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Calentadores de agua, tanques, improvisación… Cuando los jóvenes del Este viajaron a Polonia a la JMJ de 1991

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Karol Wojteczek - publicado el 26/07/16

Gorbachov, liberando en 1991 la frontera rusa durante los festejos de la JMJ en Częstochowa, no contaba con que habría tantos interesados en la “excursión”. Al fin y al cabo, la URSS era el país del orgulloso ateísmo...

Unos compartimentos de tren llenos de jóvenes cantando y otros en los que más o menos oficialmente se bebe el alcohol. No es el relato del tren con destino Kostrzyn del Oder llamado Woodolino. Son los jóvenes del Este llegando a la JMJ hace 25 años. A la ciudad de Częstochowa.

Algunos, como Małgosia Kaupe, ocultan en distintas partes de su ropa billetes de un dólar para que no los descubran los funcionarios de aduanas.

Otros, como el joven Sierioza Zujev y sus colegas traen para vender mini calentadores de agua y despertadores tan populares en este lado del río Bug.

Este tipo de mercancías se podían cambiar por un par de vaqueros, aún difíciles de encontrar en una moribunda Unión Soviética que se caía por su propio peso.

Uno de los amigos de Sierioza incluso tenía el plan de “saltar” la frontera de Alemania por un lugar poco protegido.

Nadie llevaba mucho dinero porque con el visado de turista no se podía llevar mucho. Por otra parte, nadie tenía demasiado.

“No estaban preparados: sin tiendas de campaña, sin sacos de dormir, sin colchones ni alimentos”, recuerda el sacerdote Bogdan Bartold sobre los peregrinos del Este que estaban bajo su tutela.

Muchos interesados en el “viaje” a Częstochowa

Gorbachov, abriendo la frontera de la Unión Soviética para los días de los festejos de la JMJ, no esperaba que hubiera tantos interesados en ese “viaje”. Al fin y al cabo, la URSS era el país de un ateísmo orgulloso…

“Sería vergonzoso arrodillarse en un lugar público”, recordaba  la hermana de Małgosia Kaupe, María.

El mote de homo sovieticus, ciudadano cultivado por el comunismo y su mentalidad asociada a este régimen, pesaba en los primeros días en la relación de los jóvenes que vinieron del Este con otros de su edad del otro lado del telón de acero.

La desconfianza inicial de los jóvenes recién llegados alcanzaba incluso el absurdo cuando, por ejemplo, el grupo de María tenía miedo de bajar del tranvía de Cracovia detrás del sacerdote, quien se presentó como su tutor.

“Una sincera alegría y apertura, el arte del disfrute sin la ayuda de alcohol, y en medio de todo esto, yo, un hombre soviético corriente. (…) A cada paso la juventud cantaba, tocaba, invitaba. Esto era algo impresionante”, rememora Sierioza el momento de su llegada a los muros de Jasna Gora.

La fe aún latente

Pero para los peregrinos de las repúblicas de la antigua URSS, la JMJ de Czestochowa no sólo fue la primera reunión de la gente “libre” de su misma edad, sino también el primer contacto con el Papa, y también para muchos un gran avance en el camino de su fe.

Teodor Walczak/PAP

“Sobre el papa Juan Pablo II no sabía nada, literalmente nada, ni siquiera sobre el atentado contra su vida de mayo de 1981″, reconoce Malgorzata Kaupe. Y aunque ella naciera en un lejano Irkutsk, para ella, para su hermana María y para todo su grupo de Siberia, el viaje a la JMJ de 1991 fue, sobre todo, la primera oportunidad de visitar el país de sus antepasados.

La fe aún estaba latente. Basta decir que las hermanas Kaupe fueron bautizadas apenas medio año antes.

La libertad parte del corazón

De hecho, podríamos encontrar más de este tipo de testimonios. Porque aunque sin tiendas de campaña ni sacos de dormir, muchos jóvenes que venían del Este, venían con buenos y abiertos corazones en busca de la fe.

El sacerdote Bartold les bautizaba mientras caminaban de Varsovia a Jasna Gora. La JMJ de Czestochowa dio sus frutos, incluso antes de comenzar.

“Incluso aunque Polonia y Rusia no eran en 1991 países totalmente libres, en estos jóvenes latían corazones libres. La libertad del corazón no proviene de la libertad del Estado. La libertad del corazón empieza cuando nos damos cuenta de que todos somos hermanos y hermanas para nuestro Padre Celestial. Esto lo proclamaba en aquellos días, con gran amor, Juan Pablo II”, subraya adulto ya Sergei Zujev, en una entrevista para Aleteia.

Vivíamos como dentro del volcán

La mayor impresión que les provocó a los jóvenes de las repúblicas de la antigua Unión Soviética fue un discurso improvisado que el Papa redactó especialmente para ellos justo antes de la salida.

“El Papa pidió a los jóvenes que no desperdiciaran el patrimonio del “espíritu de los hijos” (Rm 8, 15), exigiéndose a sí mismos y al mundo que les rodeaba que no cayeran en la mediocridad, que no se sometieran a los dictámenes de la moda cambiante, que impone un estilo de vida incompatible con los ideales de los cristianos”, recuerda Tadeusz Kondrusiewicz, entonces administrador apostólico para los católicos de rito latino de la parte europea de Rusia, quien dirigió aquel día el rosario.

El consentimiento para el funcionamiento de la administración fue emitido por las autoridades soviéticas sólo dos semanas antes.

Vivíamos como en un volcán que podría estallar en cualquier momento. Los jóvenes oraban por una bendición para ellos y para la Iglesia en el Este, donde la transición democrática duradera se vio fuertemente comprometida”, añade el arzobispo Kondrusiewicz.

Los tanques en Moscú

El volcán entró en erupción tres días más tarde, cuando entraron en Moscú los tanques de Yanáyev.

Los polacos, con la proverbial hospitalidad, una vez más estuvieron a la altura. Casi a todo el peregrino del Este que aún permanecía en Polonia se le ofreció quedarse allí, al menos hasta que se calmara la situación en Rusia.

Tadeusz Wrona, entonces el alcalde de la ciudad de Czestochowa, recibía peticiones de los ciudadanos para aceptar a los refugiados.Afortunadamente, el golpe comunista se colapsó tan rápido como empezó.

¿Cuál es el mérito de las peticiones a la Virgen de Jasna Góra en todo esto? Sus frutos son generalmente incontables. ¿Qué podemos medir?

Margarita y María Kaupe volvieron al país de sus antepasados. No perdían las oportunidades para reunirse con Juan Pablo II durante su posterior peregrinación.

Hoy son médicos en Cracovia, inevitablemente, no se perderán la reunión de los jóvenes de este año.

¿Y nuestro Sierioza de los calentadores? Hoy es el padre Sergei, decano del Decanato del Este de la archidiócesis de la Madre de Dios en Moscú.

Algunas de las memorias están publicadas en el libro de Adam Hlebowicz Ateiści zobaczyli świadectwo wiary[“Los ateos vieron el testimonio de fe”] Editorial “Bernardinum” Pelplin, 2012.

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comunismofehistoriajornada mundial de la juventudlibertadpolonia
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