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¿Cómo enseñar a los niños que libertad no es “hacer lo que me da la gana”?

familia libertad

Robert Kneschke

Luz Ivonne Ream - publicado el 02/07/17

De los regalos más preciados que tenemos a parte de la vida es la libertad

En la actualidad hay gran confusión entre libertad y libertinaje. Tal pareciera que cuando hablamos de libertad nos referimos a hacer lo que se nos pegue la gana simplemente porque lo podemos hacer y es nuestro derecho. Eso no es libertad. La auténtica libertad implica compromiso y reflexión.

Una persona se va forjando de acuerdo a sus decisiones diarias. Es decir, la manera en que haga buen o mal uso de su libertad. A esto me refiero en que la libertad se reflexiona porque para hacer óptimo uso de ella hay que también participar a la inteligencia -entendimiento- y a la voluntad para que cualquier decisión que tomemos responsablemente se encamine exclusivamente hacia el bien. No hay verdadera libertad sin responsabilidad, ni fuera de la verdad.

La educación de la libertad comienza en casa y se prolonga a lo largo de todas las actividades y etapas de nuestra vida, como la escolar. La familia es el ambiente idóneo para preparar a los hijos para la vida porque es en ese espacio es donde les enseñaremos a ser libres, responsables y autónomos. Es decir, les daremos las herramientas necesarias para asumir su propia libertad y que así ellos mismos se hagan responsables de su propio destino.

Cuando educamos en libertad lo que estamos haciendo es educarlos para vivir y existir como personas. Les estamos enseñando a desarrollarse para que sean capaces de dar razones inteligentes y no viscerales; de explicar el porqué, cómo y dónde eligen o deciden lo que quieren y asumir las consecuencias de sus decisiones. Todo esto con base en una libertad responsable.

Es imperativo que los educadores, tanto padres como maestros, tengamos claro lo que es el concepto de libertad: elegir de varias opciones “únicamente” la mejor. La elección del mal NUNCA es opción porque si no, no sería libertad. Teniendo claro este concepto, será más sencillo educar a nuestros hijos y educandos en virtudes en cada etapa evolutiva, mismas que les dirigirán a tomar decisiones que les haga crecer como personas responsables, íntegras.

Es importante que como padres dirijamos a nuestros hijos hacia la verdad y el bien y que también les demos las herramientas necesarias para invitarles a pensar, a usar su inteligencia. A cierta edad es necesario que les dejemos pensar y decidir por ellos.

Cuando lleguen con preguntas como ¿qué hago en esto? o ¿cuál escojo? En vez de darles la respuesta inmediata, aunque ya sepamos qué es lo mejor, lancemos preguntas que les invite a la reflexión y a tomar la mejor decisión usando su libertad. Les recuerdo, libertad sin responsabilidad, no es auténtica libertad. Si nosotros les damos la solución, les hacemos perezosos y difícilmente se harán responsables de sus actos y de las consecuencias.

El “deber ser”, inspiración de la consciencia. La verdadera libertad siempre encamina al bien. Al estar educando en la libertad es muy importantes hacer entender a nuestros hijos que, si sus acciones son intrínsecamente buenas y encontrar suficientes motivos para llevarlas a cabo, estarán haciendo buen uso de la libertad. Es decir. Estarán obedeciendo lo que en consciencia dicta el deber ser. De no ser así, sin importar que su actuar siga siendo libre, cuando llevan a cabo acciones que no son en sí buenas, estarán haciendo un acto de libertinaje. En otras palabras, estarán haciendo mal uso de la libertad.

Para educar en la libertad, es necesarios que los todos educadores, tanto padres de familia como maestros, tengan conocimiento de las virtudes o “hábitos operativos buenos” que hay que inculcar en los niños dependiendo de la etapa evolutiva en que se encuentran. Etapa evolutiva es en la fase en que son más receptivos a adquirir ciertos comportamientos o que les es más sencillo adquirir ese hábito. De una manera sencilla, hay que hacerles saber lo que cada virtud significa y porquè conviene hacerlas parte de sus vidas.

A continuación, te comparto las virtudes y los elementos más importantes de la educación de la libertad en las diferentes etapas de la vida.

De los 0 a los 6 años:

  • Orden
  • Obediencia
  • Sinceridad
  • Orden

Para educar la libertad en estas edades tenemos una herramienta maravillosa; el juego. Tanto los educadores primarios -los padres- y los maestros son los que ponen las reglas del juego de manera atrayente, mismas que todos los niños seguirán. A esta edad los niños apenas tienen uso de razón. Es decir, no se tiene total discernimiento entre el bien y el mal. Por lo tanto, lo que más conviene es que los niños obedezcan a sus guías, simplemente por amor y servicio.

Así mismo, enseñarles a hablar con la verdad. Es decir, que exista verdad y congruencia en el hablar y en el pensar. La educación en el orden genera paz, tranquilidad y armonía, personal y familiar. Es hasta un termómetro donde podemos darnos cuenta de cómo está el interior del niño porque como es adentro, es afuera.

De los 6 a los 12 años:

  • Fortaleza
  • Perseverancia
  • Justicia
  • Laboriosidad
  • Responsabilidad
  • Generosidad
  • Paciencia

Parecen muchas virtudes, sin embargo, están ligadas unas con otras. Aquí los padres y maestros seguimos siendo guías. A esta edad conviene ser más persistentes en el buen uso de la voluntad -a la cual le apetece el bien- e invitarles a que sean más reflexivos y pensantes. Que los niños/jovencitos racionalicen que sería lo óptimo de acuerdo a sus consecuencias y así tomar decisiones inteligentes y “responsables”, usando su propio discernimiento. Por lo tanto, utilizando estas dos potencias del alma –inteligencia y voluntad- se comienza la educación de la libertad como tal.

En esta etapa nos ayuda el que están incluidas dos virtudes cardinales que son intrínsecas y que facilitan la práctica de las demás virtudes: fortaleza y Justicia. Como padres debemos motivar a nuestros hijos a que ellos mismos sean los que elijan, decidan y asuman consecuencias. En caso de que las consecuencias no fueran tan agradables o positivas, -aunque nos duela- hay que permitirles que las vivan porque si no será una lección no aprendida.

De los 12 a los 15 años:

  • Patriotismo
  • Pudor
  • Respeto
  • Amistad
  • Sobriedad
  • Sencillez
  • Sociabilidad

De los 15 a los 18 años:

  • Prudencia
  • Lealtad
  • Humildad
  • Optimismo
  • Comprensión
  • Audacia
  • Flexibilidad

A esta edad los elementos principales siguen siendo la inteligencia y la voluntad. Sobre todo, porque en esta etapa hay que resaltar el cuidado y la protección de su intimidad. Las virtudes cardinales de la templanza y de la prudencia juegan un papel muy importante ya que les ayudarán a dirigirse hacia el justo medio -o la virtud- y no a los excesos – o vicios- invitándoles también a pensar qué es lo que más conviene.

En la educación de la libertad, el ejemplo es vitalicio lo que significa que esta no termina nunca. El uso de la libertad se verá reflejada en cada hábito aprendido y decisión tomada. Al principio dependerá de otros que nos la inculquen. Después, cada persona la utilizará según su libre albedrío. Insisto, para que sea una libertad auténtica, esta debe siempre tender al bien, tanto personal como común. Es decir, unir el “saber querer” al “saber pensar” y así favorecer el buen uso de la libertad.

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