¡Buen día doctora! La gente de una pequeña aldea ubicada en el suroeste de Rumania saluda con alegría la llegada de la doctora Floraea Ciupitu, quien desde hace tres décadas está acostumbrada al duro trabajo que requiere responder las necesidades de salud de más de 1.700 habitantes del lugar y en algunas condiciones adversas.
En Rumania, el sector de la salud no está exento de crisis y los problemas nunca terminan. Es común que los más jóvenes busquen otros países las oportunidades de carrera. Sin embargo, a pesar de que los doctores rurales tienen a cargo la atención de muchas familias, cuando hay una llamada la respuesta suele ser con entrega y alegría.
En este caso, la doctora Floraea Ciupitu, doctora de familia con amplia experiencia, llega a una casa del pueblo para atender un caso de otitis que padece un niño luego de un baño inapropiado. Su legado no es más que una muestra que ser médico es un llamado y que el compromiso con el paciente está por encima de todo.