Conventos argentinos “alzan la voz” y muestran la riqueza de su vida
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Lo que podría definirse según los cánones del mundo como un mal año para la vida religiosa contemplativa en la Argentina, las hermanas de algunos conventos lo están transformando en una oportunidad de mostrar al mundo la riqueza de su vida en comunidad y de oración.
Hace algunos meses un exfuncionario del gobierno fue hallado queriendo dejar 9 millones de dólares en efectivo en una casa de consagradas en General Rodríguez, cerca de Luján. José López, detenido y sospechado por el origen irregular de esos fondos, frecuentaba con anterioridad el convento donde habitaba una pequeña comunidad de las monjas orantes y penitentes de Nuestra Señora de Fátima, una asociación privada de fieles.
Semanas atrás, se dio un escandaloso allanamiento policial en un convento de Nogoyá, Entre Ríos, calificado de esa manera tanto por el obispo local como por la Conferencia Episcopal, y recientemente, por el diario La Nación que en una de sus columnas editoriales lo describió como “a todas luces desproporcionado”.
El motivo fue una denuncia, primero periodística y luego judicial, de supuestas torturas por parte de la superiora de la comunidad de carmelitas descalzas que siguen la espiritualidad de la Santa Madre Maravillas. En torno a esa misma comunidad se dio el milagro que llevó a la canonización de la santa, por la curación de un niño que se había ahogado en una piscina.
Independientemente del hecho denunciado y la investigación, la noticia también llevó a que se hable con liviandad de esta forma de vida consagrada y de la espiritualidad y algunas formas de la vida consagrada.
Sin embargo, desde otros conventos han aprovechado la polémica para alzar la voz y mostrar la riqueza de su vida. A pocos kilómetros de Nogoyá, en Gualeguaychú, la periodista Verónica Toller de El Entre Ríos llamó a la puerta, y fue recibida por carmelitas descalzas de un convento vecino que, con rotunda claridad, y muy buen humor, le explicaron cómo ellas son “libres”, y cómo se divierten por los intentos del mundo por acercarse a ellas, como la vez que vieron mientras recogían flores del jardín un drone de un vecino.
También le relataron a la periodista cómo llevan una vida de oración en silencio, de trabajo, pero también cómo tienen recreos… Y divertidas relataron: “¡No sabés lo que es, mujeres que tienen dos horas para hablar! ¡Imagínate con lo de Nogoyá, lo que han sido nuestros recreos! ¡A full!”.
En una carta titulada “Quiénes somos y qué hacemos las carmelitas descalzas”, la hermana María Mónica de Jesús, presidenta de la Asociación de Carmelos Argentinos Nuestra Señora de Luján, explica que desde la promulgación de la Constitución apostólica sobre la vida contemplativa femenina del papa Francisco, la Iglesia no las llama ya ‘monjas de clausura’ sino ‘monjas contemplativas’.
“Este cambio de lenguaje es algo muy lindo, porque el Papa no nos identifica con los muros del edificio sino con las hermanas que allí vivimos y la misión que se nos confía”, explica en una misiva emitida en función de los eventos de Nogoyá.
Por otro lado, las monjas dominicas contemplativas del monasterio de Santo Catalina de Siena, en Córdoba, también quisieron mostrar las riquezas de su vida y, con la misma naturalidad que el convento de Gualeguaychú abrió sus puertas a la periodista, crearon un Espacio para los jóvenes, un momento especialmente dedicado para que todas las jóvenes con inquietudes vocacionales, o que simplemente quieran conocer en qué consiste la vida contemplativa, las visiten los sábados por la tarde.
Se trata de religiosas de un carisma distinto al de las hermanas carmelitas, pero que también ofrecen un camino de vida de oración, trabajo y estudio en comunidad. “Somos felices y bendecimos incesantemente a quien, en su infinita misericordia, nos la concedió: Dios mismo”, explicaron en una carta difundida explicando su vocación a la Agencia AICA.
“La forma de vida de las monjas contemplativas, que se dedican a la oración y el trabajo silencioso, puede ser difícil de comprender en nuestro tiempo. Queremos reafirmar la especial estima, valoración y agradecimiento que los obispos y el Pueblo de Dios tenemos hacia la vida religiosa contemplativa. Se trata de un testimonio luminoso que nos ayuda a descubrir la presencia de Dios. Los monasterios son lugares de oración y de paz, que hacen mucho bien a la Iglesia y a la misma sociedad”, explicaron los obispos de la Comisión Directiva de la Conferencia Episcopal Argentina en un mensaje tras los hechos que hoy sorprenden por un lado, pero que pueden invitar a una mirada profunda sobre la riqueza de la vida contemplativa por otro.