Homilia hoy en Casa Santa MartaLa fe vence siempre porque transforma en victoria incluso la derrota, pero no es algo “mágico”, es una relación personal con Dios que no se aprende en los libros, porque es un don de Dios, un don que hay que pedir: esto es, en síntesis, lo que ha dicho el Papa en la Misa de la mañana en Casa Santa Marta.
La primera lectura, tomada del Libro de Samuel, relata la derrota del pueblo de Dios por parte de los filisteos: “la masacre fue muy grande”, el pueblo perdió todo, “incluso la dignidad”.
“¿Qué llevó a esta derrota?” se pregunta el Papa: el pueblo “lentamente se había alejado del Señor, vivía mundanamente, también tenía ídolos”. Iban al Santuario de Silo, pero “como si fuera una costumbre cultural: habían perdido la relación filial con Dios. ¡No adoraban a Dios! Y el Señor los dejó solos”.
El pueblo usa incluso el Arca de Dios para vencer la batalla, pero como si fuese una cosa “un poco mágica”. “En el Arca – recuerda el Papa – estaba la Ley, la Ley que ellos no observaban y de la que se habían alejado”. ¡Ya no había “una relación personal con el Señor! Habían olvidado al Dios que les había salvado”.
Y fueron vencidos, 30.000 israelitas muertos, el Arca de Dios fue capturada por los Filisteos, los dos hijos de Elí, “esos sacerdotes delincuentes que explotaban a la gente en el Santuario de Silo” mueren.
“Una derrota total” afirma el Papa: “Un pueblo que se aleja de Dios acaba así”. Tiene un santuario, pero el corazón no está con Dios, no sabe adorar a Dios: “Crees en Dios, pero en un Dios un poco nublado, lejano, que no entra en tu corazón y tu no obedeces a sus Mandamientos. ¡Esta es la derrota!”. El Evangelio del día, en cambio, nos habla de una victoria.
“En ese tiempo, vino donde Jesús un leproso que le suplicaba de rodillas – un gesto de adoración – y le decía: ‘Si quieres, puedes limpiarme’. Reta a Señor diciendo: ‘Yo soy un fracasado en la vida – el leproso era un fracasado, porque no podía hacer vida común, era siempre ‘descartado’, dejado aparte – ¡pero tu puedes transformar esta derrota en victoria!’. Es decir: ‘Si quieres, puedes limpiarme’”.
“Ante este gesto, Jesús tuvo compasión, tendió la mano, lo tocó y le dijo: ‘Quiero. Queda limpio’. Así, sencillamente: esta batalla acaba en dos minutos con la victoria; la otra, toda la jornada, con la derrota. Ese hombre tenía algo que le empujaba a ir a Jesús y lanzarle aquel reto. ¡Tenía fe!”.
Es Apóstol Juan dice que la victoria sobre el mundo es nuestra fe. “Nuestra fe vence, ¡siempre!”.“La fe es victoria. La fe. Como este hombre: ‘Si quieres, puedes hacerlo’. Los fracasados de la Primera Lectura rezaban a Dios, llevaban el Arca, pero no tenían fe, la habían olvidado. Este tenía fe, y cuando se pide con fe, Jesús mismo nos ha dicho que se mueven las montañas. Somos capaces de trasladar una montaña de un lugar a otro: la fe es capaz de hacer esto. Jesús mismo nos ha dicho: ‘Cualquier cosa que pidáis al Padre en mi nombre, se os dará. Pedid y se os dará; llamad y se os abrirá’. Pero con la fe. Y esta es nuestra victoria”.
Papa Francisco concluyó la homilía con esta oración: Pidamos al Señor que nuestra oración siempre tenga esa raíz de fe, nazca de la fe en Él. La gracia de la fe: la fe es un don. No se aprende en los libros. Es un don que te da el Señor, pero pídelo: ‘¡Dame la fe!’. ‘¡Creo, Señor!’ dijo aquel hombre que pedía a Jesús que curara a su hijo: ‘Creo, Señor, ayuda a mi poca fe’. La oración con la fe … y se cura. Pidamos al Señor la gracia de rezar con fe, de estar seguros de que todo lo que le pidamos se nos dará, con esa seguridad que nos da la fe. Y esta es nuestra victoria: ¡nuestra fe!”.
Artículo publicado por Radio Vaticano y traducido al español por Aleteia