Reciclan este material y le dan nueva vida en el sector de la moda. El cantante Pharrel Williams colabora con Bionic Yarn, una de las firmas
El plástico se ha convertido en una de las mayores pesadillas para el planeta (incluidas las personas que habitamos en él). Sus propiedades hacen que sea casi imposible su degradación, de manera que cada envase o producto de plástico que se fabrica va a tener una vida de siglos. Por chocante que parezca, a lo mejor solo se creó para tomar agua en la oficina, por ejemplo. Ese gesto minúsculo que se repite a diario en múltiples empresas, genera toneladas de residuos casi indestructibles cada jornada.
Conscientes de que esta situación ha de revertirse y no vale mirar al de al lado para saber quién debe actuar, tres empresas han centrado su negocio en la conversión del plástico para que sea empleado en el sector de la moda.
Ecoalf ofrece productos curiosos. Por ejemplo, ¿no te parece interesante que exista un traje de baño fabricado con redes de pesca desechadas en el mar? Sí, esas que hemos visto incrustarse en las tortugas para que estas las lleven de por vida en el caparazón, deformado por la inflexibilidad del material.
Ecoalf, presidida por Javier Goyeneche, quien la creó en 1992, se empeña en aportar al sector de la moda producto reciclado con la misma calidad que los que provienen de materiales no reciclados. Además de trajes de baño, venden prendas de ropa para hombre y mujer, así como flip flops fabricados con neumáticos reciclados. Eso evita esas montañas de ruedas en incineradores, la emisión de CO2 al quemarlas, etc… Deja de producirse la cadena de ataques al sistema ecológico.
Como Ecoalf, también trabajan en esta línea Bionic Yarn y Unifi. Bionic Yarn se ha sabido posicionar gracias a la fabricación de tejidos a partir del plástico. Los emplean como proveedores grandes firmas de moda como Topshop y el mismo Pharrel Williams se ha involucrado en su proyección publicitaria.
Nuestra opción como consumidores
¿Y cuál es nuestro papel como ciudadanía en todo esto? Es difícil quizá que nos pongamos a fabricar, pero nuestra responsabilidad como consumidores sí es alta ¡y efectiva!. Me puedo preguntar si es necesario tener otro par de flip flops en el armario antes de comprar otro. Y en el caso de la ropa, siempre puedo manifestar en la tienda que me inclino por los productos que (además de tratar con respeto a las personas) aportan un bien al medio ambiente. Si hemos de escoger, elijamos lo que hace la diferencia. Así, incluso aquellas empresas que solo se muevan por el beneficio económico deberán entender que les sale más rentable buscar una moda sostenible.
Si con 70 botellas de plástico se puede llegar a elaborar un metro de tela, imagina la de toneladas que podríamos reutilizar para vestir a todo el mundo.