A Emilia “La Canastera” la dejaron morir tras el parto, hoy es la primera mártir gitana
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Emilia Fernández Rodríguez, “La Canastera”, es uno de los 115 nombres que aparecen en la lista de mártires de Almería: 95 sacerdotes y 20 laicos, todos asesinados o dejados morir entre 1936 y 1939 en España.
De todas las historias, tiene especial relevancia y significado la de Emilia Fernández Rodríguez. Manuel Pozo Oller, vicario episcopal de la diócesis de Alicante le dedicó una carta pastoral.
“Fue detenida, junto a su esposo, por negarse este último a ir a la guerra y provocarse, no sé con qué artes, una ceguera transitoria. Éste fue encarcelado en la cárcel de “El Ingenio”.
“Ella, como queda dicho, ingresó en la Prisión de Mujeres de “Gachas Colorás” para cumplir una condena de seis años en momentos tan especiales como siempre lo es la espera de un hijo”, explica el vicario.
Ya en aquella cárcel de mujeres conoció a un grupo de presas que rezaban a escondidas el santo rosario y les pidió que le enseñaran a rezar.
Una de estas presas, Dolores del Olmo, hizo de catequista enseñándole a rezar. Ella aprendió pronto.
“Pero por alguna razón los responsables de la prisión se enteran de las reuniones de oración e interrogan a la que creen más débil para que delate las acciones subversivas del grupo. Emilia no abre la boca ni cede ante las presiones sabiendo que habría represalias. Y, en efecto, como castigo fue recluida en una celda aislada y es abandonada a su suerte”, continúa el vicario general.
Finalmente la mujer falleció. Su muerte fue un auténtico martirio.
Lo explica Manuel Pozo Oller en su carta pastoral: “Sin atención médica, con grandes hemorragias, sobre un jergón de esparto en el suelo, da a luz a una niña. Entre dos luces Dolores del Olmo bautiza a la niña y le pone por nombre Ángeles”.
Aquella misma tarde se llevaron a la madre presa de una gran debilidad al Hospital con su hija recién nacida. A los cuatro días la devuelven a la cárcel.
“El día 25 de enero, a las 9’30 h. de la mañana, Emilia entrega su alma a Dios, víctima de la dejadez y abandono a que la sometieron en el cautiverio a consecuencia de su fe en Dios y su fidelidad a sus compañeras. Fue enterrada en el cementerio de Almería en fosa común”.
Es una historia que estremece. “Emilia, la “Canastera”, vivió pobre y pobre murió”, destaca el vicario general, “pero, en momentos tan críticos de su vida como es la privación de libertad en circunstancias de salud precaria, encontró consuelo espiritual y fortaleza en la recitación piadosa del santo rosario”.
La gitanilla Emilia fue proclamada beata el 25 de marzo de 2017. Es la primera mártir gitana.
¿La razón de su muerte? Rezar el rosario, pedir y construir la paz y negarse a revelar qué compañera presa le había enseñado esa oración que le daba consuelo en tan duros momentos.
[Artículo actualizado el 8 de abril de 2018]