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Ella clamó al cielo en el momento justo y su vida cambió para siempre

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Pablo Cesio - publicado el 21/10/16

Un ejemplo de fe en situaciones extremas y de desesperación

Quizás era un día más para Sandra Andrade Aleán. Como tantas veces se subió al planchón (estructura flotante encargada de transportar vehículos de un margen al otro de un río) junto a su pequeño hijo de dos meses.

Durante el trayecto en el medio del río Sinú (en una zona rural de Colombia) Sandra no se bajó del vehículo, que se lo había prestado su padre.  Sin embargo, en el momento menos esperado lo peor empezó a suceder.

El vehículo comenzó a deslizarse hacia atrás debido a una falla en el planchón y se empezó a acercar al borde hasta caer al agua.

“Dios mío no permitas que muera en esta situación. Esta no es manera de morir”, clamó de forma desesperada Sandra, al tiempo que pedía un milagro para salvarse en esa situación, mientras se iba sumergiendo dentro del vehículo y con su hijo, a quien apretaba bien fuerte entre sus brazos.

¿Qué llevó a Sandra a clamar de esta manera? Ella no sabía nadar y veía como todo se le venía encima, además de la impotencia de una situación vivida junto a su pequeño e indefenso hijo.

Sandra estaba llegando hasta el fondo, cuentan los lugareños que el río tiene unos 17 metros de profundidad, y en ese momento -algo que incluso ella  no sabe cómo sucedió- pudo salir del vehículo y empezar a ir hacia la superficie. Una vez allí algunos voluntarios se tiraron al agua y pudieron socorrerlos.  En primer lugar, a su hijo, que fue trasladado de forma inmediata a un hospital, y luego a ella.

“Estoy segura que ocurrió un milagro. Yo no sé nadar y no me explico cómo hice para alcanzar la superficie”, expresó una vez superada la situación y estando más tranquila.

El testimonio de Sandra apareció publicado en la prensa colombiana, incluso hay un video donde cuenta su historia, y desde aquel día su vida cambió por completo y de forma radical.

Junto a Sandra iban otras personas que también cayeron al agua –entre ellas una embarazada y dos ancianas-, pero los rescatistas voluntarios no pudieron ayudarlas.

Aquel día no fue uno más en la vida de Sandra y nadie está libre de que le sucedan cosas similares.

“Fue una experiencia traumática, pero yo estoy segura que de ahora en adelante mi vida cambiará de manera radical. Sé que Dios me salvó la vida y me dio una nueva oportunidad”, afirmó.

Ella es un claro ejemplo de que, en un momento de mayor desesperación, cuando ya nada parece dar vuelta atrás, clamar en el momento justo te puede cambiar la vida para siempre. Y en este caso también el de su pequeño hijo.

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