Por mucho dinero que pagues a un profesional, es inútil: nada les quitará el dolor. Sólo ayudar a encajarloEste es uno de los temas por el que muchas personas me consultan. Respondo, no solo como coach profesional, sino desde mi experiencia, lo que también viví y el dolor que provoqué en mis hijos cuando tomé esa decisión. Cometí el error de elegir el divorcio como solución a mis problemas matrimoniales y sé de lo que hablo.
Gracias a que Dios tuvo compasión de mí y me dio la capacidad de rectificar, salvar mi matrimonio y rescatar a mi familia, hoy -con certeza absoluta- sé que hay más soluciones y que el divorcio -aparte de dividir- abre puertas a problemas mucho mayores.
Me preguntan cómo decirles a sus hijos que se van a divorciar porque supongo que lo que pretenden es que la “súper noticia” les duela lo menos posible. Cuál será la manera más apropiada y menos dolorosa de decir a los hijos: “Hijitos, vamos a destrozar su vida emocional. Su autoestima se irá al suelo. La seguridad que hasta hace poco sentían se convertirá en miedo. Les vamos arrancar el corazón de tajo. Habrá días que sentirán enormes deseos de morir. Ah, pero no se preocupen tanto porque aún les amamos y siempre vamos a estar para ustedes…”.
¿Te parece exagerado? Este es el mensaje tácito que envuelve tan atroz noticia. Cómo les decimos que les amamos y actuamos de manera contraria deshaciendo y dejando de luchar por lo más valioso que hay para ellos que es el amor entre sus padres y su familia.
Cómo se hace para decir a nuestros hijos que hasta ayer nos amábamos, teníamos el matrimonio “ideal y perfecto” y que a partir de hoy eso ya no existe, simplemente se terminó porque nos cansamos de luchar y dejamos que nuestro amor muriera.
Sé que para muchos me escucho dramática y hasta exagerada, pero el dolor y el sufrimiento que causamos a los hijos con un divorcio no tiene palabras que lo puedan describir.
Definitivamente, cuando una pareja está en crisis, está en crisis toda la familia y los hijos son muy susceptibles a esa atmósfera emocional, por mucho que tratemos de aparentar lo contrario frente a ellos. Sin embargo, la idea es enfrentar el problema y acabar con la crisis, no con el matrimonio.
Hay parejas que pagan millonadas a terapeutas, psicólogos, consejeros, incluso acuden a sacerdotes para que les ayuden a tocar este tema con sus hijos y darles la gran noticia -tus papás se van a divorciar-, esa que ningún hijo desea escuchar.
En mi opinión “muy personal”, lo único que están haciendo es hinchar la cuenta bancaria de algunos profesionales porque no hay manera, por muy dulces, tiernas, armoniosas y milagrosas que sean sus palabras, de aminorar la avalancha de dolor y sufrimiento que están poniendo a los corazones de esos hijos.
¿Además, por qué querer barnizar algo que naturalmente va en contra de los derechos de los hijos como es tener una familia y a sus papás amándose? Para mí, el pretender que un tercero les suelte esa noticia es que en el fondo a los padres les está faltando valentía para responder ante sus hijos y también les falla su parte de responsabilidad en la ruptura matrimonial y familiar.
Y bueno, cuando ya el divorcio es inminente, ¿qué se te ocurre que sería bueno decirles? Quizá algo como: “Dejé de luchar por tu mamá o por tu papá porque siento que ya no puedo más. Hice una promesa delante de Dios que ya no quiero o no puedo cumplir”. No lo sé… De verdad que no lo sé…
Lo que sí sé y te pido es que jamás te metas en dar detalles privados de tu relación con tus hijos y mucho menos denigres la imagen de tu cónyuge delante de ellos. Por supuesto que hay que hablar con ellos de la manera más honesta y de acuerdo a la edad y madurez emocional de cada uno, pero al mismo tiempo siempre hay que mantenerlos ajenos a información que pueda dañar su estima y el respeto y admiración hacia sus padres.
Cuando elijas hablar con ellos del tema, asegúrate de que les quede bien claro que te duele en el alma no haber tenido la capacidad de ofrecerles el hogar estable que ellos merecían y pide perdón. Diles que el divorcio no es su culpa. Que mamá y papá siempre serán sus padres. Que es un cambio dónde habrá dolor, pero que como papás harán lo mejor posible para que todo se lleve en la mayor paz y cordialidad. Y lo más importante, que tu amor hacia ellos es eterno e incondicional.
Cuando un hijo vive la experiencia de que sus padres se divorcian, pierde la noción completa del amor, de la compasión y de Dios. Es por eso que no te canses de repetirles cuánto les amas y de demostrarles tu protección. Cuanto más en paz estés tú como mamá o papá, menos difícil será lograr la estabilidad que por derecho natural les corresponde vivir.
Siempre recuerden que el divorcio no tiene la última palabra. Mucho menos en un matrimonio sacramental, porque en ese límite humano que les llevó a decir no puedo más, encontrarán -si le buscan y le dejan actuar- a un Dios que no tiene límites.