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Para superar la infidelidad

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Luz Ivonne Ream - publicado el 14/09/17
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Una vez descubierto el engaño, ¿qué podemos hacer para facilitar el regreso y poner las bases para que no vuelva a ocurrir?

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En un artículo anterior -Errores que debes evitar cuando descubres la infidelidad- hablé sobre lo que como esposa y mujer conviene en pro de salvar un matrimonio y, sobre todo, en trabajar hacia el perdón auténtico, ese que viene de un profundo amor sacramental y de la sanación interior de ambos.

Por favor, no se trata de ser agachonas y tolerar lo que en sí mismo no merece respeto alguno como es que nos pongan el cuerno con cuanta escoba con falda se le antoje al viejo. Tampoco de que ya nos casamos y hay que aguantar esos comportamientos asquerosos porque es el hombre que me tocó o porque es mi cruz y ni modo. ¡No, por favor! Pensar así lo único que hace es restarle dignidad al matrimonio.

Digo, si yo veo que mi mamá me está enseñando que aguantar, soportar, tolerar una y otra infidelidad es lo que se supone en un matrimonio, lo siento, yo tampoco me casaría. No, el asunto no va por ahí.

 

Lo que le debe quedar claro a él

La infidelidad vale la pena perdonarla siempre, pero por salud mental, emocional y espiritual personal. Quizá el infiel no se merezca mi perdón, pero yo sí merezco vivir libre de rencores, odios y resentimientos. Ahora, perdonar siempre no quiere decir que, si no hay una conversión auténtica por parte del infiel, el señor siga siendo bienvenido como si nada hubiera pasado y que aguantemos sus fechorías haciéndonos de la vista gorda. De hecho, el mismo Jesús enseña cómo cuando perdonó a la mujer adúltera, le dijo: “Vete y no peques más”. A esta actitud es a la que le estamos apostando. Te perdono, sé que cometiste un error y confío en tu profundo propósito de enmienda y tengo la certeza de que esto no vuelve a suceder. Es decir, en este hogar no se permite, no se acepta una infidelidad más.

 

Pautas para superar la situación

Después de que ya descubriste lo que jamás en tu vida te imaginaste que te sucedería -la infidelidad de tu esposo- hay pautas básicas que te pueden ayudar para superarla. El divorcio no es una de ellas, ni siquiera es opción. La idea es hacer un borrón y cuenta nueva, como nos recomienda el escritor Enrique Rojas en su libro “Remedios para el desamor”.

  • (Si eres creyente) De la mano de Dios. Seamos más inteligentes que el enemigo y tomémonos fuertemente de la mano de Dios. Él lo que quiere es que nos desesperemos y nos desesperancemos, que nos muramos de dolor y que pensemos que ya nada tiene solución. No es verdad. Todo pasa y este dolor que hoy sentimos que nos arranca hasta la vida también pasará. Hay que hacer ayuno y oración porque hay espíritus que se combaten únicamente por medio de estas prácticas de piedad.
  • Respeto mutuo. Aunque también el infiel nos haya ofendido, merece todo el respeto del mundo simple y sencillamente porque él también es una persona y tiene dignidad (aunque la malbarate).
  • Aceptar el engaño. ¡Nada fácil! Pero este es el primer paso para un auténtico perdón en vías de reconciliación. Por qué pasó y otras tantas preguntas que se nos pueden venir a la mente ni vale la pena que ahondemos en ellas. Lo que pasó, pasó. Hoy es nuestra realidad y sobre esa realidad debemos trabajar.
  • Hacernos responsables de la parte que nos toca. Aprendamos de los errores. Con humildad hay que reconocer cuál fue la parte que a cada uno nos corresponde trabajar y mejorar. Recordemos que la infidelidad no es el problema en el matrimonio, sino la consecuencia de algo que ya estaba mal y de lo cual ambos somos copartícipes, quizá uno de manera activa y el otro pasiva, pero los 2 responsables.
  • El infiel sufre. Vale la pena que reconozcamos, se lo merezca o no, que el infiel sufre. No se puede vivir traicionando y teniendo doble vida y no padecer. Hay que tratar de verlo con caridad y misericordia.
  • Esforzarnos por no sacar la lista de agravios. No vale la pena estar recordando las ofensas. Lo que sucedió, ya pasó. La idea es comenzar de nuevo.
  • Hay que dar al evento su justa medida. No es tan grave que nos haya ofendido a nosotros como lo es que haya fallado en su compromiso y no ha estado a la altura de la palabra dada, aunque parezca que va por la vida muy campante.
  • No fantaseemos y cuidemos la imaginación. Que si hizo, que si le dijo, que si, que si… Nada de esto sirve, es basura para nuestro corazón. En cuanto se nos venga a la mente alguna imagen ¡cambio de chip! Cambiar de actividad. Lo que sea. Echemos mano de herramientas humanas como salirnos a correr, gritar, lo que sea necesario para sacar esos pensamientos de nuestra mente.
  • Reconozcamos, aceptemos y controlemos nuestras emociones. Evitemos discusiones innecesarias sabiendo callar en momentos difíciles.
  • Trabajemos en recuperar la confianza. Toda infidelidad es injusta, pero hay que perseverar con paciencia.  Al final, todo este trabajo interior de perdón y sanación tendrá una enorme recompensa.

 

 

 

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