Pero no piensen en ella como un ejemplo de la capacidad de un alma para prevalecer sin experimentar a Jesús; piensen en ella como ejemplo de cómo una única experiencia de Jesús puede sostener un alma durante toda una vida.
“No temas”, le dijo Jesús. “Soy Yo quien te pide que hagas esto por mí. No temas. Incluso si el mundo entero está en tu contra, si se ríe de ti, si tus compañeros y superiores te menosprecian, no temas. Yo estoy dentro de ti, contigo, para ti”.
El recuerdo de esta temprana experiencia de amor con Jesús la convirtió en una “apóstol de la alegría” que saludaba al mundo con una sonrisa y pedía a los demás que hicieran lo mismo, incluso cuando respondía a la correspondencia adentrada la noche, incluyendo la invitación a la boda de Tom y April Hoopes.
“Desde el primer día de su vida juntos como marido y mujer, recen juntos”, aconsejó. “Porque la familia que reza unida permanece unida en amor, paz y solidaridad”.
Por la gracia de Dios y la intercesión de una de sus grandes santas, hicimos justo lo que la Madre Teresa nos pidió. Y al mostrar su carta en nuestro hogar, también ha guiado a otros hacia esta vida de oración.
Rezamos por encima de todo por la gracia de hacer eso tan increíble que puede hacer un cristiano y que puede sacudir el mundo entero hasta los cimientos y transformarlo todo: obedecer a Jesús. Igual que la Madre Teresa.