error; d) no aborda adecuadamente el trauma o abuso sufrido anteriormente, y/o e) generalmente está enfermo (físicamente, psicológicamente o de alguna otra forma).

Cualquier intento verdadero por reducir o eliminar el abuso verbal del lado del agresor debe considerarse y centrarse en cada una de esas áreas. Muchas personas tienen una buena intención, pero, a menos que las técnicas/conocimientos específicos sean combinados con un cuadro de estilo de vida sólido, es probable que las ganancias sean mínimas.

Si estás siendo abusado, ¿cuál es la solución?

No hay respuestas fáciles. La primera sugerencia es considerar que el mayor poder que alguien tiene está al inicio de una relación. Yo les repito enfáticamente esto a los adolescentes. Es necesario identificar el problema al inicio, antes incluso de comenzar un posible noviazgo. Para aquellos que salen desde hace mucho tiempo, están casados o ya tienen hijos, hay algunas etapas.

Primero, una vez que el abuso verbal es, en esencia, “fútil, denigre la comunicación”, ocurre lo contrario si las etapas fueran hechas dentro de la relación. Luchar contra la mala comunicación con una comunicación débil (o ninguna) no aliviará una situación mala.

En segundo lugar, las personas deben buscar ayuda de otras personas (por ejemplo, médicos, consejeros, terapeutas, amigos, religiosos) si el cónyuge ignora repetidamente los límites de la dignidad y la decencia. Yo se que eso parece arriesgado, y puede ser, pero es mucho menos arriesgado que quedarse quieto sujetándose a la violencia verbal. Mantenerse quieto y preservar una falsa “imagen feliz” es una de las formas más seguras de permitir el abuso verbal a largo plazo.

Finalmente, considera lo que he dicho sobre admitir el problema y sobre la salud en general en relación al abusador. Lo mismo se aplica a los abusados. El camino exige resistencia, regulación emocional, que deben venir de fuentes más profundas. Esas fuentes pueden incluir un compromiso renovado con la fe, mejores prácticas de salud o apoyo interpresonal (entre otros), pero, cualquiera que sea el mecanismo usado, debe ayudar a las personas a pasar por las tempestades que pueden surgir durante el proceso de intentar cambiar para mejorar.

Hace algún tiempo, una mamá fue a mi consultorio con uno de sus hijos, que estaba teniendo dificultades de sociabilidad. Descubrí que la propia mamá sufrió abuso físico y verbal cuando era niña. Estaba tomando medida pro-activas con sus hijos para garantizar que eso no fuera transmitido para las generaciones venideras. Ella quería educar a sus hijos en el entendimiento de lo que significa tratar al otro con dignidad y respeto.

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