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¿Cuál es la ecuación de la felicidad?

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Luz Ivonne Ream - publicado el 25/06/17
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¿Tú sabes cuál es el camino a la felicidad? La felicidad es el camino… Aún más importante, la felicidad no es algo, sino alguienSi te preguntara, en este momento, qué te impide ser feliz ¿qué me contestarías? Casi te puedo asegurar que si en este instante no te sientes en sintonía con ese estado de ánimo es porque, o estás con tu pensamiento en el futuro y eso te llena de ansiedad. O bien, algo te tiene atado al pasado y vives con añoranza.

Todos llevamos deseo de ser felices y de ser amados. Lo que quiere decir que en cada uno de nosotros está ese afán de sentirnos queridos, aceptados, de ser felices y de hacer el bien -servir-. Ese anhelo es parte de nuestra naturaleza humana. Es una necesidad interior. La práctica del bien o virtud exige su conocimiento: quien conoce el bien, necesariamente lo practica.

Por eso la verdadera virtud consiste en buscar, con amor y de manera ascética, lo que es mejor para cada uno de nosotros, consiste en buscar la eudaimonia —felicidad— que es conocernos a nosotros mismos para teniendo claro que fuimos creados para amar y servir.

La felicidad es parte de las emociones positivas entre las cuales también están incluidas el gozo y el amor. En general, este tipo de emociones tienden a mejorar nuestra sensación de bienestar y a fomentar las relaciones constructivas con los demás. La felicidad se “siente” como un estado de paz interior.

Es por eso que bien se puede decir que la felicidad -entre muchas otras- es el resultado de una actitud personal al aceptar la vida como viene. Con altas y bajas, con penas y alegrías, con triunfos y fracasos, con lágrimas y risas. Lo que quiere decir que algunas veces nos sentiremos con más ánimos que otras, pero la constante siempre será la felicidad.

Las personas que han elegido ser felices “a pesar de” son aquellas que muchas veces mojarán sus sonrisas con lágrimas. Son aquellas que si se caen se levantan, se sacuden el polvo del suelo, vuelven a levantar la cara, piden perdón de ser necesario y siguen caminando con su mirada puesta en el cielo.

El hombre con menos necesidades era el más libre y el más feliz. El pensamiento “ojalatero” en uno de los peores enemigos para la felicidad porque no nos permite gozar plenamente del presente, de lo que sí somos y sí tenemos en este momento: ojalá tuviera un mejor trabajo; ojalá no estuviera enfermo; ojalá no tuviera que cambiarme de casa; ojalá…

La incongruencia está en que, a pesar de que querer ser felices es un anhelo que a diario lo deseamos, es un deseo de hoy, lo estamos dejando para después. Es decir, cuando tenga dinero seré feliz, cuando fulano me quiera seré feliz… O peor aún, estamos basando nuestra felicidad en cosas materiales o en terceros. A veces somos tan absurdos que nos olvidamos de gozar de lo mucho que tenemos por aferrarnos a lo poco que nos falta.

Incluso, hay personas que aun teniendo absolutamente todo y de todo no son felices. Entre más tienen, más quieren, pero más vacíos interiormente se encuentran. ¿Y por qué? Muy fácil… Porque no han sabido amar.

Así es, la respuesta está en el amor porque el secreto de la felicidad está en amar. Como fuimos creados desde el amor y para el amor cuando cada uno de nosotros amamos encontramos el sentido de nuestra existencia, nos realizamos como personas, alcanzamos la verdadera plenitud y todo esto lo que nos provoca es dar lo mejor de nosotros.

Cuando amamos nos convertimos en una mejor versión de nosotros mismos, y ayudamos a los demás a que también sean la mejor versión de ellos mismos. Es decir, servimos. Por lo tanto, la ecuación de la felicidad es amor + servicio.

Serás feliz en la medida en que ames y en que por amor sirvas, aún a quienes tú piensas que no se lo merecen. La felicidad es fruto de un esfuerzo del amor. La felicidad está en tu desprendimiento del pasado y en terminar con la angustia del futuro viviendo el presente desde el amor hacia el servicio.

La felicidad es el derecho y la obligación de todos. Tristemente es el privilegio de solo algunos y no porque no la merezcan, sino porque eligen no alcanzarla, no vivirla. Una buena parte de la felicidad está en tener a quien amar, pero amarle de verdad hasta hacerle feliz.

La felicidad también se mide por la capacidad de amar que tiene una persona y por el ambiente de amor que vive en su familia. Lo que quiere decir que una persona se sentirá más feliz, tranquilo y en paz en un entorno donde se sienta valorado, apreciado, respetado y, sobre todo, amado y aceptado. Es por eso que la fuente primordial de felicidad debe ser el hogar. 

Padres, recordemos que la felicidad es el objeto principal de la educación. Si educamos a nuestros hijos a que persigan el bien moral, vivirán una vida de virtudes y obrarán acertadamente. Eso les dará paz y el resultado será que tengan una vida realmente feliz.

Ahora, teniendo aún más claro que el camino a la felicidad es el amor y el servicio, te vuelvo a preguntar, ¿qué te impide ser completamente feliz? Haz lo que tengas que hacer para serlo. La única condición es que ese “hacer” nunca te reste dignidad como persona y que todos lo que hagas sea siempre cara a Dios. Suelta lo que tengas que soltar, cambia lo que tengas que cambiar y, por sobre todas las cosas, ama.

La regla del oso tonto de Jorge Bucay.

¿Quieres algo? ¡” Obtenlo”! Arriésgate, comprométete con eso que tanto anhelas, cumple tu deseo. Sal a buscar y a alcanzar tu sueño. ¿Qué no puedes “obtener” eso que tanto quieres? ¡“Sustitúyelo” por otra cosa! ¿Que esa persona “tan especial y única” no te quiere? Pues que te quiera otra persona. ¿Qué en ese trabajo ya no eres bienvenido? Pues en ese otro sí te valorarán. Sustituye… ¿Qué no le puedes “obtener ni “sustituir”?

Entonces ¡” Olvídalo”! Así es, a olvidar. ¿Qué te parece imposible hacerlo, olvidar?

Entonces, si no lo puedes OBTENER, no pudiste SUSTITUIRLO y si no le quieres OLVIDAR, entonces eres un tonto y difícilmente serás feliz.

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