La que fue en su época la biblioteca más grande del mundo renació en 2002 en la misma ubicación que tenía en el siglo III antes de Cristo
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Según algunas fuentes, la antigua Biblioteca de Alejandría nunca desapareció del todo. Tras el incendio atribuido a los romanos, por ejemplo, un número de volúmenes llevado de la Biblioteca de Pérgamo se sumó a la de Alejandría, como compensación por las pérdidas.
Cayo Suetonio Tranquilo, en su biografía de Claudio, ni menciona la destrucción de la Biblioteca. Por el contrario, narra que el emperador creó un nuevo anexo en el museo, con salas públicas de recitación.
Suetonio, por su parte, cuenta cómo Domiciano, quien habría fundado bibliotecas a lo largo y ancho del imperio, también envió misiones a Alejandría para corregir y copiar textos.
Fueron, más bien, los desastres de los siglos III al VII (desde la revuelta de Lucio Domicio, pasando por el incendio provocado por Teófilo de Alejandría en el templo de Serapis, anexo a la biblioteca, hasta la expansión musulmana) los que eclipsaron el antiguo esplendor de la más grande biblioteca de la Antigüedad.
Eso, hasta 1988, cuando nació el proyecto de construir una nueva biblioteca. La UNESCO patrocinó un concurso internacional, en el que ganó la firma noruega de arquitectos Snøhetta.
Con un presupuesto de 230 millones de dólares, financiado por países de todo el mundo, el edificio fue inaugurado oficialmente el 17 de octubre de 2002 en la misma ubicación que tenía en la Antigüedad.
El edificio puede albergar 20 millones de libros. Sin embargo, actualmente, posee aún apenas alrededor de 200.000 ejemplares (menos de lo que se cuenta contaba en su colección en tiempos de Alejandro Magno, cuando llegó a tener 700.000).
Hay, además, 50.000 mapas, 10.000 manuscritos, 50.000 libros únicos y 10.000 archivos multimedia de audio y 50.000 visuales.