El 1 de mayo de 1955, el papa Pío XII declaró esa fecha como fiesta de san José Obrero. Era un modo de proclamar la unión de la Iglesia con el trabajo humano, con el que Dios bendijo al hombre desde su creación.
En el Génesis se lee:
“El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara” (Gen 2, 15).
Esto no incluye el cansancio y la fatiga, que son consecuencia del posterior pecado original.
El 1 de mayo es el Día Internacional de los Trabajadores. Esta fecha del movimiento obrero mundial arranca del 1 de mayo de 1886. Ese día 4 millones 200 mil trabajadores de Estados Unidos iniciaron una huelga para lograr la jornada laboral de 8 horas. Desde finales del XIX es la referencia anual para reivindicar mejoras laborales.
La fiesta de san José Obrero aporta un mensaje católico que no se basa en la lucha de clases ni la confrontación.
Es el mensaje del Evangelio canalizado en la figura de quien hizo de padre de Jesucristo en la tierra y sabemos que trabajó con sus manos, como carpintero, como artesano. San José es miembro de la Sagrada Familia y modelo de virtudes en el trabajo.
Santo patrón

San José Obrero es patrono de todos los trabajadores.
San José y el trabajo
Para el Año de San José, el papa Francisco escribió en la carta apostólica Patris corde:
"Un aspecto que caracteriza a san José y que se ha destacado desde la época de la primera Encíclica social, la Rerum novarum de León XIII, es su relación con el trabajo.
San José era un carpintero que trabajaba honestamente para asegurar el sustento de su familia.
De él, Jesús aprendió el valor, la dignidad y la alegría de lo que significa comer el pan que es fruto del propio trabajo".
El Santo Padre destaca en esta carta apostólica el valor del trabajo y la termina con una bella oración:
"La obra de san José nos recuerda que el mismo Dios hecho hombre no desdeñó el trabajo. No queda más que implorar a san José la gracia de las gracias: nuestra conversión.
A él dirijamos nuestra oración:
Salve, custodio del Redentor
y esposo de la Virgen María.
A ti Dios confió a su Hijo,
en ti María depositó su confianza,
contigo Cristo se forjó como hombre.Oh, bienaventurado José,
muéstrate padre también a nosotros
y guíanos en el camino de la vida.
Concédenos gracia, misericordia y valentía,
y defiéndenos de todo mal.Amén".


