Ante el caso del sacerdote Julio Grassi y las interpretaciones en la prensa
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El periódico El País de España publicó recientemente una nota titulada “El caso del cura pedófilo que desafía al Papa”. El caso al que refiere es al del sacerdote argentino Julio Grassi, quien en 2002, cuando se conocieron los delitos de abuso que se le imputaron y por los cuales hoy está condenado, dirigía un hogar que acogía a cientos de niños de la calle.
Aunque no responde a ningún evento noticiable reciente ya que el sacerdote al que refiere la nota está en prisión desde 2012 y debe cumplir una pena de 15 años, y hace poco más de un mes la Corte Suprema de Justicia ratificó la pena, la nota se hace eco de críticas al Papa Francisco por el caso.
Desde la elección de Francisco como Papa, los primeros periodistas que llegaron a la Argentina a intentar entender al nuevo Pontífice, y también encontrar posibles cuestionamientos, abordaron dos temas: la participación de Jorge Bergoglio durante la última dictadura militar, y su
responsabilidad en el caso de Julio César Grassi.
Con respecto a lo primero, mucho se ha escrito ya. Las responsabilidades de Bergoglio en aquella época tenían que ver con la Compañía de Jesús. Aún sin que haya perdido a ninguno de los suyos o no haya tenido responsabilidades en aquella época en el resto de la Iglesia, siempre aparecen
cuestionamientos sin fundamentos.
Con respecto al caso del padre Grassi, El País refiere a la respuesta que todos los periodistas encontraron aquel marzo de 2013 cuando buscaban un talón de Aquiles de Jorge Bergoglio: Grassi no era sacerdote de la arquidiócesis de Buenos Aires, y Bergoglio no era su Obispo.
El artículo también asegura, de manera elíptica, que “muchos en Argentina creen que el Pontífice apoyó tácitamente a Grassi porque no lo creía culpable”. La sentencia del caso Grassi fue emitida en 2009 y ratificada en 2012, diez años después de la emisión del programa televisivo que lo denunciaba. Lo que muchos conocían de la obra de Grassi hasta entonces eran maravillas realizadas con niños y jóvenes que gracias a la obra de Grassi dejaban la calle y manifestaban encontrar en la Fundación contención y una familia.
Si es que Bergoglio dudaba de su culpabilidad, se ha decir lo mismo de muchísimas personas en la sociedad y de la Iglesia argentina. Y aunque el sacerdote había elevado su perfil mediático y en la búsqueda de fondos se rodeaba de poderosos, las acusaciones por pedofilia del programa televisivo Telenoche fueron absolutamente inesperadas.
Muchos defendieron a Grassi, y en función de los a veces longevos tiempos y formas de la justicia argentina, algunos lo siguen haciendo. Otros que durante mucho tiempo respaldaron la inocencia de Grassi, con dolor y decepción modificaron su durante el último tiempo. Más aún cuando la justicia abordó y lo cuestiono por otros delitos relacionados con malversación de fondos de la fundación.
La nota también se hace eco del reclamo para que Grassi sea reducido al estado laical, pena que ha de ser canónica. La misma nota asegura que la decisión depende de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y que podría haber definiciones de un momento a otro.
Asimismo, El País asegura que el Papa no ha respondido a pedidos de diálogo de las víctimas. Tampoco lo ha hecho, se podría agregar, con otras víctimas de injusticias. Y otras sí recibieron un llamado o mensaje de consuelo.
En algunos casos, nos hemos hecho eco en Aleteia. En otros no, por tratarse de cuestiones y diálogos privados. Durante años la idea de un Sumo Pontífice hablando por teléfono con quienes necesitan apoyo o consuelo parecía absurda. Hoy es real, pero eso no quiere decir que el Papa tenga el tiempo y las posibilidades de hablar con todos, que vaya a dedicar su día entero a hacerlo, y que en todos los casos estén dadas las mismas circunstancias para que su llamado se dé.
El artículo de El País enuncia datos que, es probable, sus lectores españoles quieran conocer. No inventa posturas en un caso muy doloroso para la opinión pública argentina, expone. Para la justicia argentina el sacerdote es culpable del delito de abuso sexual sobre un menor de edad. En algunos casos cita fuentes, en otros no, y presenta distintas posturas, aunque enfatizando en aquellas que cuestionan al Papa Francisco por supuesta inacción contra Grassi. Pero no aporta nada nuevo, más que un título polémico propio del carácter laicista de un diario que se enorgullece de serlo.