Un método pedagógico basado en una escuela esotérica: la Antroposofía
Se multiplican en diversos países las escuelas que, bajo los nombres de Waldorf o Steiner, proponen una pedagogía alternativa al colegio tradicional. Muchas familias no saben realmente lo que se encuentra detrás: el modelo educativo de la Sociedad Antroposófica, uno de los principales grupos esotéricos contemporáneos.
El fundador de la Antroposofía: Rudolf Steiner
Rudolf Steiner (1861-1925), fundador de la Sociedad Antroposófica, es considerado por algunos “la mayor eminencia esotérica de su época”.
Ingresó en la Sociedad Teosófica, de cuya sección alemana fue nombrado secretario general en 1902. Pero la insistencia de los teósofos en el orientalismo lo decepcionó, creando en 1913 su propia asociación esotérica, la Antroposofía, para cultivar mejor la genuina vida espiritual, según sus palabras.
Es difícil resumir la doctrina antroposófica, que algunos han calificado de enseñanzas teosóficas influidas por el rosacrucismo y con un mayor contenido cristiano.
Su actividad más destacada, y por la que más se le conoció en Europa, fue la de conferenciante y escritor, haciendo una gran cantidad de viajes por varios países.
La sombra de la antroposofía se sigue proyectando en la actualidad a través de las escuelas Waldorf, las comunidades para discapacitados Camphill, y algunas otras iniciativas cuya autoría corresponde también a Steiner o que se basan en sus principios, como la agricultura biodinámica, la euritmia, la gimnasia Bothmer o el mismo Triodos Bank, además de la Comunidad de los Cristianos.
Un nuevo sistema pedagógico
En 1884 Steiner fue contratado como tutor del hijo de la familia Specht, Otto, que padecía hidrocefalia. En su trabajo con él, lento y arduo, consiguió el éxito tanto en lo intelectual como en la salud física del niño, que llegaría a estudiar Medicina y a ejercerla.
Unas décadas después, con su sistema de pensamiento esotérico en pleno apogeo, creó las escuelas Waldorf, en las que aplicaría lo aprendido años atrás con el pequeño Otto Specht.
El empresario Emil Molt, propietario de la compañía de tabaco Waldorf-Astoria de Stuttgart, le encargó la creación de una escuela para los hijos de sus empleados. La escuela Waldorf se abrió en aquella ciudad en septiembre de 1919, con la “dirección espiritual” de Steiner, cuyas doctrinas determinaron la pedagogía empleada.
Creció su reputación como pedagogo, y tuvo mucha aceptación en Inglaterra, donde fue invitado a lugares de prestigio a dar conferencias, como la Universidad de Oxford. En 1925 se inauguró una escuela según la pedagogía Waldorf en las afueras de Londres, otra en Holanda, y en 1928 abrió sus puertas la Rudolf Steiner School de Nueva York.
Según explica su biógrafo Gary Lachman, tras la muerte de Steiner en 1925, la pedagogía Waldorf “constituye la opción más popular de formación alternativa, atrayendo más solicitudes que otros métodos pedagógicos alternativos como las escuelas Montessori”.
De hecho, hace una década ya se contaban más de 800 centros educativos inspirados en Steiner en el mundo, la mitad en Europa.
En España se abrió el primer Jardín de Infancia Waldorf en 1979 en Las Rozas (Madrid). Actualmente, según la información facilitada por la Asociación de Centros Educativos Waldorf, en España hay 13 centros de formación del profesorado, 27 centros asociados de Educación Infantil, Primaria, Secundaria y Bachillerato, 22 centros a los que denominan “iniciativas educativas amigas”, y 27 centros de padres y madres de día. También engloba 3 entidades o centros de “pedagogía curativa y socioterapia”.
Cabe destacar que esta asociación, según explica en su página de Internet, está vinculada a la Sección Pedagógica del Goetheanum, sede mundial de la Sociedad Antroposófica.
Una antropología detrás de la educación
La pedagogía Waldorf, basada en el esquema de pensamiento ternario de su inventor, divide el período educativo de la persona en tres fases que se corresponden con sus tres primeros septenios. Se insiste mucho en la creatividad de los niños y en dejar que desarrollen su pensamiento de forma libre.
No se emplean libros de texto, sino que son los propios alumnos los que componen su libro, que se les entrega en blanco al comenzar la asignatura (y así, a lo largo de una escolarización completa, cada niño habría compuesto un centenar de libros).
El arte tiene un lugar fundamental en la enseñanza, y no hay exámenes ni ningún elemento que pueda fomentar la competitividad.
Los informes elaborados por los maestros y que sirven como evaluación de los alumnos, van acompañados por poemas o cuentos elaborados por los mismos docentes o tomados de las obras de Steiner o de Goethe. Así les muestran lo que sus maestros esperan de ellos.
La educación parte de la concepción antropológica de Steiner, que diferencia tres dimensiones en el ser humano: la fisiológica, la psicológica y la metafísica. Aunque también habla de cuatro partes: el cuerpo físico, el cuerpo etéreo (o aura), el cuerpo astral y el ego. La educación ha de tener en cuenta tanto el aspecto terrestre como el aspecto cósmico –el más importante– del hombre. Así, se cultiva la vocación (cósmica), y no la profesión (terrestre).
Además, no hay que olvidar que, debido a la creencia en la reencarnación y en el karma, para los antropósofos “la personalidad no nace con el nacimiento. El yo de un recién nacido es tan antiguo como el de cualquier otra persona. Con la presente encarnación él no permeó todavía los diversos envoltorios terrenos”.
En el momento del nacimiento, el ser humano tiene el cuerpo físico concluido, pero el cuerpo etérico va consolidando al físico. Y así, “el nacimiento de un cuerpo etérico autónomo sólo ocurre en la proximidad de los siete años”. E igual que se alimenta el cuerpo físico con la comida, el cuerpo etérico ha de nutrirse con “alimentos” como el ritmo, la fantasía, etc.
Las fases del desarrollo infantil
Y las tres fases de la educación del niño, apuntadas antes, van de lo central (cósmico) a lo superficial (terrestre). La primera fase, entre el nacimiento y el cambio de dientes (hasta los 7 años), tiene carácter simbólico, fantástico y mitológico.
Por medio de los cuentos tradicionales, “al encontrarse el niño como descendiendo de ese mundo al mundo terrestre, este lenguaje simbólico y arquetípico actúa a modo de un cordón umbilical psíquico que lo reconecta instintivamente con su origen, y por lo tanto con su destino-vocación. También esos cuentos, si son genuinos, están impregnados de una profunda energía moral y actúan muchas veces como una fuerza curativa”. En esta fase hay que evitar toda educación intelectual.
La segunda fase, entre el cambio de dientes y la pubertad (de los 7 a los 14 años), ya está caracterizada por el razonamiento y el pensamiento, que aún se aprende como juego. Es cuando comienza la educación formal, con los elementos de lectura, escritura y cálculo, que no se han introducido hasta ahora. Hay que tener en cuenta que “letras y números no son invenciones del hombre, sino que han surgido a través de las civilizaciones como expresión (‘revelación’) del Logos mismo”. Según la pedagogía de Steiner, en esta etapa se da la formación en cuatro aspectos: del pensar, de la voluntad, de la sensibilidad y moral-social.
Por último, la tercera fase del desarrollo humano tiene lugar entre la pubertad y el final del crecimiento (de los 14 a los 21 años), y coincide con el “descenso” de la persona a la realidad terrestre. Se da una polarización entre la razón y la pasión, y hay una necesidad de saber más que impulsa a la investigación y experimentación. Es la etapa en la que hay que aprender a discriminar la información. Y nace la conciencia de la propia personalidad.
Después de todo lo dicho, cabría recoger aquí la breve definición que da Manuel Guerra en el Diccionario enciclopédico de las sectas sobre las Escuelas Waldorf: “son las escuelas o centros de la Sociedad antroposófica, destinados a la enseñanza especialmente antroposófica de los niños”.
En principio, no se enseñan las doctrinas de la Antroposofía –algo en lo que insistía Steiner–, y “de hecho, la mayoría de estudiantes y padres de las escuelas Waldorf conocen poco sobre Rudolf Steiner y su filosofía, aunque reconocen y aprecian el ambiente vivo y la metodología de las escuelas Waldorf, basados en la filosofía de vida de Steiner”.
Pero, como reconoce el mismo autor, “sin la base espiritual de la Antroposofía, la Educación Waldorf no puede encarnarse, y se convierte en una mera técnica o en un experimento unilateral en educación”.
¿Libertad… o dependencia?
Las opiniones positivas sobre la propuesta pedagógica de Rudolf Steiner son muy fáciles de encontrar, ya que los partidarios de las escuelas Waldorf se encargan de divulgarlas por doquier. Por eso aquí recogemos algunas de las principales objeciones que se le han planteado, y que hay que tener en cuenta.
En primer lugar, hay estudios que muestran algo paradójico en cuanto a la libertad que la pedagogía Waldorf dice dar a sus alumnos. Una investigación académica desde el área de las Ciencias de la Educación revelaba hace una década que para promover la libertad y la participación de los niños “el currículo Waldorf es extremadamente estructurado y sus profesores, bastante directivos” (Doralice Lange de Souza Rocha).
De hecho, en esa investigación se critica que los alumnos dependan excesivamente de sus maestros –en concreto de los conocimientos, experiencias y cosmovisión de sus docentes–, de manera que “se constituye en un serio problema […]: los niños no son expuestos a diferentes fuentes de información, perspectivas y puntos de vista”.
Además, el mismo estudio cuestiona la forma que tiene la pedagogía Waldorf de “proteger” a los alumnos de los problemas del mundo, algo que tendría un efecto negativo en su desarrollo y en su posterior situación en la vida real.
Derivas sectarias
Dando un paso más, y saliéndonos del ámbito estricto de la pedagogía, el sistema Waldorf ha sido puesto en el punto de mira y de preocupación por parte del Estado francés, que en sus documentos sobre el fenómeno de las sectas se han referido en algunas ocasiones a estas escuelas.
En su informe presentado ante la Asamblea Nacional en 1999, el diputado Jacques Guyard se refería a tres movimientos sectarios que controlan centros educativos en el país. Uno de ellos es la Antroposofía, que contaba entonces con una treintena de escuelas en Francia, y del que dice lo siguiente:
“Si bien es evidente que todas estas escuelas no revisten un carácter sectario, sin embargo, varias merecen una investigación a fondo. La Comisión tiene, de hecho, conocimiento de derivas [sectarias]. Los métodos pedagógicos particulares en algunas escuelas han sido criticados especialmente por la Inspección de Educación nacional. Así, los aprendizajes del lenguaje estructurado, de la escritura y del cálculo no son obligatorios antes de la edad de 7 años. Además, los niños inadaptados al método de Steiner estarían sujetos al abuso y muchos no tendrían al día sus vacunas.
Mientras que los precios publicados de la escolarización pueden considerarse asequibles para algunas familias (entre 14.000 y 18.000 francos por año), la Inspección de Educación nacional ha identificado instalaciones donde las tarifas eran tan altas que los padres de los estudiantes, para poder pagarlos, se vieron obligados a trabajar para la Antroposofía”.
Un método cuestionado
Más recientemente, el organismo gubernamental francés encargado de estos temas –dependiente del primer ministro–, la Misión Interministerial de Vigilancia y Lucha contra las Derivas Sectarias (MIVILUDES) se ha hecho eco de la preocupación por la pedagogía Waldorf.
Si en el informe que publicó en el año 2000 su institución predecesora, la MILS, dedicó un amplio espacio a las “Escuelas Waldorf-Steiner”, en 2016 ha contestado a una carta de consulta sobre este tema.
La misiva, divulgada posteriormente en internet, afirma que “la MIVILUDES recibe con regularidad informes y testimonios que expresan fuertes inquietudes y dificultades sobre las escuelas Steiner-Waldorf”.
Entre otros elementos, la secretaría general de la MIVILUDES destaca que en dicha pedagogía se incluyen elementos de la doctrina antroposófica, y que un informe de Educación Nacional cuestionaba en 1999 los métodos fundados en la imitación, que van en detrimento de la capacidad crítica de cuestionamiento, algo que iría unido a la posibilidad de confusión en los alumnos entre creencia, interpretación y enfoque científico, al dar mucha importancia a lo simbólico y mitológico.
Por su parte, el Centro de Información y de Aviso sobre las Organizaciones Sectarias Dañinas (CIAOSN), dependiente del Gobierno de Bélgica, también tiene en su página de internet algunas referencias a la Antroposofía y a la pedagogía Waldorf.
Captación y adoctrinamiento
Volviendo a Francia, aunque al ámbito asociativo de los afectados por el fenómeno sectario, la UNADFI (Unión Nacional de Asociaciones de Defensa de las Familias y del Individuo Víctimas de Sectas) ha publicado a lo largo de los años diversas noticias y testimonios que muestran la cara más oscura de la pedagogía Waldorf y su vinculación a la Sociedad Antroposófica.
En uno de sus artículos, un antiguo alumno de estas escuelas habla de adoctrinamiento, tanto sutil como explícito, en las mismas, y explica cómo pasó del colegio a formar parte de la Antroposofía y a ser profesor.
Considera que se adoctrina a los niños en un sistema de pensamiento cerrado y que es, en realidad, “un atentado contra la libertad de conciencia de los niños. Y el procedimiento es hábil, ya que la capacidad de extenderse de la Antroposofía es mayor cuanto menos visible sea su carácter sectario”.
¿Es compatible con el cristianismo?
Además de las críticas que se han resumido, para algunas instituciones educativas cristianas (o con cualquier otro ideario de tipo religioso), lo fundamental es saber el grado de dependencia de la enseñanza Waldorf con respecto a la Antroposofía como doctrina esotérica. Esto determinaría, sin tener que entrar en aspectos particulares que podrían ser fácilmente corregibles, su compatibilidad o no con el cristianismo.
Y según apuntan los autores que han estudiado en profundidad la pedagogía Waldorf, ésta es algo más que una simple propuesta alternativa, y se convierte en una aplicación práctica de las doctrinas antroposóficas de Rudolf Steiner.
La Antroposofía es incompatible con el cristianismo, tanto doctrinalmente como en la vida práctica. Se trata de una cosmovisión esotérica que se plantea como alternativa a la fe cristiana, por mucho que en su origen, ciertamente, Rudolf Steiner quisiera darle un carácter más occidental y “cristiano” a una Teosofía demasiado ligada a las religiones orientales.
La defensa de la reencarnación y otros muchos elementos doctrinales y prácticos son claramente incompatibles con la antropología cristiana y con la forma de entender el mundo y las relaciones sociales.
Un claro ejemplo de esto es la propuesta “religiosa” o “eclesial” nacida de la Antroposofía, que se presenta como un movimiento cristiano más: la denominada “Comunidad de Cristianos”.
Sin embargo, Congregación para la Doctrina de la Fe, el dicasterio vaticano encargado de dirimir sobre estas cuestiones, aclaró en 1991 en un documento: “Se ha preguntado a esta Congregación para la Doctrina de la Fe si el bautismo administrado en la comunidad denominada ‘Christian Community’ o ‘Die Christengemeinschaft’ del señor Rudolf Steiner es válido o no. Esta Congregación, después de realizar un examen diligente, ha decidido que se debe responder: No”.
La Iglesia católica rechaza el carácter cristiano de este movimiento porque, de lo contrario, aceptaría la validez de su bautismo. Por eso, la colaboración de cualquier institución religiosa, sea de la Iglesia católica o de cualquier otra confesión, con la pedagogía Waldorf o las escuelas Steiner, parte de este entramado esotérico, parece desaconsejable.