San Cipriano nos enseña a enfrentar uno de los mayores vicios de nuestro tiempo
Soy tan impaciente que, si la película on line no se carga rápido, ya empiezo a pensar que Dios me está castigando. Y si una página web tarda en abrirse, cierro enfadado y sigo adelante.
Advertí ese problema también en mis relaciones personales. Es difícil esperar a que otros se decidan cuando yo creo que ya resolví el problema o sé qué tipo de pizza debemos elegir, o pienso que sé cuál es la mejor manera de resolver un conflicto. Odio esperar.
Una vez, observé a mi abuelo separar, pacientemente y con cuidado, una bisagra vieja y oxidada. La limpió durante una hora y volvió a utilizarla. Yo habría tirado aquella cosa inmediatamente y habría comprado una nueva. Pero hay sabiduría en su forma de actuar.
La impaciencia es, quizás, el gran vicio de nuestro tiempo. Manejamos rápidamente, comemos alimentos cocinados a velocidad, y queremos que la Iglesia sea rápida.
Parece también que somos rápidos en sacar conclusiones sobre las personas, queremos ganar dinero rápidamente y nos producen impaciencia las personas que, de alguna forma, nos retrasan.
San Cipriano, cuya fiesta celebramos en septiembre, conoce mi dolor.
Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia. Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.
20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).
Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.