“Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto”
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
Cuando hablamos de educación de los hijos muchas veces nos concentramos en su formación intelectual, o incluso en el desarrollo de sus habilidades y de virtudes esenciales para la formación de su carácter. Sin embargo, muchas veces nos olvidamos de uno de los componentes más importantes de la educación en la familia: educar el corazón.
Aristóteles afirmaba que: “Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto”. Sin embargo, ¿qué queremos decir cuando hablamos de educar el corazón? En definitiva, significa educar en el amor y para amar.
Significa también que los sentimientos de nuestros hijos deben importarnos más que sus conocimientos sobre geografía o matemáticas, porque son estos sentimientos los que servirán como motor de impulso para llegar a su desarrollo personal y los que los llevarán a la felicidad.
Te puede interesar:
13 ideas para educar sin castigar
¿Cómo se educa el corazón?
- Entender que el hogar es escuela de amor: Nuestra manera de tratarnos, la aceptación y valoración que mostramos entre los padres y hacia los hermanos, las muestras de cariño frecuentes y apropiadas son maneras de ensenar a querer. Nuestra casa debe ser un lugar cálido en el que todos se sientan acogidos y queridos. Es muy difícil educar el corazón de un niño que no se sienta aceptado o querido en su propio hogar, o que vea que en su casa no hay amor.
Te puede interesar:
¿Cómo educar hijos con criterio propio?
- Educando la afectividad: la afectividad comprende el conjunto de sentimientos y emociones de una persona. Es necesario enseñar a nuestros hijos a reconocer esos sentimientos, a ponerles nombre y a saber qué es lo que están sintiendo. También debemos enseñarles a manejar esas emociones, a manifestarlas de manera positiva y a controlar sus reacciones ante lo que están sintiendo. De esta manera podrán tener una afectividad sana en la que los sentimientos sean reconocidos, valorados y encauzados.
Te puede interesar:
Educar la afectividad en 3 pasos
- Enseñándolos a salir de sí mismos: El amor requiere necesariamente el darse a los demás y es indispensable que nuestros hijos sean capaces de reconocer las necesidades de sus pares, de ayudarles cuando les necesiten y de sentir la satisfacción de salir al encuentro del otro. Solo un corazón que es capaz de salir de sí mismo es capaz de amar, y esta es la lección más importante que necesitan nuestros niños para aprender a querer. Aprovechemos todas las oportunidades que tengamos para que vivan esta entrega en carne propia, es esta experiencia la que puede realmente educar los corazones.
Te puede interesar:
Ven, por favor, necesito que me abraces
- Educar en libertad: finalmente la capacidad de amar de todas las personas va enlazada con su libertad. Solo quiere el que quiere. Y es por esto que mientras más eduquemos a nuestros hijos en su libertad y en la responsabilidad que tienen de dirigir su vida hacia el bien, más capaces serán de querer porque les da la gana. Y ese sí que es el verdadero querer.
Te puede interesar:
¿Cómo enseñar a los niños que libertad no es “hacer lo que me da la gana”?